Hay que tener cuidado con esta seria británica, ya que es algo desconcertante. Una trama policiaca centrada en una inspectora enjuta y poco expresiva, una policía novata y los tejemanejes de una comisaría donde asistimos a casos de racismo, misoginia y prácticas no del todo ejemplares.

El caso es que podría parecer que nos encontramos ante un The Shield made in England, pero nada más lejos de eso. No hay rastro del ritmo veloz y fulgurante de la serie usamericana, sino que todo transcurre con cierta parsimonia. No me entiendan mal, están sucediendo cosas todo el rato, pero es como si los personajes estuvieran sedados, hablan como si estuvieran recitando más que interpretando, y de no contar con esa cinematografía parecería un producto para TV rodado en estudio.

No obstante, al final los guiones se imponen a esa extraña forma de rodar y las tramas de investigación superpuestas te atrapan, sucediéndose de forma natural, incluso atropellada, ajustadas a la sobrecarga de trabajo que los propios protagonistas declaran sufrir. Quizá el oficio de investigador está demasiado teatralizado por los productos venidos de Hollywood y, aunque los casos puedan ser igual de sórdidos, no existe esa aureola de tensión y zozobra que tan familiar nos resulta. No voy a cometer el sacrilegio de comparar The Tower con The Wire, pero bueno, ustedes me entienden por donde van los tiros.