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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
22.525
4
23 de noviembre de 2019
23 de noviembre de 2019
318 de 459 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este tipo de películas sobre temas tan minoritarios como el automovilismo, y más cuando se trata de una competición algo más desconocida (no es la más popular F-1) y ambientada hace décadas, pueden enfocarse de dos maneras:
- una es hacer una cinta que tome como trasfondo el automovilismo, pero buscando ante todo un entretenimiento, espectáculo sin más para los que son aficionados y para los que no (sobre todo para estos últimos, que son la mayoría). Aquí, cualquier parecido con la realidad, tanto en los personajes como en el desarrollo de las carreras, es pura coincidencia, ni se pretende. Ejemplos podrían ser "Días de trueno", o sobre todo la disparatada "Driven", con el inefable Stallone.
- la otra sería un tipo de película con rigor histórico y técnico, para reflejar de la forma más fiel posible cómo eran este tipo de carreras. Entonces el problema es que puede convertirse en un pseudo-documental que hará las delicias de frikazos de las competiciones del motor, pero resultará tediosa para el público general, que además no entenderá buena parte de los aspectos técnicos. En esta línea se encuentra la célebre cinta de "Las 24 Horas de Le Mans" de Steve McQueen, y la magnífica "Grand Prix" de John Frankenheimer. En cualquier caso el nicho de espectadores de estas dos claramente son aficionados al deporte del motor. Pero ambas tienen el gran acierto de entregar una recreación dramatizada. Es decir, una historia de ficción con personajes ficticios, aunque tomando como inspiración, respectivamente, una carrera (Le Mans 70) o campeonato real (el mundial de F-1 de 1965), y personajes reales. Se tomaba así la prudencia de no querer contarnos en ningún momento unos hechos reales al 100 %, algo que sí pretende hacer “Le Mans ‘66”, y es ahí donde naufraga estrepitosamente.
Una mezcla de ambos planteamientos se produjo, de forma muy acertada, en la estupenda “Rush” de Ron Howard. Pero si esto era lo que se pretendía en “Le Mans ‘66”, el resultado ha sido equivocado, porque al final es una película claramente orientada al espectáculo palomitero con el grave error, que a mi juicio condena la cinta, de querer, presuntamente, contarnos unos hechos y personajes reales. Y no lo hace, porque casi todos los aspectos técnicos, cronológicos, o deportivos que aparecen, están manipulados, o directamente inventados, falseados. Es decir, que el rigor histórico que se supone debe tener, no existe por ningún lado.
Director y guionistas juegan con la baza a favor que el 99,9 % de los espectadores de esta cinta no tendrán ni idea de cómo se desarrollaron realmente los hechos que ocupan la película, el célebre duelo entre el gigante norteamericano Ford y el prestigioso Ferrari a mediados de la década de 1960. Para situarnos, convendría saber que en aquella época, el campeonato del mundo de resistencia, con coches tipo GT y sport-prototipos, era una competición con tanto prestigio o más que el mundial de F-1, y la carrera reina era las 24 Horas de Le Mans.
Desconociendo esta historia, posiblemente la película incluso dejará un buen sabor de boca: escenas más o menos espectaculares de carreras, sonido atractivo, actores populares… incluso hay buenos y malos, épica, drama... Es decir, que la película cumple correctamente con el factor espectáculo. Y digo correctamente sin más, porque también en el apartado técnico esperaba “algo” más. No está mal resuelta, pero tampoco se hace gala de unos medios técnicos apabullantes. Incluso antes de verla pensaba que habrían utilizado de forma más amplia efectos digitales para recrear ciertos coches de carreras de la época, o diversas zonas del circuito de Le Mans, y luego no es así. De hecho, algunos aficionados echarán de menos un buen número de coches de la época que no aparecen, y peor aún, como varios otros son burdas recreaciones que ni siquiera se parecen a los originales. Resulta sorprendente como la película de McQueen, rodada en 1970, sí era capaz de mostrarnos algunas réplicas extraordinariamente fieles, y en cambio en esta, 49 años después, con unos medios técnicos infinitamente superiores, aparecen algunos coches totalmente falsos, inventados (pocos, cierto, y sólo al final, pero ahí está el dato). Además, algunas escenas en pista de Le Mans quedan desangeladas y se echa en falta algo más de “tráfico” en pista, público, etc.
En cuanto a los actores, pues Matt Damon está en su línea, como una paella sin sal, y el que más se esfuerza es Bale, que este sí es un actorazo, pero tampoco será su papel más recordado. Además, por desgracia, el penoso doblaje daña bastante el resultado final. Imagino que en V.O. ganará enteros.
