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6,5
33.026
2
13 de octubre de 2024
13 de octubre de 2024
205 de 302 usuarios han encontrado esta crítica útil
Saturan los colores, con el contraste por las nubes en esta fotografía moderna petada de filtros para impactar.
Satura el metraje infinito de agujas penetrando venas, de pieles fofas transformándose en tersas. Todo a cámara lenta para que el espectador sienta algo (asco, más que nada).
Saturan los consensos que otorgan a una mujer directora méritos que se les niegan a otros hombres que hicieron lo mismo antes, con más gracia y mejor. (Cronenberg).
Satura el mensaje de hombres malos malísimos y mujeres tontas que viven a través de su mirada.
Satura el gore, la sangre por hectolitros y las chorraditas elevadas a la categoría de arte.
El guion no satura. No hay.
PD: Se agradece la recomendación entusiasta de "el retrato de Dorian Grey", que se ve que han leído la mayoría de críticos de esta insustancialidad. Sólo había leído un libro de cuentos de Óscar y "el retrato" me ha molado.
Satura el metraje infinito de agujas penetrando venas, de pieles fofas transformándose en tersas. Todo a cámara lenta para que el espectador sienta algo (asco, más que nada).
Saturan los consensos que otorgan a una mujer directora méritos que se les niegan a otros hombres que hicieron lo mismo antes, con más gracia y mejor. (Cronenberg).
Satura el mensaje de hombres malos malísimos y mujeres tontas que viven a través de su mirada.
Satura el gore, la sangre por hectolitros y las chorraditas elevadas a la categoría de arte.
El guion no satura. No hay.
PD: Se agradece la recomendación entusiasta de "el retrato de Dorian Grey", que se ve que han leído la mayoría de críticos de esta insustancialidad. Sólo había leído un libro de cuentos de Óscar y "el retrato" me ha molado.

7,6
2.462
8
24 de enero de 2025
24 de enero de 2025
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
En filmaffinity, esta memorias de un caracol es la segunda película australiana con mejor nota con un 7,6.
Curiosos, miramos la primera. Es, lo barruntábamos, Mary and Max. ¡Qué preciosidad es Mary and Max! Corran a verla por primera vez si son tan afortunados de llegar vírgenes hasta aquí. Corran a revisitarla, si ya la tienen olvidada.
Bueno, a lo que vamos: Stop motion y cine de plastilina:
Suena terrorífico, sí, pero ya nos dio una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias que recordamos. Un mineral raro este de los muñecos de plastilina animados, un filón que nos encanta explotar.
Mary and Max es una peli que recomendar cuando estás al filo de lo imposible. Maravillosa, tierna como ella sola y tierna viéndola acompañados.
Yo se la suelo mandar a mis ligues de Tinder para impresionar, ya saben, soy un chico sensible y eso… (es coña, solo te la he mandado a ti ). También la vi en su día con una amiga ya diagnosticada de cáncer y nos despedimos con ella, hablando de ella, llorando y riendo con ella.
Pues esta del caracol me la apunto para el futuro. Para mandármela a mí mismo de vez en cuando. Un caracol que sabe tocar fibras sensibles. Para mí, tan buena o mejor que Mary and Max.
Y sí, es la historia de un “caracol”, pero joder ¡Qué historia! Si quieren volver a empatizar con muñecos de plastilina con más registros que muchos actores consagrados, corran, o mejor dicho, deslícense lentamente hasta su sala más cercana. Les espera otra montaña rusa de personajes curiosos, situaciones alocadas y el mismo impacto emocional. Alto.
La introducción ya enamora, con unos detalles laberínticos que habrá que descifrar en próximos visionados. De inmediato, una primera escena brutal en la que ríes y lloras alternativamente más rápido que Liza Minnelli en “Cabaret”.
Un genio este chico australiano de la manipulación sentimental.
Adam Elliot nos entrega en sus “Memorias”, unas locas aventuras al borde de complejas encrucijadas psicológicas que no sé si son reales, pero sí perfectamente creíbles. “Inside Out” se queda en pañales a su lado. Es comparar el sugus de piña de a la salida del cole, que está muy bueno, con un milhojas servido en un palacio colgado de las montañas por el mejor maestro pastelero francés. Palabras mayores y para mayores. Lecciones de vida, de muerte y sabiduría. Oxígeno intelectual y placer sensorial.
