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9
12 de abril de 2023
12 de abril de 2023
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un misionero danés llamado Lucas (Elliott Crosset Hove), recibe la órden de llevar su misión a Islandia (aún territorio danés en ese entonces). Su tarea es fotografiar la forma en la que viven los habitantes de la isla. Impulsado por sus ideales religiosos, carga sobre un caballo una cruz sumamente pesada, una cantidad excesiva de libros y emprende una travesía que creía que iba a estar preparado para soportar.
Durante el siglo XIX, así como también antes y después en otras partes del mundo, la religión proporcionó una justificación moral para la colonización y el control soberano, permitiendo a la iglesia tener una gran influencia en la vida de los pueblos.
Se refleja una crítica a este colonialismo disfrazado de religión, centrado en cómo Ragnar (su guía), ve con recelo a Lucas como un conquistador que llega a arremeter contra sus costumbres al querer “iluminarlos” y principalmente contra su idioma, el cual comprende pero está negado a adoptar fingiendo que no lo entiende, tomando una postura bastante dura contra él haciendo su camino aún más difícil. La travesía que lo hizo llegar hasta ahí lo derrumba emocional y físicamente, encontrándose totalmente solo al no poder comunicarse fluidamente con los pobladores por la barrera idiomática luego de perder a su intérprete por haber tomado malas decisiones por capricho.
Todo esto manejado meticulosamente desde el ritmo, en donde la estaticidad de la tierra inerte y un poblado en donde nada parece cambiar se refleja en los planos secuencia que cubren los alrededores, que durante momentos hacen recordar una estética tarkovskiana, en palabras mayores.
La película está cargada de analogías como el elemento del paso del tiempo y la descomposición posterior de cadáveres que quedan inmersos en la tierra volviéndose uno, en la que en el único momento que se corta la atemporalidad del lugar vasto y espeluznante que parece un lamento interminable es cuando culmina y comienza una nueva vida (o etapa), mostrando tanto la fragilidad como la belleza que se encuentra en el ciclo de la vida y la muerte, los comienzos y los finales.
Durante el siglo XIX, así como también antes y después en otras partes del mundo, la religión proporcionó una justificación moral para la colonización y el control soberano, permitiendo a la iglesia tener una gran influencia en la vida de los pueblos.
Se refleja una crítica a este colonialismo disfrazado de religión, centrado en cómo Ragnar (su guía), ve con recelo a Lucas como un conquistador que llega a arremeter contra sus costumbres al querer “iluminarlos” y principalmente contra su idioma, el cual comprende pero está negado a adoptar fingiendo que no lo entiende, tomando una postura bastante dura contra él haciendo su camino aún más difícil. La travesía que lo hizo llegar hasta ahí lo derrumba emocional y físicamente, encontrándose totalmente solo al no poder comunicarse fluidamente con los pobladores por la barrera idiomática luego de perder a su intérprete por haber tomado malas decisiones por capricho.
Todo esto manejado meticulosamente desde el ritmo, en donde la estaticidad de la tierra inerte y un poblado en donde nada parece cambiar se refleja en los planos secuencia que cubren los alrededores, que durante momentos hacen recordar una estética tarkovskiana, en palabras mayores.
La película está cargada de analogías como el elemento del paso del tiempo y la descomposición posterior de cadáveres que quedan inmersos en la tierra volviéndose uno, en la que en el único momento que se corta la atemporalidad del lugar vasto y espeluznante que parece un lamento interminable es cuando culmina y comienza una nueva vida (o etapa), mostrando tanto la fragilidad como la belleza que se encuentra en el ciclo de la vida y la muerte, los comienzos y los finales.
12 de mayo de 2023
12 de mayo de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Balli (Áskell Einar Pálmason), viene de un ambiente familiar disfuncional en donde su padre murió, su padrastro está preso y su madre lo deja solo en la casa por días casi que sin comida. En la escuela lo acosan violentamente tratándolo de “raro” y no tiene amigos. Un panorama poco alentador sumado a que lo atacan brutalmente generándole heridas graves en la cara. Tres pibitos más se vuelven sus amigos, pero al inicio no son ningunos compas.
Una narración que comienza con el protagonista y luego cambia a la de Addi (Birgir Dagur Bjarkason), otro jóven que también viene de un hogar disfuncional. Addi, que tiene su grupito de amigos violentos y de hogares conflictivos, siente algo de lástima al ver a Balli autolesionándose y lo incluye en su círculo. Juntos comienzan a hacer todo lo posible para quemar etapas y escapar de su difícil adolescencia.