Pero vamos al meollo de mi crítica: la historia y su rigor. El guión se basa en el libro de A. J. Baime “Go like hell”, pero mientras que este autor hacía en su obra una versión novelada manteniendo el rigor y con un buen trabajo de investigación, aquí los guionistas se han tomado todas las licencias habidas y por haber, y aunque evidentemente se toman como base unos hechos reales, el error imperdonable es que lo haga con falsedades y gazapos históricos de primer orden. El espectador “normal”, tan feliz, se irá a casa creyendo que ha visto una historia real, pero los cuatro frikazos que saben cómo fue esta historia en realidad (entre los que me incluyo), pues se van pensando que vaya invención peliculera; no se entiende por qué todo debe contarse con tantas mentiras.
En “Rush”, aunque los hechos se contaban de una forma que buscaba el espectáculo y llegar al gran público, se respetaban de forma fiel muchos aspectos deportivos, como resultados de carreras, los coches que aparecían, etc, algo entiendo que imprescindible en una historia real llevada a la pantalla, y que además hacía las delicias de los aficionados al motor. En cambio, en “Le Mans ‘66” no sucede lo mismo. En la zona de spoilers dejo unos cuantos ejemplos de ello.
- una es hacer una cinta que tome como trasfondo el automovilismo, pero buscando ante todo un entretenimiento, espectáculo sin más para los que son aficionados y para los que no (sobre todo para estos últimos, que son la mayoría). Aquí, cualquier parecido con la realidad, tanto en los personajes como en el desarrollo de las carreras, es pura coincidencia, ni se pretende. Ejemplos podrían ser "Días de trueno", o sobre todo la disparatada "Driven", con el inefable Stallone.
- la otra sería un tipo de película con rigor histórico y técnico, para reflejar de la forma más fiel posible cómo eran este tipo de carreras. Entonces el problema es que puede convertirse en un pseudo-documental que hará las delicias de frikazos de las competiciones del motor, pero resultará tediosa para el público general, que además no entenderá buena parte de los aspectos técnicos. En esta línea se encuentra la célebre cinta de "Las 24 Horas de Le Mans" de Steve McQueen, y la magnífica "Grand Prix" de John Frankenheimer. En cualquier caso el nicho de espectadores de estas dos claramente son aficionados al deporte del motor. Pero ambas tienen el gran acierto de entregar una recreación dramatizada. Es decir, una historia de ficción con personajes ficticios, aunque tomando como inspiración, respectivamente, una carrera (Le Mans 70) o campeonato real (el mundial de F-1 de 1965), y personajes reales. Se tomaba así la prudencia de no querer contarnos en ningún momento unos hechos reales al 100 %, algo que sí pretende hacer “Le Mans ‘66”, y es ahí donde naufraga estrepitosamente.
Una mezcla de ambos planteamientos se produjo, de forma muy acertada, en la estupenda “Rush” de Ron Howard. Pero si esto era lo que se pretendía en “Le Mans ‘66”, el resultado ha sido equivocado, porque al final es una película claramente orientada al espectáculo palomitero con el grave error, que a mi juicio condena la cinta, de querer, presuntamente, contarnos unos hechos y personajes reales. Y no lo hace, porque casi todos los aspectos técnicos, cronológicos, o deportivos que aparecen, están manipulados, o directamente inventados, falseados. Es decir, que el rigor histórico que se supone debe tener, no existe por ningún lado.
Director y guionistas juegan con la baza a favor que el 99,9 % de los espectadores de esta cinta no tendrán ni idea de cómo se desarrollaron realmente los hechos que ocupan la película, el célebre duelo entre el gigante norteamericano Ford y el prestigioso Ferrari a mediados de la década de 1960. Para situarnos, convendría saber que en aquella época, el campeonato del mundo de resistencia, con coches tipo GT y sport-prototipos, era una competición con tanto prestigio o más que el mundial de F-1, y la carrera reina era las 24 Horas de Le Mans.
Desconociendo esta historia, posiblemente la película incluso dejará un buen sabor de boca: escenas más o menos espectaculares de carreras, sonido atractivo, actores populares… incluso hay buenos y malos, épica, drama... Es decir, que la película cumple correctamente con el factor espectáculo. Y digo correctamente sin más, porque también en el apartado técnico esperaba “algo” más. No está mal resuelta, pero tampoco se hace gala de unos medios técnicos apabullantes. Incluso antes de verla pensaba que habrían utilizado de forma más amplia efectos digitales para recrear ciertos coches de carreras de la época, o diversas zonas del circuito de Le Mans, y luego no es así. De hecho, algunos aficionados echarán de menos un buen número de coches de la época que no aparecen, y peor aún, como varios otros son burdas recreaciones que ni siquiera se parecen a los originales. Resulta sorprendente como la película de McQueen, rodada en 1970, sí era capaz de mostrarnos algunas réplicas extraordinariamente fieles, y en cambio en esta, 49 años después, con unos medios técnicos infinitamente superiores, aparecen algunos coches totalmente falsos, inventados (pocos, cierto, y sólo al final, pero ahí está el dato). Además, algunas escenas en pista de Le Mans quedan desangeladas y se echa en falta algo más de “tráfico” en pista, público, etc.
