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Voto de berserk:
10

Voto de berserk:
10
7,7
16.136
Drama
Charles Horman (John Shea), un joven e idealista periodista norteamericano, desaparece de su domicilio en Santiago de Chile tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet (11-9-1973). Su mujer (Sissy Spacek) y su padre (Jack Lemmon), que se traslada allí desde los Estados Unidos, intentan averiguar su paradero y vivirán una auténtica odisea recorriendo las instituciones diplomáticas norteamericanas y tropezando con infinitas trabas burocráticas. (FILMAFFINITY) [+]
23 de marzo de 2009
23 de marzo de 2009
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta de verdad sí que puede considerarse una grandísima película, y motivos no sobran como para considerarla como una de la grandes del séptimo arte.
Unas magníficas interpretaciones de unos no menos mejores actores, con un Lemmon genial, contenido pero intenso a la par, que en un principio anclado en las ideas propias de su nación, va transformando poco a poco todos aquellos principios que tan profundamente arraigados configuran el espíritu de ese pueblo americano, y con una Sissy Spacek ingenua y cándida, pero al tiempo valiente, decidida y segura de sus nobles convicciones.
Con un estremecedor guión situado en un contexto que en principio no facilitaría las profundas e intensas relaciones interpersonales que se van desarrollando a largo de su metraje, denunciando con una valentía que a día de hoy se antojaría impensable, todos aquellos excesos cometidos por una nación tan acostumbrada a la imposición cultural, social, económica y militar.
No menos magnífica dirección por parte de un director que acierta en el tono de la película, dotándola de momentos ciertamente espléndidos (qué decir de la escena del caballo blanco corriendo desbocado por las calles de un Santiago ensangrentado), retratando a la perfección la evolución de unos personajes en los que se percibe su lenta pero indefectible inversión.
Conmovedora banda sonora de un inmortal Vangelis, que dota al film de unos resortes con los que poder construir todo su andamiaje y lograr finalmente un resultado más que sobresaliente.
Con todo, esta película sí que fehacientemente acredita ser un magnífico ejemplo de cine con contenido político, sobre todo porque critica unos sucesos incómodos de denunciar en esos instantes, no en vano resulta sumamente sencillo sumarse al carro de lo políticamente correcto en periodos de tiempo en los que no se arriesga absolutamente nada, toda vez que retratar las miserias contemporáneas es más complejo e incómodo que revelar lo sucedido en el pasado, gratuito y en ocasiones innecesario.
Precisamente, la gracia y la utilidad de la democracia consiste en eso, en denunciar lo más turbio y oscuro que crece en su interior en el momento que más preciso se muestra, de lo contrario, que no te engañen, no sirve para nada.
Sin duda esta es una de esas películas que consiguen que reflexiones sobre el mundo que nos han legado y que con esfuerzo todos estamos en la obligación de tratar de cambiar.
Unas magníficas interpretaciones de unos no menos mejores actores, con un Lemmon genial, contenido pero intenso a la par, que en un principio anclado en las ideas propias de su nación, va transformando poco a poco todos aquellos principios que tan profundamente arraigados configuran el espíritu de ese pueblo americano, y con una Sissy Spacek ingenua y cándida, pero al tiempo valiente, decidida y segura de sus nobles convicciones.
Con un estremecedor guión situado en un contexto que en principio no facilitaría las profundas e intensas relaciones interpersonales que se van desarrollando a largo de su metraje, denunciando con una valentía que a día de hoy se antojaría impensable, todos aquellos excesos cometidos por una nación tan acostumbrada a la imposición cultural, social, económica y militar.
No menos magnífica dirección por parte de un director que acierta en el tono de la película, dotándola de momentos ciertamente espléndidos (qué decir de la escena del caballo blanco corriendo desbocado por las calles de un Santiago ensangrentado), retratando a la perfección la evolución de unos personajes en los que se percibe su lenta pero indefectible inversión.
Conmovedora banda sonora de un inmortal Vangelis, que dota al film de unos resortes con los que poder construir todo su andamiaje y lograr finalmente un resultado más que sobresaliente.
Con todo, esta película sí que fehacientemente acredita ser un magnífico ejemplo de cine con contenido político, sobre todo porque critica unos sucesos incómodos de denunciar en esos instantes, no en vano resulta sumamente sencillo sumarse al carro de lo políticamente correcto en periodos de tiempo en los que no se arriesga absolutamente nada, toda vez que retratar las miserias contemporáneas es más complejo e incómodo que revelar lo sucedido en el pasado, gratuito y en ocasiones innecesario.
Precisamente, la gracia y la utilidad de la democracia consiste en eso, en denunciar lo más turbio y oscuro que crece en su interior en el momento que más preciso se muestra, de lo contrario, que no te engañen, no sirve para nada.
Sin duda esta es una de esas películas que consiguen que reflexiones sobre el mundo que nos han legado y que con esfuerzo todos estamos en la obligación de tratar de cambiar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Magnífico ese final en ese vacío aeropuerto, toda una metáfora del estado emocional de un país que tan sólo en unos instantes había destrozado la ilusión de un pueblo que pudo tocar el cielo con las manos.
No menos brillante ese plano final con esa cajita de madera conteniendo el cuerpo inerte de un Ed Horman antes humillado, con una voz en off explicando unos sucesos que haría sacar los colores a cualquier gobierno que se haga llamar a sí mismo democrático.
Estremecedora la escena en la que Horman y su nuera buscan el cadáver de su hijo y marido entre un enorme montón de cuerpos anónimos, repartidos entre la paredes, techos y tejados de una inmensa e improvisada morgue.
Enternecedora la mirada clara de una Spacek digna como pocos personajes se han retratado en la historia del cine, rayana con la ingenuidad más profunda en algunos casos, y siendo reprendida por ello por un Lemmon más ajado, más vivido, pero más enfadado con el mundo, a pesar de todo.
No menos brillante ese plano final con esa cajita de madera conteniendo el cuerpo inerte de un Ed Horman antes humillado, con una voz en off explicando unos sucesos que haría sacar los colores a cualquier gobierno que se haga llamar a sí mismo democrático.
Estremecedora la escena en la que Horman y su nuera buscan el cadáver de su hijo y marido entre un enorme montón de cuerpos anónimos, repartidos entre la paredes, techos y tejados de una inmensa e improvisada morgue.
Enternecedora la mirada clara de una Spacek digna como pocos personajes se han retratado en la historia del cine, rayana con la ingenuidad más profunda en algunos casos, y siendo reprendida por ello por un Lemmon más ajado, más vivido, pero más enfadado con el mundo, a pesar de todo.