Notable de por sí, se convierte en planazo máximo acompañada de una caracolada (a la vizcaína, claro) y una copa de buen Rioja, que la peli tiene mucho cuerpo. Porque, te gusten o no los loquitos, tendrás que admitir que son, en el fondo de sus conchas y cuando sacan los cuernos al sol, adorables.
¡Bien por ellos!
Curiosos, miramos la primera. Es, lo barruntábamos, Mary and Max. ¡Qué preciosidad es Mary and Max! Corran a verla por primera vez si son tan afortunados de llegar vírgenes hasta aquí. Corran a revisitarla, si ya la tienen olvidada.
Bueno, a lo que vamos: Stop motion y cine de plastilina:
Suena terrorífico, sí, pero ya nos dio una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias que recordamos. Un mineral raro este de los muñecos de plastilina animados, un filón que nos encanta explotar.
Mary and Max es una peli que recomendar cuando estás al filo de lo imposible. Maravillosa, tierna como ella sola y tierna viéndola acompañados.
Yo se la suelo mandar a mis ligues de Tinder para impresionar, ya saben, soy un chico sensible y eso… (es coña, solo te la he mandado a ti ). También la vi en su día con una amiga ya diagnosticada de cáncer y nos despedimos con ella, hablando de ella, llorando y riendo con ella.
Pues esta del caracol me la apunto para el futuro. Para mandármela a mí mismo de vez en cuando. Un caracol que sabe tocar fibras sensibles. Para mí, tan buena o mejor que Mary and Max.
Y sí, es la historia de un “caracol”, pero joder ¡Qué historia! Si quieren volver a empatizar con muñecos de plastilina con más registros que muchos actores consagrados, corran, o mejor dicho, deslícense lentamente hasta su sala más cercana. Les espera otra montaña rusa de personajes curiosos, situaciones alocadas y el mismo impacto emocional. Alto.
La introducción ya enamora, con unos detalles laberínticos que habrá que descifrar en próximos visionados. De inmediato, una primera escena brutal en la que ríes y lloras alternativamente más rápido que Liza Minnelli en “Cabaret”.
Un genio este chico australiano de la manipulación sentimental.
Adam Elliot nos entrega en sus “Memorias”, unas locas aventuras al borde de complejas encrucijadas psicológicas que no sé si son reales, pero sí perfectamente creíbles. “Inside Out” se queda en pañales a su lado. Es comparar el sugus de piña de a la salida del cole, que está muy bueno, con un milhojas servido en un palacio colgado de las montañas por el mejor maestro pastelero francés. Palabras mayores y para mayores. Lecciones de vida, de muerte y sabiduría. Oxígeno intelectual y placer sensorial.
Notable de por sí, se convierte en planazo máximo acompañada de una caracolada (a la vizcaína, claro) y una copa de buen Rioja, que la peli tiene mucho cuerpo. Porque, te gusten o no los loquitos, tendrás que admitir que son, en el fondo de sus conchas y cuando sacan los cuernos al sol, adorables.
¡Bien por ellos!
6
12 de diciembre de 2024
12 de diciembre de 2024
38 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, la serie no está mal. Cursilada estupendamente ejecutada. En serio, hasta un chimpancé se pondría tontorrón al verla. Pregunten por Nim (2011). Pues hasta él…
Sorogoyen tiene buena mano. Eso es así, aunque jode bastante que no le salga nada así como redondo y digno de nuestras bragas. Estamos deseando lanzarlas al escenario desde que dios nos perdone, pero no da. Antidisturbios sobrevalorada y As bestas muy irregular.
Tampoco es para tirar tomates. Aquí, Rodri nos presenta a unos pijos madrileños en una historia azucaradísima que extrañamente cuela. God Soro te la cuela siempre, ya sabéis.
Yo sólo quería agradecer, aparte de la serie en general, que es muy entretenida, el chistaco de la suegra de mi colega critico @javi. Genial.
Sufrimos contigo, tío…
Sorogoyen tiene buena mano. Eso es así, aunque jode bastante que no le salga nada así como redondo y digno de nuestras bragas. Estamos deseando lanzarlas al escenario desde que dios nos perdone, pero no da. Antidisturbios sobrevalorada y As bestas muy irregular.
Tampoco es para tirar tomates. Aquí, Rodri nos presenta a unos pijos madrileños en una historia azucaradísima que extrañamente cuela. God Soro te la cuela siempre, ya sabéis.