En cuanto a los actores, pues Matt Damon está en su línea, como una paella sin sal, y el que más se esfuerza es Bale, que este sí es un actorazo, pero tampoco será su papel más recordado. Además, por desgracia, el penoso doblaje daña bastante el resultado final. Imagino que en V.O. ganará enteros.
Pero vamos al meollo de mi crítica: la historia y su rigor. El guión se basa en el libro de A. J. Baime “Go like hell”, pero mientras que este autor hacía en su obra una versión novelada manteniendo el rigor y con un buen trabajo de investigación, aquí los guionistas se han tomado todas las licencias habidas y por haber, y aunque evidentemente se toman como base unos hechos reales, el error imperdonable es que lo haga con falsedades y gazapos históricos de primer orden. El espectador “normal”, tan feliz, se irá a casa creyendo que ha visto una historia real, pero los cuatro frikazos que saben cómo fue esta historia en realidad (entre los que me incluyo), pues se van pensando que vaya invención peliculera; no se entiende por qué todo debe contarse con tantas mentiras.
En “Rush”, aunque los hechos se contaban de una forma que buscaba el espectáculo y llegar al gran público, se respetaban de forma fiel muchos aspectos deportivos, como resultados de carreras, los coches que aparecían, etc, algo entiendo que imprescindible en una historia real llevada a la pantalla, y que además hacía las delicias de los aficionados al motor. En cambio, en “Le Mans ‘66” no sucede lo mismo. En la zona de spoilers dejo unos cuantos ejemplos de ello.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- cuando la delegación de Ford llega a Italia a negociar, era 1963, y en la fábrica hay Ferraris P4 de 1967
- el desarrollo del Ford GT40 no fue en absoluto como se cuenta. El coche se comenzó a diseñar y construir en Reino Unido, siendo su verdadero creador el inglés Eric Broadley, que ni aparece en la cinta, y fue Bruce McLaren el encargado del desarrollo desde el primer momento
- a Le Mans 1964 no fue Miles…claro que no, es que ni siquiera el equipo Shelby tenía todavía nada que ver. Nadie vetó a Miles.
- precisamente a lo largo de 1964, Shelby no tenía nada que ver con los GT40 porque estaba totalmente ocupado haciendo correr sus Cobra Daytona del mundial GT. Nada de esto aparece en la película
- toda la temporada de 1965 es omitida por arte de magia en la película, que ya se cuida mucho de no dar referencias cronológicas para que no se advierta el disparate. Shelby sólo recibió el encargo de desarrollar los GT40 y hacerlos correr a finales de 1964 (y no desde el principio). En 1965 Miles ganó su primera carrera en Daytona (que no aparece en la peli), y ya fue a Le Mans al volante de un GT40 Mk II (tampoco aparece), donde Ferrari volvió a ganar
- ese mismo año Shelby ganó el campeonato del Mundo de coches GT con sus Cobra Daytona de motor Ford, un hito importantísimo del que tampoco se dice ni mu
- La victoria de Miles en Daytona 1966 que aparece no fue así, no hubo pique final con el otro GT40. Este último coche nº 95 ni siquiera llegó segundo, sino tercero y a casi 10 vueltas de Miles
- se dice en 1964 que los GT40 han llegado a 350 km/h en Le Mans. La velocidad máxima ese año fue de 310, y ni siquiera la logró un Ford
- Enzo Ferrari nunca estuvo en Le Mans
- el rol de “malo” de Leo Beebe es ridículo. Es verdad que fue él quien tuvo la idea de la llegada, aún sabiendo que podía perjudicar a Miles, pero todo el pique que se cuenta entre él y los protagonistas es ficticio, para manipular creando “buenos” y “malos”
- la vuelta más rápida en Le Mans 66 no la hizo Miles, sino su compañero de equipo Dan Gurney (regularmente más rápido que Miles en esta y otras carreras) con otro Ford
- la llegada de los 3 Ford fue bajo la lluvia y con el coche de McLaren (nº 2) en el centro y algo más adelantado
- Ridículo que a 300 km/h los pilotos se miren con cara de malotes desafiándose
- los incidentes que aparecen en boxes protagonizados por Shelby, con los mecánicos de Ferrari o el comisario, además de ser falsos, inventados, es que son ridículos por completo. Tan sólo sirven para dejarnos claro que los americanos son duros y listos, y los europeos tontos. Invención y manipulación.
