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6,9
6.223
8
26 de septiembre de 2024
26 de septiembre de 2024
31 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora madrileña, Icíar Bollaín, llega este próximo 27 de septiembre a los cines con Soy Nevenka (2024). Tras obras como El Olivo (2016), La boda de Rosa (2020) o Maixabel (2021), sin duda se consolida como la gran realizadora que es. Esta vez, Icíar lleva a la gran pantalla el caso de Nevenka Fernández, una concejala de Hacienda en Ponferrada que sufrió por parte del alcalde del ayuntamiento un calvario. Una persecución de acoso sexual continuo y sufrimiento que inició el famoso movimiento Mee Too, mucho antes de darle origen al término.
En 2021, Maribel Sánchez-Maroto ya llevó este caso real a Netflix, con el documental Nevenka (2021). No obstante, en esta ocasión se busca darle una visión al caso mucho más profunda y personal. Dentro de un estilo directo y, sobre todo claro con el mensaje a transmitir.
Una visión que como la directora nos tiene acostumbrados, no deja de funcionar. Soy Nevenka en su conjunto funciona de muy buena manera, tanto en la faceta de escritura como de dirección. Una puesta en escena perfecta para la ocasión que se refuerza con la buena elección del color y fotografía acorde con la evolución y tensión que poco a poco va construyendo la película. Simplemente con ver la elección de planos que presentan a cada personaje, hace saber el gran trabajo de dirección que hay detrás, y eso se agradece como espectador. Además de esos silencios que se ofrecen dentro de toda la locura a la que consigue llegar la historia.
Desde los primeros compases de la cinta, queda clara la fuerza con la que el futuro de Nevenka se desencadenará. Una fuerza y llamada de atención, incluso de auxilio, al espectador desde la primera secuencia, que hace que quedes totalmente enganchado a la butaca.
Todo esto no puede corroborarse sin un elenco detrás que acompañe el poderío de la trama. En este caso, tanto Mireia Oriol como Urko Olazabal realizan un trabajo maravilloso. Por un lado, Mireia con el personaje de Nevenka Fernández consigue transmitir de primera mano todo ese camino que sufre desde la inocencia de un amor desconocido a primera vista, hasta el sufrimiento en el que llega a verse envuelta.
Por otro lado, Urko se recrea de manera increíble en el personaje del acosador sexual Ismael Álvarez. Esa voz rasgada y amenazante junto con esa sonrisa constante que vemos a lo largo de la película y que logra transmitir perfectamente toda la maldad que hay detrás de esos ojos. Manos en la cintura, comentarios y la repetición de la palabra “tonta” por parte de su personaje durante todo el metraje, crea un rechazo y desprecio absoluto hacia su personaje. Siendo este el objetivo y consiguiéndolo con creces.
Mencionar también la gran labor musical que realiza Xavier Font para rematar el conjunto de valores de producción que hacen que entres totalmente y conectes con la historia, pero sobre todo que puedas darte cuenta de la magnitud que se está contando.
Dicho esto, muchos son los mensajes que podemos ver durante el visionado, desde críticas a la política como a la actuación de nuestra sociedad ante este tipo de sucesos. Bollaín es clara, indirectamente busca plantear donde nos encontramos 24 años después del caso Nevenka. Plantear también el concepto de dignidad, y sobre todo de la búsqueda de dignidad. Diez de diez para Icíar donde una vez más vuelve a emocionar con su cine. Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
Crítica en: https://historiadelcine.es/criticas-cine/soy-nevenka-2024-opiniones-resena/
En 2021, Maribel Sánchez-Maroto ya llevó este caso real a Netflix, con el documental Nevenka (2021). No obstante, en esta ocasión se busca darle una visión al caso mucho más profunda y personal. Dentro de un estilo directo y, sobre todo claro con el mensaje a transmitir.
Una visión que como la directora nos tiene acostumbrados, no deja de funcionar. Soy Nevenka en su conjunto funciona de muy buena manera, tanto en la faceta de escritura como de dirección. Una puesta en escena perfecta para la ocasión que se refuerza con la buena elección del color y fotografía acorde con la evolución y tensión que poco a poco va construyendo la película. Simplemente con ver la elección de planos que presentan a cada personaje, hace saber el gran trabajo de dirección que hay detrás, y eso se agradece como espectador. Además de esos silencios que se ofrecen dentro de toda la locura a la que consigue llegar la historia.
Desde los primeros compases de la cinta, queda clara la fuerza con la que el futuro de Nevenka se desencadenará. Una fuerza y llamada de atención, incluso de auxilio, al espectador desde la primera secuencia, que hace que quedes totalmente enganchado a la butaca.
Todo esto no puede corroborarse sin un elenco detrás que acompañe el poderío de la trama. En este caso, tanto Mireia Oriol como Urko Olazabal realizan un trabajo maravilloso. Por un lado, Mireia con el personaje de Nevenka Fernández consigue transmitir de primera mano todo ese camino que sufre desde la inocencia de un amor desconocido a primera vista, hasta el sufrimiento en el que llega a verse envuelta.