Yo sólo quería agradecer, aparte de la serie en general, que es muy entretenida, el chistaco de la suegra de mi colega critico @javi. Genial.
Sufrimos contigo, tío…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Capítulo 1: Fiesta de nochevieja. Dos sinplan se miran, se gustan y acaban follando. Bien, vale. La chica es muy mona y el pavo un moco. Lo de la paella es exagerado, aunque iban de speed (No se les notaba nada, though, ¿blanqueamiento de las drogas?), eso hay que tenerlo en cuenta.
Capítulo 2: Relleno. Al pibón le gusta el moco. WTF?!
Capítulo 3: Aquí está la famosa comida de ojete. Entrañable. No se escandalizan ni las monjas de Belorado. Lo demás, relleno. (¡Qué mal actúa el suegro!)
Capítulo 4: El mejor episodio por el momento. Los 3 suegros restantes sí se portan. Se empiezan a ver las costuras de la pareja del año-nuevo :)
Capítulo 5: Confirmado. En Berlín nunca le pasa nada bueno a un español. Ya avisó C. Tangana en una de sus canciones...
Capítulo 6: Relleno. Óscar es también buen samaritano. ¡Qué majo!
Capítulo 7: Nostalgia. Me lo creo. Es mejor el capítulo de ella que el de él.
Capítulo 8: No sé si venía muy a cuento, pero ¡Buenas tetas Vero! Más nostalgia, más relleno. Cómo le pega al suegro poeta el fado, hay que ver. Vergüenza ajena, pero bien, me río.
Capítulo 9: “Me caes muy bien. Y tú a mí.” ¡Momentazo! ¡Páralo Pol! Y otro fado, sentido.
Capítulo 10: Los finales siempre decepcionan. Éste es elegante y tierno. Bonito cierre a una historia bonita. Se veía venir el caramelo, pero bueno, sabe rico.
PD: Nos dejamos las bragas puestas, por el momento...
Capítulo 2: Relleno. Al pibón le gusta el moco. WTF?!
Capítulo 3: Aquí está la famosa comida de ojete. Entrañable. No se escandalizan ni las monjas de Belorado. Lo demás, relleno. (¡Qué mal actúa el suegro!)
Capítulo 4: El mejor episodio por el momento. Los 3 suegros restantes sí se portan. Se empiezan a ver las costuras de la pareja del año-nuevo :)
Capítulo 5: Confirmado. En Berlín nunca le pasa nada bueno a un español. Ya avisó C. Tangana en una de sus canciones...
Capítulo 6: Relleno. Óscar es también buen samaritano. ¡Qué majo!
Capítulo 7: Nostalgia. Me lo creo. Es mejor el capítulo de ella que el de él.
Capítulo 8: No sé si venía muy a cuento, pero ¡Buenas tetas Vero! Más nostalgia, más relleno. Cómo le pega al suegro poeta el fado, hay que ver. Vergüenza ajena, pero bien, me río.
Capítulo 9: “Me caes muy bien. Y tú a mí.” ¡Momentazo! ¡Páralo Pol! Y otro fado, sentido.
Capítulo 10: Los finales siempre decepcionan. Éste es elegante y tierno. Bonito cierre a una historia bonita. Se veía venir el caramelo, pero bueno, sabe rico.
PD: Nos dejamos las bragas puestas, por el momento...

6,3
7.801
3
1 de octubre de 2024
1 de octubre de 2024
28 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los yonkis han invadido la ciudad de Granada. Esto se está poniendo peor que el Bronx. Litronas y papelinas salpican el panorama urbano. Las meadas resbalan por los muros de las callejuelas estrechas, abundan los animales asilvestrados y se respira un olor a cerrado, a rancio, a mierda. Son los años noventa y la antigua tierra de moros ha alumbrado una nueva raza: el perroflauta penibeticus. Un buen día bajó de la Sierra y se asentó en plazas y parques. Es el chupacabras de asfalto, un elemento protegido de la fauna del país, como el lince, pero en feo. Era habitual verlos tirados en el Albarracín (No, perdonen, es el Albaicín, me corrige una colega crítica para que no quede de cateto, que ya sabemos todos que el Albaicín es el barrio de Granada y el Albarracín el pueblo de Teruel...) con sus perros pulgosos y vestidos con pijamas de cáñamo y otros ropajes folclóricos. Se desayuna unos porros, se pasa a la birra después de comer y a los licores y las drogas duras al caer el sol.