- el duelo con el Ferrari de Bandini jamás existió. Bandini se retiró cuando estaba a 12 vueltas de Miles, y fue debido a un calentón por la junta de culata
- algunos accidentes que se ven en carrera son inventados: al principio se ve estrellarse al Ferrari nº 29, y después Miles saca de la pista al Porsche nº 58. Nada de esto pasó jamás, y esos dos coches llegaron a meta sin accidentes
- los principales Ferrari de 1966 eran del modelo P3, y las réplicas que aparecen son del P4 que apareció al año siguiente
- hay multitud de detalles técnicos absurdos. Aquí no quiero aburrir al personal, pero por poner un ejemplo diré que en 4ª, a tope, los Ford no podían llegar a las “famosas” 7000 rpm
- Shelby no estaba presente cuando Miles tuvo su accidente fatal
Está claro que todos estos detalles la gente los ignora, pero resulta lamentable que la película caiga tantas y tantas veces en la invención y la fantasía cuando se supone que trata de narrar unos hechos reales. Y aunque la mayoría de los espectadores no lo sepan (o peor aún: que algunos lo sepan y les dé igual), pues les están contando una milonga de escaso rigor. Claro que si esto pasa en una historia sobre unas carreras de coches, a saber qué nos cuentan cuando se trata de temas de mayor trascendencia….
Bueno, al menos siempre nos quedará McQueen.
- el desarrollo del Ford GT40 no fue en absoluto como se cuenta. El coche se comenzó a diseñar y construir en Reino Unido, siendo su verdadero creador el inglés Eric Broadley, que ni aparece en la cinta, y fue Bruce McLaren el encargado del desarrollo desde el primer momento
- a Le Mans 1964 no fue Miles…claro que no, es que ni siquiera el equipo Shelby tenía todavía nada que ver. Nadie vetó a Miles.
- precisamente a lo largo de 1964, Shelby no tenía nada que ver con los GT40 porque estaba totalmente ocupado haciendo correr sus Cobra Daytona del mundial GT. Nada de esto aparece en la película
- toda la temporada de 1965 es omitida por arte de magia en la película, que ya se cuida mucho de no dar referencias cronológicas para que no se advierta el disparate. Shelby sólo recibió el encargo de desarrollar los GT40 y hacerlos correr a finales de 1964 (y no desde el principio). En 1965 Miles ganó su primera carrera en Daytona (que no aparece en la peli), y ya fue a Le Mans al volante de un GT40 Mk II (tampoco aparece), donde Ferrari volvió a ganar
- ese mismo año Shelby ganó el campeonato del Mundo de coches GT con sus Cobra Daytona de motor Ford, un hito importantísimo del que tampoco se dice ni mu
- La victoria de Miles en Daytona 1966 que aparece no fue así, no hubo pique final con el otro GT40. Este último coche nº 95 ni siquiera llegó segundo, sino tercero y a casi 10 vueltas de Miles
- se dice en 1964 que los GT40 han llegado a 350 km/h en Le Mans. La velocidad máxima ese año fue de 310, y ni siquiera la logró un Ford
- Enzo Ferrari nunca estuvo en Le Mans
- el rol de “malo” de Leo Beebe es ridículo. Es verdad que fue él quien tuvo la idea de la llegada, aún sabiendo que podía perjudicar a Miles, pero todo el pique que se cuenta entre él y los protagonistas es ficticio, para manipular creando “buenos” y “malos”
- la vuelta más rápida en Le Mans 66 no la hizo Miles, sino su compañero de equipo Dan Gurney (regularmente más rápido que Miles en esta y otras carreras) con otro Ford
- la llegada de los 3 Ford fue bajo la lluvia y con el coche de McLaren (nº 2) en el centro y algo más adelantado
- Ridículo que a 300 km/h los pilotos se miren con cara de malotes desafiándose
- los incidentes que aparecen en boxes protagonizados por Shelby, con los mecánicos de Ferrari o el comisario, además de ser falsos, inventados, es que son ridículos por completo. Tan sólo sirven para dejarnos claro que los americanos son duros y listos, y los europeos tontos. Invención y manipulación.