Como trasfondo, la película contiene una crítica social acerca de la repercusión que tiene en los jóvenes la falta de atención paternal. Los padres son los primeros modelos de comportamiento y principales mentores para sus hijos. Si ellos no están presentes, o lo están pero de una manera tóxica, ¿cómo se puede esperar que los hijos se desarrollen de una manera en la que se acepten, entiendan y aprendan a querer las transiciones y etapas que pasan?
Estos adolescentes se ven como un jardín sin un jardinero, creciendo salvaje y sin dirección, sin la guía necesaria para florecer y llegar a ser la mejor versión de sí mismos, a partir de esto es que entran en las malas juntas de toda clase para subsanarse.
La violencia dentro la masculinidad abunda y en la adolescencia, que es cuando aún están comenzando a desarrollar habilidades de resolución de conflictos, es más propensa aún. Uno de los amigos es el que tiene mayor tendencia por violentar y así aparentar ser el más capo, tiene una seguidilla de enfrentamientos que hace que Addi reflexione sobre estas conductas y madure.
Una película sobre la empatía y el aparentar ser, con destellos de elementos de lo fantástico que la hacen tan hermosa como cruel, paseando al espectador por todas las emociones habidas y por haber.
Una narración que comienza con el protagonista y luego cambia a la de Addi (Birgir Dagur Bjarkason), otro jóven que también viene de un hogar disfuncional. Addi, que tiene su grupito de amigos violentos y de hogares conflictivos, siente algo de lástima al ver a Balli autolesionándose y lo incluye en su círculo. Juntos comienzan a hacer todo lo posible para quemar etapas y escapar de su difícil adolescencia.
Como trasfondo, la película contiene una crítica social acerca de la repercusión que tiene en los jóvenes la falta de atención paternal. Los padres son los primeros modelos de comportamiento y principales mentores para sus hijos. Si ellos no están presentes, o lo están pero de una manera tóxica, ¿cómo se puede esperar que los hijos se desarrollen de una manera en la que se acepten, entiendan y aprendan a querer las transiciones y etapas que pasan?
Estos adolescentes se ven como un jardín sin un jardinero, creciendo salvaje y sin dirección, sin la guía necesaria para florecer y llegar a ser la mejor versión de sí mismos, a partir de esto es que entran en las malas juntas de toda clase para subsanarse.
La violencia dentro la masculinidad abunda y en la adolescencia, que es cuando aún están comenzando a desarrollar habilidades de resolución de conflictos, es más propensa aún. Uno de los amigos es el que tiene mayor tendencia por violentar y así aparentar ser el más capo, tiene una seguidilla de enfrentamientos que hace que Addi reflexione sobre estas conductas y madure.
Una película sobre la empatía y el aparentar ser, con destellos de elementos de lo fantástico que la hacen tan hermosa como cruel, paseando al espectador por todas las emociones habidas y por haber.
10
3 de marzo de 2023
3 de marzo de 2023
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
ˈLos Espíritus de la Islaˈ, siguiendo su traducción al español, es el título que el violinista especializado Brendan Gleeson (ojoloco para lxs amigxs) le pone a la pieza que compuso en el tiempo de paz que cree que ganó al alejarse de su mejor amigo Padriac (Colin Farrell), un tipo -según él- aburrido.
El nombre de Padriac, proveniente del latin, significa persona noble, y es así como él se percibe a sí mismo. A lo largo de la historia intenta sentirse validado por todos los pobladores de la isla de la costa oeste de Irlanda en la que viven y ser visto como alguien amable y no como lo que todos creen que es: un tipo aburrido, motivo por el cual su mejor amigo decide cortar su vínculo de toda una vida de un día para el otro sin mediar palabra alguna.
Durante toda la película se trazan y rompen las fronteras de esa amistad, bastante cruel por momentos, logrando empatizar en algunas situaciones con uno y luego con el otro. Es que, ¿quién no ha estado alguna vez en su vida en la posición en la que al replantearte tus vínculos cercanos sentís que la mejor opción para poder ganar algo de paz mental es alejarte?
Según leyendas irlandesas, un ˈBansheeˈ es un espíritu femenino que aparece para anunciar muertes cercanas. El uso del concepto de la soledad como la muerte aún no anunciada personificada por un Banshee, una veterana aledaña y misteriosa, refuerza la idea de que el mayor temor de los pobladores es sentir que se encuentran, o podrían llegar a encontrarse, solos en una Isla en la que reina la monotonía únicamente irrumpida a lo lejos por detonaciones de la guerra civil en el continente.
“Quizás sí haya espíritus en la isla”.