Tras esta introducción que nos sitúa en la atmósfera de la peli, empezamos el baile. El chiqui chiqui se baila así:
1-El brikingdans (Lo bailan los jevis y también los friquis)
Pues se ve que entre esta fauna hicieron el casting. Les quitaron el polvo, les cambiaron de ropa, les maquillaron un poco y a jugar. Los criterios para la selección de actores fueron: no saber cantar ni actuar; ser andaluz y no vocalizar para darle el toque “auténtico” a la peli; saber poner una cara sostenida de estar en el hospital esperando metadona. ¿Tú fumas porros? dicen que preguntó el director de casting. Sí, respondió Cristalino levantando la mano (¿adivinan quién es Cristalino?). Pues ya está illo, contratado.
-¡Eso no fue así!, salta el ayudante de dirección Pol Rodríguez, que se autoinvita a comentar mi crítica.
La estética es de videoclip y enfatiza lo oscuro y lo sucio. Parece que se busca belleza en la fealdad, artificialmente y sin éxito. Tiene algo de cine quinqui, de su ambientación, aunque aquí se siente mucho más impostada y menos adecuada a la historia de los pijos presentados.
-Te dije que no fue buena idea ver el pico antes de empezar a grabar, le susurra Pol a Isaki, que también se ha acercado.
-Cállate, Pol.
El conflicto de la peli tampoco queda claro. ¿Es la chica o son las drogas? ¿Hubo trío? Es todo muy confuso. Se pretende ofrecer una narrativa misteriosa para que realidad y ficción se entrelacen. Nos intentamos sumergir en el proceso creativo del álbum legendario, en un ambiente onírico y de efluvios alcohólicos. Pero ni el álbum es legendario, ni los tumbos de los 2 protagonistas, más sosos que el pan ácimo, por cierto, nos seducen. Además, esta “segundo premio” se las da de intelectual y nos calza periódicamente frases pretendidamente místicas y trascendentes. ¡Qué pereza los yonkis poetas!
-¿Pero de dónde ha salido este impresentable?, se escucha a un Pol irritado.
2-El crusaíto (El Chiki Chiki is a Reguetón).
Parece un intento de Trainspotting español sin su rumbo, ni su música, ni su atmósfera. El peor váter de Escocia tenía mucho más glamour que un concierto de los planetas en el "planta baja". Y anda que no tiene huevos el nombre del garito donde empezó todo, ese antro estrafalario, esa pocilga infecta. Del platónico “the Cavern” de los Beatles bajamos hasta el “planta baja” de los planetas.
Porque, reflexionemos un instante. ¿Qué es lo que empezó exactamente en la planta baja?
Si los planetas son un recitativo tedioso con versos que podría haber escrito un mapache después de una chupitada de absenta. Sus melodías son más planas que el electro de un muerto, sus armonías más simples que Slothy el de los Goonies y la voz del cantante es similar al quejido de un cuervo moribundo.
-Por aquí no paso. Me voy. Pol se levanta y se va.
3-El Maikelyacson (Dance it with your brothers, all around the world).
La última parte en Nueva York es al parecer una bonita oda a la amistad, pero yo creo que eso se lo ha inventado algún vendehúmos del equipo de márketing. Un tufillo a Woody Allen y su caracterización de las ciudades sobrevuela el film, pero sin la chispa del neoyorquino y al servicio de una historia que tiene de legendaria lo que rompetechos de relojero suizo. Asistimos a un desfile de imágenes pretendidamente poéticas de las 2 ciudades, que se presentan como fuente de inspiración del grupo, a falta de chati que haga de musa, que eso sería machista y muy poco moderno. La chica es el pegamento ausente, la musa en la sombra, da igual si el concepto no se entiende muy bien.
-Esto es arte ¿vale? interviene Isaki indignado.
Pero ojo, que lo más chocante es cuando Lorca sale de su cuneta, posee a los protas y les insufla su arte y poesía. Que sí, que sí, que comparan a los planetas con Lorca, con un par. También se incluyen paparruchas esotéricas como el tránsito de Saturno, que fijo que influyó mucho en el grupo. Aquí no estaba Lorca, estaba la bruja Lola.
-Tú eres tonto.
4-El Robocop (Lo bailan mis mulatas con las bragas en la mano).
