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Voto de Letraceluloide:
5

Voto de Letraceluloide:
5
4,0
4.465
31 de diciembre de 2012
31 de diciembre de 2012
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De alguna manera, uno sale decepcionado del cine después de ver Sangriento San Valentín. El filme de Patrick Lussier (director de varias películas de terror, entre ellas Drácula 2000) narra el regreso de Tom Hanniger a su pueblo natal, Harmony, en el aniversario de la masacre de San Valentín, perpetrada diez años antes por Harry Warden, un minero que se cargó a veintidós personas a punta de pico y que amenaza con volver a las andadas. Se trata de un típico producto slasher con todas sus convenciones y, por añadidura, con todas las virtudes y defectos que esto implica y, si bien no propone nada nuevo al respecto, es preciso decir que los amantes de este subgénero estarán satisfechos porque en ese sentido, sólo en ese sentido, la propuesta alcanza su mayor eficacia.
La película cuenta con una buena puesta en escena y por momentos es un buen ejercicio de cine gore con un sinnúmero de imágenes truculentas, bastante violencia explícita, algunos asesinatos muy originales, mutilaciones y mucha sangre, haciendo honor al nombre. Por supuesto, como en todo buen slasher la acción avanza con rapidez y la sensación de amenaza y peligro es constante, sólo interrumpida en contadas oportunidades para dilatar la tensión del espectador. Además, cuenta con la imprescindible dosis de sexo y un psycho killer, ataviado de minero y armado con un pico, corriendo detrás de la sempiterna chica totalmente desnuda. Todo esto potenciado por muy buenos efectos especiales y el impacto visual del efecto 3D, que nos genera la impresión de estar en la escena del crimen en el instante preciso en que la sangre salpica hacia los cuatro costados, de adentrarnos por un túnel hasta el fondo de una mina o de quedar en la mira del asesino cuando avanza hacia la cámara, sin contar las veces que tenemos que avivar nuestros reflejos para esquivar el pico homicida, el tronco de un árbol o el maxilar inferior de una de las víctimas.
La película cuenta con una buena puesta en escena y por momentos es un buen ejercicio de cine gore con un sinnúmero de imágenes truculentas, bastante violencia explícita, algunos asesinatos muy originales, mutilaciones y mucha sangre, haciendo honor al nombre. Por supuesto, como en todo buen slasher la acción avanza con rapidez y la sensación de amenaza y peligro es constante, sólo interrumpida en contadas oportunidades para dilatar la tensión del espectador. Además, cuenta con la imprescindible dosis de sexo y un psycho killer, ataviado de minero y armado con un pico, corriendo detrás de la sempiterna chica totalmente desnuda. Todo esto potenciado por muy buenos efectos especiales y el impacto visual del efecto 3D, que nos genera la impresión de estar en la escena del crimen en el instante preciso en que la sangre salpica hacia los cuatro costados, de adentrarnos por un túnel hasta el fondo de una mina o de quedar en la mira del asesino cuando avanza hacia la cámara, sin contar las veces que tenemos que avivar nuestros reflejos para esquivar el pico homicida, el tronco de un árbol o el maxilar inferior de una de las víctimas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin embargo, y al primer párrafo me remito, la decepción es lo que impera sobre el final. ¿Por qué? Porque el guión de la película es limitado. Repasemos la historia. Tras la muerte de su padre, Tom regresa a Harmony para vender la mina familiar, principal recurso de sustentabilidad económica del pueblo, cuestión que despierta el malestar y el odio de todos sus habitantes: en esas circunstancias reaparecen los asesinatos. El espectador ve al asesino pero, como se expresó más arriba, este lleva puesto el traje de minero con la máscara de oxígeno incluida, razón por la cual su identidad permanece desconocida. La intriga así planteada se refuerza con otros condimentos que van aportando las subtramas: enredos sentimentales, un embarazo no deseado, celos, hechos del pasado que necesitan ser aclarados. Hasta aquí la trama es atrapante pero a medida que avanza, la película, va perdiendo solidez argumental, se torna esquemática y, lo que es peor, cada una de las vueltas de tuerca que introducen los guionistas Todd Farmer y Zane Smith se vuelve absolutamente predecible y, por lo tanto, ineficaz. La duda sobre la identidad del asesino se sostiene, solamente, merced a una ingenua trampa narrativa (que no revelaremos en esta reseña) resuelta de una manera burda y desencantadora y que tampoco implica novedad alguna porque ya ha sido utilizada (provocando la misma decepción) en otras películas como Identidad (James Mangold, 2003) o Alta tensión (Alexander Aja, 2003).
En síntesis, una película disfrutable para los seguidores de este subgénero que no exijan mucho más.
Lo mejor: la escena de sexo en el Motel Thunderbird y sus posteriores asesinatos.
Lo peor: la revelación de la identidad del asesino.
Letraceluloide
En síntesis, una película disfrutable para los seguidores de este subgénero que no exijan mucho más.
Lo mejor: la escena de sexo en el Motel Thunderbird y sus posteriores asesinatos.
Lo peor: la revelación de la identidad del asesino.
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