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Voto de Buscapé:
8

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8
6,3
88.841
Comedia. Fantástico
Josh Baskin tiene trece años pero, cansado de que las chicas no le hagan caso y de que sus padres le traten como a un niño, desea ser mayor. Una noche, encuentra, en una feria, una vieja máquina que concede un deseo a cambio de una moneda. Josh, sin dudarlo un instante, pide hacerse mayor. A la mañana siguiente, descubre en el espejo un cuerpo de adulto. La otra cara de la moneda serán los problemas y responsabilidades que debe asumir ... [+]
12 de marzo de 2014
12 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay una película que llega y marca a toda a una generación, esa es Big: la historia de un niño que pide un deseo a una máquina de las barracas para convertirse en adulto y así poder estar con la chica de sus sueños. El problema es que él chaval no sopesa la contrapartida de ser adulto.
Lo que viene después es una sucesión de escenas y momentos muy especiales y que en el fondo vienen a demostrarnos, que el mundo de los adultos está tan idiotizado, vacío y lleno de sin-sabores que el personaje encarnado por la estupenda Elizabeth Perkins no puede por menos caer rendida ante el niño-hombre, deshaciéndose del insípido John Heard, (ojalá lo hubieran devorado de verdad en Sharknado :) como el antagonismo del vitalismo, inocencia y felicidad. Luego está el siempre efectivo y con cara de bonachón Robert Loggia, como directivo de la compañía juguetera encargada de sacar adelante un nuevo producto que encandile a los más pequeños. Porque el resto de la pandilla no tienen ni puñetera idea de lo que realmente gusta a los niños, (y que en la cruda realidad, es así: ni pedagogos ni psicólogos son capaces de ponerse en la piel de un niño para saber qué es lo que más gusta)
La escena del piano poco más se puede decir: preciosa, simpática y divertida.
El trasfondo de la película tampoco es que sea de tesis doctoral, pero si que ayuda a entender lo que se pierde cuando se llega a la adultez: lo que se gana en dinero, independencia y autoridad, se pierde en ilusión, en no saber valorar las cosas pequeñas y dejarse derrotar por el sinsabor de las decepciones.
Genial el diálogo final entre Hanks y Elizabeth Perkins, donde ella no puede seguir el camino de él, aunque le quiera.
Plenamente disfrutable.
Lo que viene después es una sucesión de escenas y momentos muy especiales y que en el fondo vienen a demostrarnos, que el mundo de los adultos está tan idiotizado, vacío y lleno de sin-sabores que el personaje encarnado por la estupenda Elizabeth Perkins no puede por menos caer rendida ante el niño-hombre, deshaciéndose del insípido John Heard, (ojalá lo hubieran devorado de verdad en Sharknado :) como el antagonismo del vitalismo, inocencia y felicidad. Luego está el siempre efectivo y con cara de bonachón Robert Loggia, como directivo de la compañía juguetera encargada de sacar adelante un nuevo producto que encandile a los más pequeños. Porque el resto de la pandilla no tienen ni puñetera idea de lo que realmente gusta a los niños, (y que en la cruda realidad, es así: ni pedagogos ni psicólogos son capaces de ponerse en la piel de un niño para saber qué es lo que más gusta)
La escena del piano poco más se puede decir: preciosa, simpática y divertida.
El trasfondo de la película tampoco es que sea de tesis doctoral, pero si que ayuda a entender lo que se pierde cuando se llega a la adultez: lo que se gana en dinero, independencia y autoridad, se pierde en ilusión, en no saber valorar las cosas pequeñas y dejarse derrotar por el sinsabor de las decepciones.
Genial el diálogo final entre Hanks y Elizabeth Perkins, donde ella no puede seguir el camino de él, aunque le quiera.
Plenamente disfrutable.