Yo no sé a quién le puede gustar esto. Yo solo he visto un montón de yonkis en una película que no sabe si quiere ser un documental, un biopic o un “viaje psicodélico al corazón de Los Planetas”. Los directores han tirado por ahí para promocionar la mamarrachada que les ha salido. Han convencido a alguien y presentamos este bodrio a los Óscar. Un poco como cuando Chikilicuatre nos representó en eurovisión, pero con peor música.
Perrea, perrea.
-Este es tonto, sentencia Isaki.
Tras esta introducción que nos sitúa en la atmósfera de la peli, empezamos el baile. El chiqui chiqui se baila así:
1-El brikingdans (Lo bailan los jevis y también los friquis)
Pues se ve que entre esta fauna hicieron el casting. Les quitaron el polvo, les cambiaron de ropa, les maquillaron un poco y a jugar. Los criterios para la selección de actores fueron: no saber cantar ni actuar; ser andaluz y no vocalizar para darle el toque “auténtico” a la peli; saber poner una cara sostenida de estar en el hospital esperando metadona. ¿Tú fumas porros? dicen que preguntó el director de casting. Sí, respondió Cristalino levantando la mano (¿adivinan quién es Cristalino?). Pues ya está illo, contratado.
-¡Eso no fue así!, salta el ayudante de dirección Pol Rodríguez, que se autoinvita a comentar mi crítica.
La estética es de videoclip y enfatiza lo oscuro y lo sucio. Parece que se busca belleza en la fealdad, artificialmente y sin éxito. Tiene algo de cine quinqui, de su ambientación, aunque aquí se siente mucho más impostada y menos adecuada a la historia de los pijos presentados.
-Te dije que no fue buena idea ver el pico antes de empezar a grabar, le susurra Pol a Isaki, que también se ha acercado.
-Cállate, Pol.
El conflicto de la peli tampoco queda claro. ¿Es la chica o son las drogas? ¿Hubo trío? Es todo muy confuso. Se pretende ofrecer una narrativa misteriosa para que realidad y ficción se entrelacen. Nos intentamos sumergir en el proceso creativo del álbum legendario, en un ambiente onírico y de efluvios alcohólicos. Pero ni el álbum es legendario, ni los tumbos de los 2 protagonistas, más sosos que el pan ácimo, por cierto, nos seducen. Además, esta “segundo premio” se las da de intelectual y nos calza periódicamente frases pretendidamente místicas y trascendentes. ¡Qué pereza los yonkis poetas!
-¿Pero de dónde ha salido este impresentable?, se escucha a un Pol irritado.
2-El crusaíto (El Chiki Chiki is a Reguetón).
Parece un intento de Trainspotting español sin su rumbo, ni su música, ni su atmósfera. El peor váter de Escocia tenía mucho más glamour que un concierto de los planetas en el "planta baja". Y anda que no tiene huevos el nombre del garito donde empezó todo, ese antro estrafalario, esa pocilga infecta. Del platónico “the Cavern” de los Beatles bajamos hasta el “planta baja” de los planetas.
Porque, reflexionemos un instante. ¿Qué es lo que empezó exactamente en la planta baja?
Si los planetas son un recitativo tedioso con versos que podría haber escrito un mapache después de una chupitada de absenta. Sus melodías son más planas que el electro de un muerto, sus armonías más simples que Slothy el de los Goonies y la voz del cantante es similar al quejido de un cuervo moribundo.
-Por aquí no paso. Me voy. Pol se levanta y se va.
3-El Maikelyacson (Dance it with your brothers, all around the world).
La última parte en Nueva York es al parecer una bonita oda a la amistad, pero yo creo que eso se lo ha inventado algún vendehúmos del equipo de márketing. Un tufillo a Woody Allen y su caracterización de las ciudades sobrevuela el film, pero sin la chispa del neoyorquino y al servicio de una historia que tiene de legendaria lo que rompetechos de relojero suizo. Asistimos a un desfile de imágenes pretendidamente poéticas de las 2 ciudades, que se presentan como fuente de inspiración del grupo, a falta de chati que haga de musa, que eso sería machista y muy poco moderno. La chica es el pegamento ausente, la musa en la sombra, da igual si el concepto no se entiende muy bien.
-Esto es arte ¿vale? interviene Isaki indignado.
