Me ha costado asignar una categoría a esta película, ya que no parece encuadrarse en ningún género establecido. Un profesor universitario trabaja a tiempo parcial con la policía de Nueva Orleans como asistente informático. Pero le surge la ocasión de implicarse más personalmente en los casos en los que interviene, lo cual le viene de perlas para desarrollar una personalidad distinta.

Como decía la principio, no estamos puramente ante una comedia, ni ante un thriller, ni tampoco es un drama romántico. Al menos no totalmente. Por supuesto, olvídense del género de acción, eso sí que no es. Es casi un tratado psicológico que impele a tomar las riendas de tu vida aceptando las consecuencias, poniendo la felicidad y satisfacción personal por encima de cualquier otra consideración. La cosa parece simpática pero poco a poco se va enturbiando, con implicaciones morales un tanto cuestionables, siempre y cuando nos salgamos de lo que es un puro producto de entretenimiento.

No obstante, el énfasis en las lecturas psicológicas confiere a la cinta una profundidad inusitada para lo que, a priori, era una visualización ligera. Pero no es suficiente, ya que esa indefinición argumental hace que el resultado final sea demasiado plano, sin picos de interés ni como comedia ni como drama romántico ni como thriller. Así pues, pasan los minutos esperando algún tipo de shock que nunca llega. Bien, porque renuncia al efectismo barato; mal, porque nuestra adrenalina sigue al mismo nivel en cualquier punto del film. Como experiencia cinematográfica, ni moja ni quema.