Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Francisco de Javier
Voto de Francisco de Javier:
10

Voto de Francisco de Javier:
10
7,7
6.912
Drama
Un hombre, Alekséi, habla con su esposa sobre su situación actual y los motivos por los que se han distanciado. La película es una evocación continua de recuerdos y sentimientos del propio Tarkovsky que viajan en diferentes tiempos sin orden aparente: la relación con su madre, su infancia,...que se mezclan con material fílmico de noticiario sobre la Guerra civil española, la Segunda guerra mundial y el enfrentamiento entre la URSS y ... [+]
5 de enero de 2023
5 de enero de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy difícil para mí hacer esta crítica, debido a que no puedo prácticamente escribir nada que no se haya escrito ya en este lugar con tal majestad y doctrina. Sin embargo, siendo esta quizás mi película favorita, venida del autor más elevado de la historia del cine, al menos en mi opinión -y la de muchos-, no puedo sino querer homenajearle con esta crítica.
Lo principal que llama la atención al espectador, de cualquier obra de Tarkovsky pero -al menos para mí- en el Espejo, especialmente; es su belleza. El cine de Tarkovsky es bello, armonioso, fino; en el sentido más clásico: estético. Es cierto que esa belleza se obnubila con una incomprensión y misterio característico, como en muchas obras de arte histórica que exigen esfuerzo, pero como ya se ha dicho aquí, ¿por qué pedirle a Tarkovsky lo que no se pide a Bach, Tomás de Aquino o Da Vinci?. Aunque no se comprenda, trasciende. Es complicado apartar los ojos de la pantalla, igual que es complicado apartar la mirada de la Capilla Sixtina, a pesar de ser imposible de comprender en su totalidad en un primer vistazo; y menos si no se está versado en la teología que encierra, más allá de la intelección superficial.
Como bien se ha escrito también, no se puede entender el cine de Tarkovsky sin entender, primero, que es cristiano viejo -y a consecuencia, intimamente unido al alma rusa-. No como se comprende obtusamente la religión en la actualidad, sino desde una comprensión sagrada, clásica y medieval. Tarkovsky es un hombre de oración y silencio, partícipe de la ortodoxia y la catolicidad (aunque no fuera formalmente católico). A consecuencia, su visión y cognosciencia se impregna de metafísica y alquimia que envuelve etéreamente por los cuatro elementos fundamentales (agua, fuego, aire, tierra) su filmografía, que como Tales de Mileto parece ver arkhé en el agua. Así, la creación refleja las virtudes de Dios; y así, el hombre se encuentra con Dios en la creación; en el sonido de la lluvia, en el fuego que consume, el aire que acaricia, la tierra mojada que se pisa...
El Espejo es una obra de contemplación, de oración, de elevación del espíritu, una obra para «esculpir el tiempo». Ante un mundo apocalíptico -reflejado en imágenes históricas reales-, Tarkovsky reflexiona en sus recuerdos, su familia, su madre, su esposa; fuera del tiempo y del espacio, fuera de la materia, frente a un mundo -tártaro y mongol- que le es ajeno, que, «dejándonos cristianos, nos hiciera ajenos al mundo cristiano».
Lo principal que llama la atención al espectador, de cualquier obra de Tarkovsky pero -al menos para mí- en el Espejo, especialmente; es su belleza. El cine de Tarkovsky es bello, armonioso, fino; en el sentido más clásico: estético. Es cierto que esa belleza se obnubila con una incomprensión y misterio característico, como en muchas obras de arte histórica que exigen esfuerzo, pero como ya se ha dicho aquí, ¿por qué pedirle a Tarkovsky lo que no se pide a Bach, Tomás de Aquino o Da Vinci?. Aunque no se comprenda, trasciende. Es complicado apartar los ojos de la pantalla, igual que es complicado apartar la mirada de la Capilla Sixtina, a pesar de ser imposible de comprender en su totalidad en un primer vistazo; y menos si no se está versado en la teología que encierra, más allá de la intelección superficial.
Como bien se ha escrito también, no se puede entender el cine de Tarkovsky sin entender, primero, que es cristiano viejo -y a consecuencia, intimamente unido al alma rusa-. No como se comprende obtusamente la religión en la actualidad, sino desde una comprensión sagrada, clásica y medieval. Tarkovsky es un hombre de oración y silencio, partícipe de la ortodoxia y la catolicidad (aunque no fuera formalmente católico). A consecuencia, su visión y cognosciencia se impregna de metafísica y alquimia que envuelve etéreamente por los cuatro elementos fundamentales (agua, fuego, aire, tierra) su filmografía, que como Tales de Mileto parece ver arkhé en el agua. Así, la creación refleja las virtudes de Dios; y así, el hombre se encuentra con Dios en la creación; en el sonido de la lluvia, en el fuego que consume, el aire que acaricia, la tierra mojada que se pisa...
El Espejo es una obra de contemplación, de oración, de elevación del espíritu, una obra para «esculpir el tiempo». Ante un mundo apocalíptico -reflejado en imágenes históricas reales-, Tarkovsky reflexiona en sus recuerdos, su familia, su madre, su esposa; fuera del tiempo y del espacio, fuera de la materia, frente a un mundo -tártaro y mongol- que le es ajeno, que, «dejándonos cristianos, nos hiciera ajenos al mundo cristiano».