Por otro lado, Urko se recrea de manera increíble en el personaje del acosador sexual Ismael Álvarez. Esa voz rasgada y amenazante junto con esa sonrisa constante que vemos a lo largo de la película y que logra transmitir perfectamente toda la maldad que hay detrás de esos ojos. Manos en la cintura, comentarios y la repetición de la palabra “tonta” por parte de su personaje durante todo el metraje, crea un rechazo y desprecio absoluto hacia su personaje. Siendo este el objetivo y consiguiéndolo con creces.
Mencionar también la gran labor musical que realiza Xavier Font para rematar el conjunto de valores de producción que hacen que entres totalmente y conectes con la historia, pero sobre todo que puedas darte cuenta de la magnitud que se está contando.
Dicho esto, muchos son los mensajes que podemos ver durante el visionado, desde críticas a la política como a la actuación de nuestra sociedad ante este tipo de sucesos. Bollaín es clara, indirectamente busca plantear donde nos encontramos 24 años después del caso Nevenka. Plantear también el concepto de dignidad, y sobre todo de la búsqueda de dignidad. Diez de diez para Icíar donde una vez más vuelve a emocionar con su cine. Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
Crítica en: https://historiadelcine.es/criticas-cine/soy-nevenka-2024-opiniones-resena/

6,2
2.422
7
11 de marzo de 2024
11 de marzo de 2024
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Celia Rico vuelve a los cines este próximo 8 de marzo dirigiendo su nueva película Los pequeños amores (2024). Tal y como reflejaba en su ópera prima Viaje al cuarto de una madre (2018), con su nueva cinta la directora vuelve a presentar una historia verdaderamente intimista y humana entre la relación de un madre y una hija.
Un nexo familiar que desde un primer vistazo denota distancia y pensamientos fuera del acuerdo, pero con un trasfondo de vidas que realmente se unen más de lo que piensan.
La película nos planeta, a priori, una trama simple donde una madre viuda tras un leve accidente pasará el verano junto con su hija, con quien no comparte algunos ideales de vida. Celia vuelve a plasmar sobre la gran pantalla a dos grandes mujeres. Y aunque pueda resultar contradictorio, la cinta no intenta hablar sobre la maternidad, sino reflexionar sobre lo que supone ser hija.
Numerosas son las conclusiones que Celia planeta al espectador con el fin de entender según parezca a cada uno. Todo esto con una película muy personal narrada en gran parte en una casa de campo, como un único escenario.
Generalmente suele ser arriesgado limitar toda una historia a un simple escenario, pero en este caso la directora consigue que el espectador llegue a olvidar el sitio, incluso los nombres y la personificación de los personajes. Da igual quienes son, lo que importa es lo que dicen.
Los pequeños amores es significado de simpleza, de cotidianeidad, de dar importancia a lo verdaderamente importante. Simpleza que vemos reflejada tanto técnica como narrativamente, puesto que junto con las líneas de guion cómicas y los gags que deja caer, hace de una historia que en la que pocas veces se transmite positividad, te pueda sacar incluso una sonrisa.
Para poner cara a la trama, Celia Rico selecciona a dos grandes actrices como Adriana Ozores y María Vázquez. Por un lado, el personaje de Ani (Adriana), una madre ruda y firme en sus ideas de la que poco conocemos durante la película, pero que por pequeños detalles que nos desvela, se puede deducir toda la experiencia e incluso trabajo que hay detrás de ese personaje. Por otro lado, se encuentra Teresa (María), una mujer de cuarenta años que deja atrás un viaje con lo que comienza a ser su pareja, por tener que cuidar de su madre. Sobre este personaje recaen la mayoría de los valores que la historia quiere transmitir, tomando un punto de referencia distinto para cada espectador.
Sin embargo, todo el mundo está de acuerdo en que el amor es el motor principal de la historia. El amor entre ellas, el amor con otros, el amor de otros, el amor que cada uno quiera entender y recordar una vez vista la película. Un concepto que prácticamente aparece en cada situación que se nos presenta.
Dos de dos para Celia Rico, que una vez dirigida y firmado el guion se vuelve a consolidar como la directora y contadora de buenas historias que demuestra que es, sin la necesidad de grandes artificios. Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
https://historiadelcine.es/criticas-cine/los-pequenos-amores-2024-opiniones-resena/
Un nexo familiar que desde un primer vistazo denota distancia y pensamientos fuera del acuerdo, pero con un trasfondo de vidas que realmente se unen más de lo que piensan.
La película nos planeta, a priori, una trama simple donde una madre viuda tras un leve accidente pasará el verano junto con su hija, con quien no comparte algunos ideales de vida. Celia vuelve a plasmar sobre la gran pantalla a dos grandes mujeres. Y aunque pueda resultar contradictorio, la cinta no intenta hablar sobre la maternidad, sino reflexionar sobre lo que supone ser hija.