- el duelo con el Ferrari de Bandini jamás existió. Bandini se retiró cuando estaba a 12 vueltas de Miles, y fue debido a un calentón por la junta de culata
- algunos accidentes que se ven en carrera son inventados: al principio se ve estrellarse al Ferrari nº 29, y después Miles saca de la pista al Porsche nº 58. Nada de esto pasó jamás, y esos dos coches llegaron a meta sin accidentes
- los principales Ferrari de 1966 eran del modelo P3, y las réplicas que aparecen son del P4 que apareció al año siguiente
- hay multitud de detalles técnicos absurdos. Aquí no quiero aburrir al personal, pero por poner un ejemplo diré que en 4ª, a tope, los Ford no podían llegar a las “famosas” 7000 rpm
- Shelby no estaba presente cuando Miles tuvo su accidente fatal
Está claro que todos estos detalles la gente los ignora, pero resulta lamentable que la película caiga tantas y tantas veces en la invención y la fantasía cuando se supone que trata de narrar unos hechos reales. Y aunque la mayoría de los espectadores no lo sepan (o peor aún: que algunos lo sepan y les dé igual), pues les están contando una milonga de escaso rigor. Claro que si esto pasa en una historia sobre unas carreras de coches, a saber qué nos cuentan cuando se trata de temas de mayor trascendencia….
Bueno, al menos siempre nos quedará McQueen.
23 de julio de 2018
23 de julio de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodramón algo barroco por lo tremendista, folletinesco y exagerado del argumento, con un aluvión de emociones y sentimientos desatados, que parecen sacados de una novela decimonónica de Clarín, pero que se deja ver con agrado pese a su algo excesivo metraje. Hay escenas que perfectamente podrían haber sido suprimidas o eliminadas sin alterar nada la trama y dándole algo más de agilidad a la misma.
Puede que Minnelli tenga mejores cintas de este estilo, pero esta no deja de ser buena. La ambientación entronca con otras películas de la época, como "El largo y cálido verano", con ese Sur machista, rudo, impregnado de calor, humedad y sudor. Por su argumento también recuerda a obras de Douglas Sirk. Además del buen hacer de Minnelli, a destacar algunas de las actuaciones. A Mitchum el papel le va como un guante, siempre contenido pero dándole ese toque de tipo duro y prepotente. Algo más endeble veo a Parker, y por supuesto al mucho más bisoño Hamilton, pero ninguno de ellos acaba de desentonar y mantienen el tipo. Luana Patten (Libby) da vida a una joven cuyo perfil no queda muy claro con un comportamiento errático, pero que pese a sus errores también demuestra un buen corazón.
Pero sin duda la gran sorpresa para mí es Peppard, que posiblemente realiza su mejor interpretación junto a "Desayuno con diamantes". Su personaje me parece el más interesante y acaba por convertirse en el verdadero protagonista de la cinta. Es un muchacho resuelto, espabilado, pero dotado de una inmensa bondad y rectos valores. Su origen no le convierte en un amargado lleno de odio y rencor. Desarrollo esta parte y otras en la zona spoiler.
Del absurdo título que se le puso en España, sin comentarios.
Puede que Minnelli tenga mejores cintas de este estilo, pero esta no deja de ser buena. La ambientación entronca con otras películas de la época, como "El largo y cálido verano", con ese Sur machista, rudo, impregnado de calor, humedad y sudor. Por su argumento también recuerda a obras de Douglas Sirk. Además del buen hacer de Minnelli, a destacar algunas de las actuaciones. A Mitchum el papel le va como un guante, siempre contenido pero dándole ese toque de tipo duro y prepotente. Algo más endeble veo a Parker, y por supuesto al mucho más bisoño Hamilton, pero ninguno de ellos acaba de desentonar y mantienen el tipo. Luana Patten (Libby) da vida a una joven cuyo perfil no queda muy claro con un comportamiento errático, pero que pese a sus errores también demuestra un buen corazón.
Pero sin duda la gran sorpresa para mí es Peppard, que posiblemente realiza su mejor interpretación junto a "Desayuno con diamantes". Su personaje me parece el más interesante y acaba por convertirse en el verdadero protagonista de la cinta. Es un muchacho resuelto, espabilado, pero dotado de una inmensa bondad y rectos valores. Su origen no le convierte en un amargado lleno de odio y rencor. Desarrollo esta parte y otras en la zona spoiler.
Del absurdo título que se le puso en España, sin comentarios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Volviendo a Rafe (Peppard), en lugar de odio, al contrario, siempre guarda un algo escondido amor y un mucho más evidente respeto hacia su padre. Su boda con Libby, la ex novia de Hamilton, evidentemente influido por el destino de ese hijo que ella espera y que él rápidamente asocia al suyo propio, o cómo trata a su nueva esposa, es un acto de amor y generosidad desinteresada. O su relación con su hermanastro, siendo una especie de Pepito Grillo, en la cual también Hamilton está a la altura demostrando sus nobles sentimientos hacia Rafe. O cómo cuida de Parker tras el desenlace final.
