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Voto de Sinhué:
8

Voto de Sinhué:
8
6,7
4.553
Drama
El largo viaje de la vida de Parthenope, desde su nacimiento en 1950 hasta hoy. Una epopeya femenina desprovista de heroísmo pero rebosante de una pasión inexorable por la libertad, Nápoles y los rostros del amor, todos esos amores verdaderos, inútiles e indecibles. El perfecto verano de Capri, el desenfado de la juventud, que acaba en emboscada. Y luego todos los demás: los napolitanos, hombres y mujeres, observados y amados, ... [+]
21 de abril de 2025
21 de abril de 2025
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No discuto que hay autores que tienen ganados los afectos desde el punto de partida: desde los carteles promocionales de su próximo estreno; las primeras reflexiones sobre su última obra; el reconocimiento a sus fuentes de inspiración; la sinceridad que esparcen, basada en su vida y recuerdos, y que tanto se acerca a nuestras experiencias... Juegan con ventaja sobre otros porque ya coinciden en demasiadas cosas con ciertos espectadores que nos consideramos parte de su cuadrilla.
A Paolo Sorrentino hay que agradecerle, como a la mayoría de los grandes artistas, ese desnudamiento total de los sentimientos que, por extraño que parezca, no te hace más vulnerable; más bien todo lo contrario: fuerte y querido.
Pues bien, partiendo de aquella sirena mitológica que fracasó en su intento de seducir a Odiseo y acabó varada en una playa, el cineasta napolitano compone una auténtica ópera de amor, hastío, muerte y resignación a su ciudad, la capital más populosa del Sur de Italia: Napoli, difícil e irresistible, lugar donde las fugas tienen un escaso porcentaje de éxito.
Un paseo, placentero a veces, agitado en ocasiones, siempre emotivo, por la Italia donde transcurren los años jóvenes (1970, 1990...) de una bella e inteligente ninfa que enfrentaba a los mortales de la época con sus inextricables contradicciones. Una mujer valiente que surfea con gracilidad las olas del caos; incapaz, no obstante, de atrancar la puerta por donde se acabará colando la deterioradora brisa de los años. La luz salvaje de los veranos de Capri irá matizándose con los sedosos tonos otoñales.
Sería un error imperdonable no hacer una mención especial a Celeste Dalla Porta (Parthenope), la increíble primeriza, que es la columna vertebral, pero también los ojos y la piel del proyecto. Porque cuando hayamos olvidado parte de la película, su presencia nos seguirá sobrevolando como un canto, un aroma o un mohín que a nosotros, más flojetes que Ulises, sí nos ha hecho cautivos.
Y un recuerdo muy especial para Stefania Sandrelli, otra náyade inmortal.
A Paolo Sorrentino hay que agradecerle, como a la mayoría de los grandes artistas, ese desnudamiento total de los sentimientos que, por extraño que parezca, no te hace más vulnerable; más bien todo lo contrario: fuerte y querido.
Pues bien, partiendo de aquella sirena mitológica que fracasó en su intento de seducir a Odiseo y acabó varada en una playa, el cineasta napolitano compone una auténtica ópera de amor, hastío, muerte y resignación a su ciudad, la capital más populosa del Sur de Italia: Napoli, difícil e irresistible, lugar donde las fugas tienen un escaso porcentaje de éxito.
Un paseo, placentero a veces, agitado en ocasiones, siempre emotivo, por la Italia donde transcurren los años jóvenes (1970, 1990...) de una bella e inteligente ninfa que enfrentaba a los mortales de la época con sus inextricables contradicciones. Una mujer valiente que surfea con gracilidad las olas del caos; incapaz, no obstante, de atrancar la puerta por donde se acabará colando la deterioradora brisa de los años. La luz salvaje de los veranos de Capri irá matizándose con los sedosos tonos otoñales.
Sería un error imperdonable no hacer una mención especial a Celeste Dalla Porta (Parthenope), la increíble primeriza, que es la columna vertebral, pero también los ojos y la piel del proyecto. Porque cuando hayamos olvidado parte de la película, su presencia nos seguirá sobrevolando como un canto, un aroma o un mohín que a nosotros, más flojetes que Ulises, sí nos ha hecho cautivos.
Y un recuerdo muy especial para Stefania Sandrelli, otra náyade inmortal.