Pero ojo, que lo más chocante es cuando Lorca sale de su cuneta, posee a los protas y les insufla su arte y poesía. Que sí, que sí, que comparan a los planetas con Lorca, con un par. También se incluyen paparruchas esotéricas como el tránsito de Saturno, que fijo que influyó mucho en el grupo. Aquí no estaba Lorca, estaba la bruja Lola.
-Tú eres tonto.
4-El Robocop (Lo bailan mis mulatas con las bragas en la mano).
Yo no sé a quién le puede gustar esto. Yo solo he visto un montón de yonkis en una película que no sabe si quiere ser un documental, un biopic o un “viaje psicodélico al corazón de Los Planetas”. Los directores han tirado por ahí para promocionar la mamarrachada que les ha salido. Han convencido a alguien y presentamos este bodrio a los Óscar. Un poco como cuando Chikilicuatre nos representó en eurovisión, pero con peor música.
Perrea, perrea.
-Este es tonto, sentencia Isaki.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
He buscado alguna letra de los planetas para ver si me parecían tan horripilantes como las escuchadas en la peli y para añadir alguna en la zona spoiler y reforzar mis argumentos. Se me había ocurrido acabar con algún poema de Lorca, para que pudieseis comparar.
Pero, tras el descojono inicial, me ha parecido demasiado insultante y he desistido. Os hacéis una idea.
Pero, tras el descojono inicial, me ha parecido demasiado insultante y he desistido. Os hacéis una idea.
19 de enero de 2025
19 de enero de 2025
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi madre, al terminar de verla, la resumió muy bien: “Una película deliciosa”. Yo sólo lo voy a adornar un poco.
Desde el cuento fantástico de aventuras que le lee Peter Falk a su nieto en “La princesa prometida” hasta películas celestiales como “Cuentos de Tokyo”, la mezcla de la sabiduría que dan los años y la arrogancia impetuosa de la juventud puede visitarse con ojos nostálgicos, tristeza infinita o mirada esperanzada. O con sorna y buen humor, como es el caso.
Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela es un ejemplo de esas sencillas historias familiares que, cuando están bien hechas, consiguen tocarnos las entrañas. Un homenaje a la madurez que solo cae en la sensiblería de vez en cuando y acaba conquistando por sus personajes naturales e imperfectos.
La película tailandesa destila cariño en cada uno de sus fotogramas. El precioso cementerio de la introducción, que parece sacado de la Comarca de Tolkien, con su moqueta de césped mullido, sus flores secas desperdigadas y tumbas coquetas y el ritual de adoración de los espíritus ya nos da una idea de por dónde va a desarrollarse el film, tanto narrativa como estéticamente. Parece que va a ser un dramón, pero va la abuela y se parte la crisma por el terraplén. Ríes, aunque no deberías.
Cada escena es acompasada por una música que aporta calidez y textura a la cinta. Sus sugerentes melodías al piano nos van meciendo y subrayan el tono emocional. El contrapunto lo pone la escala pentatónica de sus himnos y canciones tradicionales, que nos transportan a un Oriente no tan lejano.
La misma atención que se pone en el paisaje visual y sonoro, se le da al tratamiento de la comida. La película es muy sensorial y los aromas de los woks y hotpots chino-tailandeses parecen traspasar la pantalla. Todo resulta realmente apetitoso y los platillos y rezos nos sumergen en la peculiar cultura de esta minoría del país asiático.
Es una peli para envolverse en ella, como envolvente es el eje sobre el que gira.
Amah/Usha es el personaje más fuerte, auténtico, audaz, tierno y carismático que recuerdo en una sala de cine en años. Una actuación sublime que crea a la abuela más encantadora del sudeste asiático. Y allí hay muchas abuelas, tengo entendido.
Estupenda opción la de acompañarla junto a su nieto un poco granuja en sus últimos pasos. Y de recibir por el camino, como “M”, un par de collejas de deliciosa humanidad.
También nosotros echaremos de menos esa vitalidad de rostro arrugado, encanto añejo y alma ilusionada…
Volvemos al cementerio, a la vida. Volvemos a esparcir otras flores secas en tumbas diferentes, mucho más nuestras, pero estamos más hechos y recordamos con una punzada de dolor que:
“La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven.” (Oscar Wilde).
Putada guapa.
¡Guapísima! en verdad.
