Esta serie que se ha tornado de culto en Argentina, marca la última gran manifestación del talento humorístico de Juana Molina. Histriónica y gran observadora de la realidad, en este programa televisivo, Juana actuaba y escribía, creando una serie de personajes hilarantes (algo así como sus alter-egos), que se iban sucediendo de sketch en sketch, a modo de paródico collage de la cotidianeidad argentina. Un sinnúmero de criaturas como su gloriosa supermercadista coreana, Ruth la psicóloga porteña, Judith la judía hippie, Gladys la cosmiatra, Marcela la modelo tonta, su profesora de gym, las cachivacheras de clase alta, la cocinera italiana, o su sexy y naif francesita Lulu; la han llevado a ser comparada con la gran Nini Marshall.

Serie de divulgación científica, en cierto punto precursora del estilo narrativo que popularizó Carl Sagan con su famosísima Cosmos, aunque a todas luces menos academicista y bastante más arriesgada, debido a que rompió con el canon impuesto a los documentales de la época, concentrando la atención del televidente en la conexión entre diferentes ideas, descubrimientos y avances tecnológicos, sin profundizar en demasía en cada uno de estos, pero introduciendo la novedad de un relato ágil, inteligente y hasta divertido, con ligeras pinceladas de humor a cargo de su carismático narrador.

Producida por la BBC, narrada y escrita por el brillante científico James Burke, la serie analiza el efecto que produjeron en la sociedad, los avances científicos y cambios tecnológicos a lo largo de la historia, centrando el relato en las relaciones (connections) subyacentes entre estas brillantes ideas y descubrimientos, en muchos casos aparentemente inconexos.

La serie tuvo dos secuelas (Connections² en 1994, Connections³ en 1997) que mantenían el espíritu y la calidad de la original, pero lamentablemente no fueron tan ampliamente difundidas.

En la vivencia personal de quien suscribe la presente crítica, esta serie fue una de las experiencias más reveladoras y placenteras que le ofreció la televisión durante su niñez, pues sus lúcidos creadores tenían la buena intensión de enseñar a pensar, en lugar de enseñar "qué pensar". Y esto resume todo.

Si piensan diferente, simplemente los reto a encontrar un producto comparable en esta televisión actual, sin fallecer de un ACV por exceso de exposición a la vulgaridad, la idiotez y la intrascendencia.