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Voto de Juan Rúas:
10

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10
6,6
107.387
Fantástico. Comedia. Terror
Rand (Hoyt Axton) es un viajante que un día regala a su hijo Billy (Zach Galligan) una tierna y extraña criatura, un mogwai. El inocente regalo, sin embargo, será el origen de toda una ola de gamberradas y fechorías en un pequeño pueblo de Estados Unidos. Todo empieza cuando son infringidas, una tras otra, las tres reglas básicas que deben seguirse para cuidar a un mogwai: no darle de comer después de medianoche, no mojarlo y evitar que ... [+]
28 de agosto de 2009
28 de agosto de 2009
67 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abundan las críticas que señalan su importancia como película ochentosa. Abundan los comentarios sobre el papel legendario de Gizmo y la labor de Spielberg como titiritero de esta obra única. Asi que intentaré analizar Gremlins desde otra perspectiva, esto es, la bajada de linea política detrás de una historia de engendros adorables.
Son chiquitos, peludos y simpáticos, que digo, ni siquiera son. Es uno solo. Representa el equilibrio, la infancia soñada, el peluche deseado por todos. Pero este peluchito no puede mojarse, porque se reproduce y sus hermanos ya no son dulces cositas, son verdaderos adolescentes: rebeldes sin causa que deben ser aleccionados por la sociedad, demasiado distraída en cantar villancicos y armar el arbolito de navidad. Rayita, lleva una cresta: ¡es un monstruo inadaptado! Representa esa vertiente punk aún vigente a principios de los ochenta.
Ni hablar si estos perversitos peludos comen después de medianoche, cuando ya la sociedad duerme para levantarse al día siguiente en busca del capital: el desequilibrio está garantizado, sobre todo si estas cosas verdes se reproducen, multiplicando las malas costumbres... eso que la sociedad se encarga de reprimir.
Lo sagrado salió de una vieja tienda de antiguedades, vino de quien sabe donde, ya estaba, solo necesitaba ser descubierto. Y dió vueltas las cosas, y se llenó de verdades escatológicas. Solo deben ver la luz del sol, o una luz fuerte: quedarán tan en evidencia que ninguno de ellos podrá soportarlo.
Son chiquitos, peludos y simpáticos, que digo, ni siquiera son. Es uno solo. Representa el equilibrio, la infancia soñada, el peluche deseado por todos. Pero este peluchito no puede mojarse, porque se reproduce y sus hermanos ya no son dulces cositas, son verdaderos adolescentes: rebeldes sin causa que deben ser aleccionados por la sociedad, demasiado distraída en cantar villancicos y armar el arbolito de navidad. Rayita, lleva una cresta: ¡es un monstruo inadaptado! Representa esa vertiente punk aún vigente a principios de los ochenta.
Ni hablar si estos perversitos peludos comen después de medianoche, cuando ya la sociedad duerme para levantarse al día siguiente en busca del capital: el desequilibrio está garantizado, sobre todo si estas cosas verdes se reproducen, multiplicando las malas costumbres... eso que la sociedad se encarga de reprimir.
Lo sagrado salió de una vieja tienda de antiguedades, vino de quien sabe donde, ya estaba, solo necesitaba ser descubierto. Y dió vueltas las cosas, y se llenó de verdades escatológicas. Solo deben ver la luz del sol, o una luz fuerte: quedarán tan en evidencia que ninguno de ellos podrá soportarlo.