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Voto de chechu:
7

Voto de chechu:
7
5,6
13.810
28 de noviembre de 2009
28 de noviembre de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los años 80, un avispado productor pensó en la sinfonía de carcajadas que provocarían un ciego y un sordo tratando de resolver un asesinato mientras huían de la policía y unos mafiosos. Esa idea, finalmente se materializó en esta disparatada comedia que incluye varios de los gags más sonoros del cine de los últimos años.
Wally es un ciego que tras tratar infructuosamente de ganar dinero apostando en las carreras de caballos, se ve obligado por su hermana a buscar un trabajo. En esa búsqueda encuentra dos cosas que cambiarán su vida: Dave, un sordo que se convertirá en su mejor amigo, y un asesinato. A partir de entonces, y ante la creencia de la policía de que ellos han sido los culpables de dicho asesinato, los dos amigos se ven en la tesitura de huir de la justicia y tratar de desenmascarar al verdadero asesino.
El argumento de la película es lo suficientemente disparatado como para que nadie trate de buscar seriedad ni realismo en ella. Evidentemente, muchos de los gags de la película serían totalmente imposibles de producirse en el mundo real. Ni la policía actúa de la manera tan chapucera como se muestra, ni los cacos son tan benévolos, ni hay tan poca organización en las convenciones, ni mucho menos un ciego puede conducir un coche por medio Manhattam. Sin embargo resultan ingeniosamente divertidos y cosntan de una frescura que convierten a esta película en una película diferente.
Gran parte del éxito de esta película consistió en juntar para la ocasión a dos de los cómicos que más estaban dando que halbar en ese momento: Richard Pryor y Gene Wilder. Estos no sólo mostraron por separado su gran capacidad cómica, sino que formaron una extraordinaria química que dio como resultado otra película con bastante peor resultado. Siguiendo por el reparto, llama la atención la presencia de un, por aquel entonces, desconocido Kevin Spacey y la descomunal belleza de Joan Severance.
Wally es un ciego que tras tratar infructuosamente de ganar dinero apostando en las carreras de caballos, se ve obligado por su hermana a buscar un trabajo. En esa búsqueda encuentra dos cosas que cambiarán su vida: Dave, un sordo que se convertirá en su mejor amigo, y un asesinato. A partir de entonces, y ante la creencia de la policía de que ellos han sido los culpables de dicho asesinato, los dos amigos se ven en la tesitura de huir de la justicia y tratar de desenmascarar al verdadero asesino.
El argumento de la película es lo suficientemente disparatado como para que nadie trate de buscar seriedad ni realismo en ella. Evidentemente, muchos de los gags de la película serían totalmente imposibles de producirse en el mundo real. Ni la policía actúa de la manera tan chapucera como se muestra, ni los cacos son tan benévolos, ni hay tan poca organización en las convenciones, ni mucho menos un ciego puede conducir un coche por medio Manhattam. Sin embargo resultan ingeniosamente divertidos y cosntan de una frescura que convierten a esta película en una película diferente.
Gran parte del éxito de esta película consistió en juntar para la ocasión a dos de los cómicos que más estaban dando que halbar en ese momento: Richard Pryor y Gene Wilder. Estos no sólo mostraron por separado su gran capacidad cómica, sino que formaron una extraordinaria química que dio como resultado otra película con bastante peor resultado. Siguiendo por el reparto, llama la atención la presencia de un, por aquel entonces, desconocido Kevin Spacey y la descomunal belleza de Joan Severance.