Más que resultona miniserie británica que asegura seis horas de puro entretenimiento. Un ciudadano británico es retenido en el aeropuerto de Londres a su regreso de China, acusado de la muerte de una mujer en suelo chino. Para evitar un conflicto diplomático, le obligan a volver de inmediato al país asiático en el mismo avión, custodiado por una inspectora. Pero la bola solo ha empezado a crecer.

Estamos ante una trama que puede resultar enrevesada, porque implica una investigación criminal, espionaje de altos vuelos (nunca mejor dicho) y riesgo diplomático de que todo derive en algo mucho más gordo. Solo nos ahorran una subtrama romántica, por suerte para todos. No obstante, no paran de suceder cosas durante los seis capítulos, hay un buen suspense y el ritmo es tremendamente ágil, con lo que no queda tiempo de preguntarnos si lo que nos cuentan tendría sentido en el mundo real. Quien sabe, a veces la realidad le da cien patadas a la ficción.

El apartado actoral cumple con creces, siendo Jing Lusi quien se roba la función como inspectora de policía, a todas luces sobrepasada por los acontecimientos, pero sin por ello dejar de tener el control. La localización en el avión está muy bien aprovechada y solo nos preguntamos cómo es que no hay una rebelión entre el pasaje con el sainete que se traen entre Londres y Pekin. En definitiva, una serie de las de ver del tirón. Dicen que inverosímil, pero en absoluto un insulto a la inteligencia.