Respecto a la paternidad del niño de Libby, ella no quiere decírselo a Theron (Hamilton) para no forzarle al matrimonio, y más cuando le oye expresarse en contra de tener familia. Igualmente, por este mismo motivo no le habría dicho a su padre de quién es hijo, provocando la magnífica escena en la que el padre de Libby habla con Mitchum, pero también las dudas sobre la paternidad del niño que tan dramáticas consecuencias tendrán.
La supuesta paternidad de Mitchum es simplemente un chisme de la gente del pueblo, y cuando se habla de su parecido físico con Wade (Mitchum), se debe a que es su nieto, pero no su hijo. Peppard se limita a decir que el niño es guapo "como su padre" (su hermanastro), y se entiende mejor la relación de amor hacia el niño, ya que aunque no sea su hijo, es su sobrino.
Quizá, con todo, lo más tremendo y forzado es el destino del traumatizado Theron, que debe renunciar a todo: a su propio hijo (sabe realmente que lo es?), a la mujer que ama (al padre de la cual, además, mata), a sus padres, a su pueblo, trabajo, posición... resulta increíble cómo se va así, sin nada más que la chaqueta que le pone Rafe sobre los hombros. Será cierto que América es la tierra de las oportunidades.
Respecto a la paternidad del niño de Libby, ella no quiere decírselo a Theron (Hamilton) para no forzarle al matrimonio, y más cuando le oye expresarse en contra de tener familia. Igualmente, por este mismo motivo no le habría dicho a su padre de quién es hijo, provocando la magnífica escena en la que el padre de Libby habla con Mitchum, pero también las dudas sobre la paternidad del niño que tan dramáticas consecuencias tendrán.
La supuesta paternidad de Mitchum es simplemente un chisme de la gente del pueblo, y cuando se habla de su parecido físico con Wade (Mitchum), se debe a que es su nieto, pero no su hijo. Peppard se limita a decir que el niño es guapo "como su padre" (su hermanastro), y se entiende mejor la relación de amor hacia el niño, ya que aunque no sea su hijo, es su sobrino.
Quizá, con todo, lo más tremendo y forzado es el destino del traumatizado Theron, que debe renunciar a todo: a su propio hijo (sabe realmente que lo es?), a la mujer que ama (al padre de la cual, además, mata), a sus padres, a su pueblo, trabajo, posición... resulta increíble cómo se va así, sin nada más que la chaqueta que le pone Rafe sobre los hombros. Será cierto que América es la tierra de las oportunidades.

7,8
20.376
7
20 de septiembre de 2017
20 de septiembre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues se trata de una película que nunca acabó de engancharme por completo. Quizá porque pertenecía a un género, el melodrama, que hasta hace muy poco yo tenía un poco marginado de mis gustos, aunque recientemente estoy desterrando este prejuicio deleitándome con unos cuantos títulos que me han parecido magníficos.
Pese a todo, "Esplendor en la hierba" sigue sin parecerme una cumbre del género. Su factura técnica es impecable, y la dirección es espléndida, acorde con el título. Pero quizá sean algunas actuaciones, sobre todo Beatty, que siguen sin transmitirme una emoción que es especialmente importante en cintas de este tipo.
Pero aunque sea un topicazo, aunque sea un elemento mil y una veces comentado ya en otras muchas críticas, no puedo evitar hacer referencia a los minutos finales de la película, porque en mi opinión estoy seguro que ese final, por sí solo, ha contribuido a elevar en un par de puntos la valoración global de la película. Y es que sin duda es lo mejor y más recordado, un final que ha entrado directamente en la leyenda de la historia del cine.
Pese a todo, "Esplendor en la hierba" sigue sin parecerme una cumbre del género. Su factura técnica es impecable, y la dirección es espléndida, acorde con el título. Pero quizá sean algunas actuaciones, sobre todo Beatty, que siguen sin transmitirme una emoción que es especialmente importante en cintas de este tipo.
Pero aunque sea un topicazo, aunque sea un elemento mil y una veces comentado ya en otras muchas críticas, no puedo evitar hacer referencia a los minutos finales de la película, porque en mi opinión estoy seguro que ese final, por sí solo, ha contribuido a elevar en un par de puntos la valoración global de la película. Y es que sin duda es lo mejor y más recordado, un final que ha entrado directamente en la leyenda de la historia del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La emotividad, tristeza, ternura, nostalgia, emoción en definitiva que transmiten al espectador los minutos finales son inmensos. La imagen icónica de Natalie Wood con su vestido blanco, encarnación de la belleza idealizada y que encaja perfectamente con las palabras finales. Una increíble representación del paso fugaz del tiempo, de que ya nada volverá a ser como antes
Un final tan intimista como emotivo que es un derroche de sentimientos y pensamientos condensados en unas imágenes sencillas y con pocas palabras, pero lleno de expresiones y sobre todo miradas. Especialmente ese momento que Wood mira y le habla al hijo de Beatty: en sólo unos segundos, con sólo unos gestos, unas pocas palabras, una mirada.... resulta increíble todo lo que es capaz de contarnos y hacernos sentir. Ese hijo que podría haber sido suyo. Esa vida que podría haber sido diferente. Todo lo que fue, lo que pudo haber sido, y lo que ya nunca será.
