Cabalgando entre la comedia y el drama, -la película los equilibra en justa medida- la historia se enfoca en dos personajes; dos necesidades y un contrato que los unirá por nueve meses, ya que Anna, de 26 años, alquilará su vientre a Matt, un varón soltero de 45 años, que ha decidido ser padre.
A medida que los vamos conociendo, con las elecciones que hacen nos cuentan los "por qués" de las mismas. Los protagonistas se van haciendo preguntas legítimas sobre la idoneidad de sus acciones, pensamientos y sentimientos, y al hacerlo, van dejando de lado lo que habitualmente se recomienda para situaciones donde hay un vientre alquilado para favorecer una separación limpia e indolora para todas las partes involucradas.
Entre visitas a controles médicos, apoyo terapéutico, grupo pre-parto y otras eventualidades, tejen una amistad bella como inusual donde el amor no tiene un rostro convencional ni un final necesariamente tradicional.
Anna lucha consigo misma por trazar límites de algún tipo que le permitan continuar con su vida de estudiante después del parto mientras que Matt presiona para formar parte de la vida de su "bebé-sin-género-conocido" en crecimiento en ese útero, y formar así algún tipo de familia provisoria. Ambos solos, se necesitan en más de un sentido, y el amor que crece entre ellos tiene esa doble cara de darnos felicidad y temor a la pérdida... pero aún así puede ser bello, estremecedor y asombroso.