Mención especial para su director/guionista Martin McDonagh, quien retoma el fatalismo -impronta de sus obras previas- con un guión meticulosamente orquestado que no solo es hermoso por la fidelidad de los diálogos sino por la ambientación construida desde el dialecto y la autenticidad de los vínculos entre los personajes de la isla.
El nombre de Padriac, proveniente del latin, significa persona noble, y es así como él se percibe a sí mismo. A lo largo de la historia intenta sentirse validado por todos los pobladores de la isla de la costa oeste de Irlanda en la que viven y ser visto como alguien amable y no como lo que todos creen que es: un tipo aburrido, motivo por el cual su mejor amigo decide cortar su vínculo de toda una vida de un día para el otro sin mediar palabra alguna.
Durante toda la película se trazan y rompen las fronteras de esa amistad, bastante cruel por momentos, logrando empatizar en algunas situaciones con uno y luego con el otro. Es que, ¿quién no ha estado alguna vez en su vida en la posición en la que al replantearte tus vínculos cercanos sentís que la mejor opción para poder ganar algo de paz mental es alejarte?
Según leyendas irlandesas, un ˈBansheeˈ es un espíritu femenino que aparece para anunciar muertes cercanas. El uso del concepto de la soledad como la muerte aún no anunciada personificada por un Banshee, una veterana aledaña y misteriosa, refuerza la idea de que el mayor temor de los pobladores es sentir que se encuentran, o podrían llegar a encontrarse, solos en una Isla en la que reina la monotonía únicamente irrumpida a lo lejos por detonaciones de la guerra civil en el continente.
“Quizás sí haya espíritus en la isla”.
Mención especial para su director/guionista Martin McDonagh, quien retoma el fatalismo -impronta de sus obras previas- con un guión meticulosamente orquestado que no solo es hermoso por la fidelidad de los diálogos sino por la ambientación construida desde el dialecto y la autenticidad de los vínculos entre los personajes de la isla.

7,2
13.032
9
3 de marzo de 2023
3 de marzo de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aftersun va más allá de lo que es el tipo de relato clásico, sino que a medida que avanza y, principalmente sobre el final, se esclarece el trasfondo del viaje y el conflicto interior de Calum que está por encima de lo que es el relacionamiento que tiene con su hija o el hecho de estar de vacaciones juntos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me costó entender el final, al llegar del cine a mi casa tuve que volver a ver los últimos minutos en Mubi para terminar de entenderlo y creo que la segunda vez duele aún más.
El hecho de que la película narre de una manera tan cuidada cómo la depresión puede consumir a una persona en cada uno de sus aspectos (la distancia con su familia, problemas económicos, se separa de su pareja..) contados muy de a poco a lo largo de la primera hora de película, a la vez que por fuera se lo muestra como disimula cada uno de sus problemas para que su hija crea que está todo bien y pueda disfrutar del tiempo juntos, es algo que realmente conmueve y no es hasta el final cuando uno puede realmente entender de qué se trata todo lo que estamos viendo y qué significan los montajes con flashes que aparecen esporádicamente.
Se puede entender por la forma en la que se muestra la película con sus breves saltos, que se trata de Sophie a la misma edad que tenía Calum cuando hicieron el viaje, recordando sus últimas vacaciones juntos antes de que él se quitara la vida, y de esa forma intentando a través de sus recuerdos apoyados por las grabaciones que hizo con su cámara entender el por qué de esa fatal decisión.
El juego con los reflejos que se hace con la cámara durante toda la película acompañado con la reacción de Calum cuando Sophie le pregunta cómo se veía a la edad de ella cuando tuviese la edad de él y el relato de su dura niñez, me hace pensar en que quiere buscar la manera de darle a su hija una mejor infancia de la que tuvo él y con sus consejos para su futuro también pueda tener mejores bases para desarrollar su vida y no recaer en lo que le está pasando a él.
En fin, es de esas películas que al terminar de verlas duelen y llevan su tiempo de procesamiento, es la primera interpretación que pensé al terminar de verla y probablemente la vuelva a ver pronto.
Es lo primero que veo de la filmografía de Paul Mescal y solo puedo decir que quiero seguir viendo su trabajo, al igual que la dire Charlotte Wells y co-protagonista Frankie Corio, ambas debutantes y excelentísimas.
El hecho de que la película narre de una manera tan cuidada cómo la depresión puede consumir a una persona en cada uno de sus aspectos (la distancia con su familia, problemas económicos, se separa de su pareja..) contados muy de a poco a lo largo de la primera hora de película, a la vez que por fuera se lo muestra como disimula cada uno de sus problemas para que su hija crea que está todo bien y pueda disfrutar del tiempo juntos, es algo que realmente conmueve y no es hasta el final cuando uno puede realmente entender de qué se trata todo lo que estamos viendo y qué significan los montajes con flashes que aparecen esporádicamente.