Pocas veces algo tan triste fue a la vez tan bello. Pura poesía.
Un final tan intimista como emotivo que es un derroche de sentimientos y pensamientos condensados en unas imágenes sencillas y con pocas palabras, pero lleno de expresiones y sobre todo miradas. Especialmente ese momento que Wood mira y le habla al hijo de Beatty: en sólo unos segundos, con sólo unos gestos, unas pocas palabras, una mirada.... resulta increíble todo lo que es capaz de contarnos y hacernos sentir. Ese hijo que podría haber sido suyo. Esa vida que podría haber sido diferente. Todo lo que fue, lo que pudo haber sido, y lo que ya nunca será.
Pocas veces algo tan triste fue a la vez tan bello. Pura poesía.

6,8
2.383
8
27 de agosto de 2017
27 de agosto de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica superproducción de Robert Wise, y sin duda una película infravalorada por crítica y público. La traducción del título original ("The sand pebbles") al castellano es otro ejemplo del curioso criterio que se seguía en muchas de ellas.
La película combina muy bien drama con un contexto histórico muy bien recreado de tensión política e imperialista, aderezado con pocas escenas bélicas pero muy bien resueltas. En este sentido, el rigor y realismo de los detalles militares es soberbio. En general toda la factura técnica de la película es impecable, salvo algún pequeño detalle de guión que resulta absurdo.
Pero sin duda lo mejor de la película, junto a la recreación histórica, son los estudios psicológicos de los personajes, tanto a nivel individual como colectivo. La actitud desencantada a la vez que firme de Holman (McQueen), la falta de liderazgo y ansias de gloria del capitán, el alegato antibelicista representado por el misionero, Frenchy o el propio Holman.... vemos también las actitudes egoistas y cobardes de los marineros (impresionante el intento de motín contra Holman), seguidas de la verguenza y el abatimiento; el dolor ante la pérdida de seres queridos o la injusticia, el racismo.... en el combate en el río vemos la redención y el arrojo de una tripulación y el propio capitán, que encuentran un sentido a su misión (quizá a su vida), y sienten por fin orgullo y no ser unos miserables. Por no hablar de un final que nuevamente destila el drama y el absurdo de la guerra. En resumen, toda una serie de sentimientos y situaciones que dotan a la cinta de una gran profundidad humana y psicológica.
Las actuaciones son buenas, aunque sobresale McQueen por encima de todos, en el que seguramente sea el mejor papel de su carrera. Los personajes son ambiguos, a veces contradictorios, sin grandes maniqueísmos.
Una película inusual, triste, magífica.
La película combina muy bien drama con un contexto histórico muy bien recreado de tensión política e imperialista, aderezado con pocas escenas bélicas pero muy bien resueltas. En este sentido, el rigor y realismo de los detalles militares es soberbio. En general toda la factura técnica de la película es impecable, salvo algún pequeño detalle de guión que resulta absurdo.
Pero sin duda lo mejor de la película, junto a la recreación histórica, son los estudios psicológicos de los personajes, tanto a nivel individual como colectivo. La actitud desencantada a la vez que firme de Holman (McQueen), la falta de liderazgo y ansias de gloria del capitán, el alegato antibelicista representado por el misionero, Frenchy o el propio Holman.... vemos también las actitudes egoistas y cobardes de los marineros (impresionante el intento de motín contra Holman), seguidas de la verguenza y el abatimiento; el dolor ante la pérdida de seres queridos o la injusticia, el racismo.... en el combate en el río vemos la redención y el arrojo de una tripulación y el propio capitán, que encuentran un sentido a su misión (quizá a su vida), y sienten por fin orgullo y no ser unos miserables. Por no hablar de un final que nuevamente destila el drama y el absurdo de la guerra. En resumen, toda una serie de sentimientos y situaciones que dotan a la cinta de una gran profundidad humana y psicológica.
Las actuaciones son buenas, aunque sobresale McQueen por encima de todos, en el que seguramente sea el mejor papel de su carrera. Los personajes son ambiguos, a veces contradictorios, sin grandes maniqueísmos.
Una película inusual, triste, magífica.

8,0
13.643
9
25 de julio de 2018
25 de julio de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Hombres tan templados... qué poquitos hay...", dice Ramón... y algo así podría decirse de la película.