Desde el cuento fantástico de aventuras que le lee Peter Falk a su nieto en “La princesa prometida” hasta películas celestiales como “Cuentos de Tokyo”, la mezcla de la sabiduría que dan los años y la arrogancia impetuosa de la juventud puede visitarse con ojos nostálgicos, tristeza infinita o mirada esperanzada. O con sorna y buen humor, como es el caso.
Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela es un ejemplo de esas sencillas historias familiares que, cuando están bien hechas, consiguen tocarnos las entrañas. Un homenaje a la madurez que solo cae en la sensiblería de vez en cuando y acaba conquistando por sus personajes naturales e imperfectos.
La película tailandesa destila cariño en cada uno de sus fotogramas. El precioso cementerio de la introducción, que parece sacado de la Comarca de Tolkien, con su moqueta de césped mullido, sus flores secas desperdigadas y tumbas coquetas y el ritual de adoración de los espíritus ya nos da una idea de por dónde va a desarrollarse el film, tanto narrativa como estéticamente. Parece que va a ser un dramón, pero va la abuela y se parte la crisma por el terraplén. Ríes, aunque no deberías.
Cada escena es acompasada por una música que aporta calidez y textura a la cinta. Sus sugerentes melodías al piano nos van meciendo y subrayan el tono emocional. El contrapunto lo pone la escala pentatónica de sus himnos y canciones tradicionales, que nos transportan a un Oriente no tan lejano.
La misma atención que se pone en el paisaje visual y sonoro, se le da al tratamiento de la comida. La película es muy sensorial y los aromas de los woks y hotpots chino-tailandeses parecen traspasar la pantalla. Todo resulta realmente apetitoso y los platillos y rezos nos sumergen en la peculiar cultura de esta minoría del país asiático.
Es una peli para envolverse en ella, como envolvente es el eje sobre el que gira.
Amah/Usha es el personaje más fuerte, auténtico, audaz, tierno y carismático que recuerdo en una sala de cine en años. Una actuación sublime que crea a la abuela más encantadora del sudeste asiático. Y allí hay muchas abuelas, tengo entendido.
Estupenda opción la de acompañarla junto a su nieto un poco granuja en sus últimos pasos. Y de recibir por el camino, como “M”, un par de collejas de deliciosa humanidad.
También nosotros echaremos de menos esa vitalidad de rostro arrugado, encanto añejo y alma ilusionada…
Volvemos al cementerio, a la vida. Volvemos a esparcir otras flores secas en tumbas diferentes, mucho más nuestras, pero estamos más hechos y recordamos con una punzada de dolor que:
“La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven.” (Oscar Wilde).
Putada guapa.
¡Guapísima! en verdad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El emotivo achuchón, la caricia de manos que se dan los dos protagonistas y la nana invertida que le canta él a ella, por fin recordando, me ha parecido una de las escenas más memorables del cine reciente, una cosa encantadora. Las lágrimas son opcionales, pero yo diría que bastante inevitables.
"A mi abuelo.
Por sus rastrillos, azadas y martillos que usábamos para partir piñones. Por el olor del carbón en su chándal de algodón viejuno. Por los libros de vaqueros de “a peseta”. Porque hay que dar bola a los cracks desaparecidos. Por tantos recuerdos… Por el verano del 94. Porque Brasil éramos yo, Romario, Bebeto y mi abuelo remontando contra Holanda (¡y ganamos el mundial!). Por esa urraca tan bonita que él enterró para que yo no tuviese tanto miedo... Y por las chuletillas de cordero a la brasa.”
Por esas pequeñas anécdotas o grandes historias que nos forman y por todos los mayores que nos cuidan y merecen que les cuidemos.
Flores marchitas que vivirán por siempre en nosotros.
"A mi abuelo.
Por sus rastrillos, azadas y martillos que usábamos para partir piñones. Por el olor del carbón en su chándal de algodón viejuno. Por los libros de vaqueros de “a peseta”. Porque hay que dar bola a los cracks desaparecidos. Por tantos recuerdos… Por el verano del 94. Porque Brasil éramos yo, Romario, Bebeto y mi abuelo remontando contra Holanda (¡y ganamos el mundial!). Por esa urraca tan bonita que él enterró para que yo no tuviese tanto miedo... Y por las chuletillas de cordero a la brasa.”
Por esas pequeñas anécdotas o grandes historias que nos forman y por todos los mayores que nos cuidan y merecen que les cuidemos.
Flores marchitas que vivirán por siempre en nosotros.
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