Se puede entender por la forma en la que se muestra la película con sus breves saltos, que se trata de Sophie a la misma edad que tenía Calum cuando hicieron el viaje, recordando sus últimas vacaciones juntos antes de que él se quitara la vida, y de esa forma intentando a través de sus recuerdos apoyados por las grabaciones que hizo con su cámara entender el por qué de esa fatal decisión.
El juego con los reflejos que se hace con la cámara durante toda la película acompañado con la reacción de Calum cuando Sophie le pregunta cómo se veía a la edad de ella cuando tuviese la edad de él y el relato de su dura niñez, me hace pensar en que quiere buscar la manera de darle a su hija una mejor infancia de la que tuvo él y con sus consejos para su futuro también pueda tener mejores bases para desarrollar su vida y no recaer en lo que le está pasando a él.
En fin, es de esas películas que al terminar de verlas duelen y llevan su tiempo de procesamiento, es la primera interpretación que pensé al terminar de verla y probablemente la vuelva a ver pronto.
Es lo primero que veo de la filmografía de Paul Mescal y solo puedo decir que quiero seguir viendo su trabajo, al igual que la dire Charlotte Wells y co-protagonista Frankie Corio, ambas debutantes y excelentísimas.

5,6
4.783
8
30 de noviembre de 2023
30 de noviembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Brandon Cronenberg narra la historia de un escritor que viaja a un resort de lujo en una isla tropical junto a su pareja, donde se encuentra con una serie de sucesos extraños y terroríficos que ponen en peligro su vida y su cordura.
Se discuten temas como la fama, el poder, la violencia, el consumo y el entretenimiento, con una visión satírica y macabra de la sociedad y la cultura contemporánea. Principalmente se critica el turismo de lujo, el colonialismo, la explotación y la deshumanización, con un tono irónico y humorístico. Este turismo de lujo se convierte en una forma de escapar de la realidad y de satisfacer los deseos más oscuros y perversos de los protagonistas avalados por la corrupción de esa micronación tropical. Se enfatiza cómo el dinero puede comprar la impunidad y la libertad, pero también cómo puede corromper y destruir la identidad y la moral de las personas, haciendo que te alejes de tus propios seres queridos si es necesario.
Tiene un tipo de montaje que (parcialmente) te invita a dejarte llevar por dos horas dentro de una experiencia sensorial repleta de significaciones y que no permite que pierdas la atención en ningún momento.
Cuando comenzó (el montaje extraño de primeros planos y transiciones), lo primero que se me vino a la cabeza fue que quizás la estaba dirigiendo el Cronenberg equivocado, o quizás, sin conocerlo, era solo un hijo queriendo emular a su padre en vez de crearse sus propios métodos (utiliza varios de los recursos de David), pero Brandon se aleja de su padre trayendo una cámara con movimiento, que nunca, o casi nunca, es estática, con un ritmo dinámico y situaciones repletas de tensión.
No hay caracteres suficientes para comenzar a hablar sobre Mia Goth, ya todxs la conocemos.
Se discuten temas como la fama, el poder, la violencia, el consumo y el entretenimiento, con una visión satírica y macabra de la sociedad y la cultura contemporánea. Principalmente se critica el turismo de lujo, el colonialismo, la explotación y la deshumanización, con un tono irónico y humorístico. Este turismo de lujo se convierte en una forma de escapar de la realidad y de satisfacer los deseos más oscuros y perversos de los protagonistas avalados por la corrupción de esa micronación tropical. Se enfatiza cómo el dinero puede comprar la impunidad y la libertad, pero también cómo puede corromper y destruir la identidad y la moral de las personas, haciendo que te alejes de tus propios seres queridos si es necesario.
Tiene un tipo de montaje que (parcialmente) te invita a dejarte llevar por dos horas dentro de una experiencia sensorial repleta de significaciones y que no permite que pierdas la atención en ningún momento.
Cuando comenzó (el montaje extraño de primeros planos y transiciones), lo primero que se me vino a la cabeza fue que quizás la estaba dirigiendo el Cronenberg equivocado, o quizás, sin conocerlo, era solo un hijo queriendo emular a su padre en vez de crearse sus propios métodos (utiliza varios de los recursos de David), pero Brandon se aleja de su padre trayendo una cámara con movimiento, que nunca, o casi nunca, es estática, con un ritmo dinámico y situaciones repletas de tensión.
No hay caracteres suficientes para comenzar a hablar sobre Mia Goth, ya todxs la conocemos.
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