Este magnífico western es otra obra maestra (una más) de ese no menos magnífico director que era William Wyler. Es una obra vigorosa, poderosa, llena de carácter, pero sobre todo me gusta el profundo estudio de personalidades, de las cuales los protagonistas nos brindan un gran repertorio. Además del soberbio guión, de nuevo la mano de ese gran director de actores que era Wyler se deja notar, y luego los actores, que están todos sensacionales, ponen el resto. Por eso también me resulta a veces un western atípico, muy psicológico.
Escenarios, fotografía, ambientación, y como guinda, una banda sonora memorable, todo raya a una altura deslumbrante para complementar la gran labor de dirección de actores. El resultado final de semejante combinación es portentoso.
De los personajes poco que añadir a lo que ya se ha dicho, o mejor que el espectador que todavía no la haya visto, vaya formándose un perfil de ellos. Hay tres parejas que claramente se contraponen: Peck-Heston, Bickford-Ives, y Simmons-Baker. Para mí, los mejores son Peck, Ives y Heston, en este orden, pero todos los actores y actrices están impecables.
Un título imperecedero e imprescindible.
Este magnífico western es otra obra maestra (una más) de ese no menos magnífico director que era William Wyler. Es una obra vigorosa, poderosa, llena de carácter, pero sobre todo me gusta el profundo estudio de personalidades, de las cuales los protagonistas nos brindan un gran repertorio. Además del soberbio guión, de nuevo la mano de ese gran director de actores que era Wyler se deja notar, y luego los actores, que están todos sensacionales, ponen el resto. Por eso también me resulta a veces un western atípico, muy psicológico.
Escenarios, fotografía, ambientación, y como guinda, una banda sonora memorable, todo raya a una altura deslumbrante para complementar la gran labor de dirección de actores. El resultado final de semejante combinación es portentoso.
De los personajes poco que añadir a lo que ya se ha dicho, o mejor que el espectador que todavía no la haya visto, vaya formándose un perfil de ellos. Hay tres parejas que claramente se contraponen: Peck-Heston, Bickford-Ives, y Simmons-Baker. Para mí, los mejores son Peck, Ives y Heston, en este orden, pero todos los actores y actrices están impecables.
Un título imperecedero e imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película deja algunas escenas que quedan grabadas en la retina del espectador. Yo sin duda me quedo con dos:
- el momento en que Bickford emprende en solitario el paso del cañón, y como por detrás, al fondo, mientras suena la sensacional melodía, aparece primero Heston...y más tarde el resto de hombres. Pocas veces se vió la lealtad casi ciega, fanática, tan bien reflejada en una escena sin palabras.
- toda la escena del duelo entre Peck y Connors, hasta su impresionante y trágico final
Los únicos peros que le pongo son:
- que no se desarrolle un poco más la relación entre Baker y Heston. ¿Hubo algo antes entre ellos? ¿Lo habrá en el futuro? Yo espero que sí, están hechos el uno para el otro. Heston es la clase de hombre que realmente quiere Baker, un tipo machote y duro. Mientras que el destino de Peck y Simmons parece evidente, lo de Heston y Baker es algo que queda abierto.
- cuando los hombres de Bickford cruzan el cañón, y caen en la trampa de los Hannassey. Primero cae un obstáculo de troncos para cerrarles el paso. Hasta ahí, bien. Pero cuando vuelven sobre sus pasos y cae otra barrera de troncos igual.... dónde estaba esta cuando pasaron primero por allí? De haber estado, era imposible no verla. Es el único truco que se saca de la manga Wyler. Se lo perdonamos.
- el momento en que Bickford emprende en solitario el paso del cañón, y como por detrás, al fondo, mientras suena la sensacional melodía, aparece primero Heston...y más tarde el resto de hombres. Pocas veces se vió la lealtad casi ciega, fanática, tan bien reflejada en una escena sin palabras.
- toda la escena del duelo entre Peck y Connors, hasta su impresionante y trágico final
Los únicos peros que le pongo son:
- que no se desarrolle un poco más la relación entre Baker y Heston. ¿Hubo algo antes entre ellos? ¿Lo habrá en el futuro? Yo espero que sí, están hechos el uno para el otro. Heston es la clase de hombre que realmente quiere Baker, un tipo machote y duro. Mientras que el destino de Peck y Simmons parece evidente, lo de Heston y Baker es algo que queda abierto.
- cuando los hombres de Bickford cruzan el cañón, y caen en la trampa de los Hannassey. Primero cae un obstáculo de troncos para cerrarles el paso. Hasta ahí, bien. Pero cuando vuelven sobre sus pasos y cae otra barrera de troncos igual.... dónde estaba esta cuando pasaron primero por allí? De haber estado, era imposible no verla. Es el único truco que se saca de la manga Wyler. Se lo perdonamos.
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