Numerosas son las conclusiones que Celia planeta al espectador con el fin de entender según parezca a cada uno. Todo esto con una película muy personal narrada en gran parte en una casa de campo, como un único escenario.
Generalmente suele ser arriesgado limitar toda una historia a un simple escenario, pero en este caso la directora consigue que el espectador llegue a olvidar el sitio, incluso los nombres y la personificación de los personajes. Da igual quienes son, lo que importa es lo que dicen.
Los pequeños amores es significado de simpleza, de cotidianeidad, de dar importancia a lo verdaderamente importante. Simpleza que vemos reflejada tanto técnica como narrativamente, puesto que junto con las líneas de guion cómicas y los gags que deja caer, hace de una historia que en la que pocas veces se transmite positividad, te pueda sacar incluso una sonrisa.
Para poner cara a la trama, Celia Rico selecciona a dos grandes actrices como Adriana Ozores y María Vázquez. Por un lado, el personaje de Ani (Adriana), una madre ruda y firme en sus ideas de la que poco conocemos durante la película, pero que por pequeños detalles que nos desvela, se puede deducir toda la experiencia e incluso trabajo que hay detrás de ese personaje. Por otro lado, se encuentra Teresa (María), una mujer de cuarenta años que deja atrás un viaje con lo que comienza a ser su pareja, por tener que cuidar de su madre. Sobre este personaje recaen la mayoría de los valores que la historia quiere transmitir, tomando un punto de referencia distinto para cada espectador.
Sin embargo, todo el mundo está de acuerdo en que el amor es el motor principal de la historia. El amor entre ellas, el amor con otros, el amor de otros, el amor que cada uno quiera entender y recordar una vez vista la película. Un concepto que prácticamente aparece en cada situación que se nos presenta.
Dos de dos para Celia Rico, que una vez dirigida y firmado el guion se vuelve a consolidar como la directora y contadora de buenas historias que demuestra que es, sin la necesidad de grandes artificios. Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
https://historiadelcine.es/criticas-cine/los-pequenos-amores-2024-opiniones-resena/

7,0
15.110
7
28 de diciembre de 2024
28 de diciembre de 2024
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward Berger llega de nuevo a la gran pantalla este dos mil veinticuatro con Cónclave (2024). Tras su gran éxito con títulos como Sin novedad en el frente (2022), Con todo mi amor (2019) o Jack (2014), el director alemán plantea algo totalmente distinto esta vez.
La muerte del Pontífice hace que el cardenal Lawrence sea uno de los elegidos para dirigir uno de los encuentros más importantes, el nombramiento de un nuevo Papa. Esto hará que Lawrence quede envuelto en una conspiración de las altas esferas religiosas, mientras por otro lado, descubre uno de los grandes misterios que podría agitar la base de la Iglesia.
Para ello, Berger cuenta con Ralph Fiennes como Lawrence. El centro de la trama y alrededor del cual gira toda la película. Sin duda una interpretación perfecta, sobre un papel bastante complejo, no por su significado, sino por su personalidad.
Al elenco se suman grandes nombres como Stanley Tucci e Isabella Rossellini, quienes realizan una labor muy buena sobre la pantalla, que hace enganche directamente con el espectador.
Por otro lado, en cuanto a puesta en escena y manera de abordar la película, Edward arranca con todo. Busca constantemente ir a lo grande y captar la atención del público desde el primer minuto. Todo esto a través de una cámara en mano que produce cercanía y una fotografía perfectamente equilibrada, que va decayendo en cuanto a estabilidad, de la misma manera que cae la propia congregación. Sublime el trabajo de Stéphane Fontaine a la hora de narrar la historia a través del propio encuadre. Sin duda este es uno de los grandes puntos fuertes de la película, a lo que suma la labor de Volker Bertelmann con la música.
Sin embargo, conforme avanzan los minutos, esa fuerza y motivación con la que empieza, se encuentra totalmente diluida ante la caída de ritmo que denota la cinta. Una bola que cada vez se va haciendo más pesada, y que hace que muchos momentos pasen desapercibidos e incluso inexistentes o innecesarios. Además, la elección por parte del guion llegados al final de la historia hace que el espectador quede totalmente desubicado, en el mal sentido de la palabra, algo que por completo te saca de la película.
Sin duda, apena que en todo su conjunto decaiga una pieza tan importante como la fuerza de la historia, pero, sobre todo, el no saber mantenerla hasta el final de la misma. Quedas un poco desconcertado llegado a los créditos finales. Esa sensación de preguntarte muchas cosas acerca de qué acaba de pasar. Y mucho más importante, de por qué ha pasado de tal manera.
Aun así, Cónclave es toda una declaración de intenciones. Es el claro ejemplo de cuando el cine sabe moverse dentro de unas líneas, algunas veces muy finas, en la sociedad. Y de cómo de manera general, sabe jugar en ese entorno.
Edward Berger con esta película quiere tratar algo más allá de la propia religión. Busca mostrar todo lo que no se sabe que hay detrás de las puertas cerradas.
Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
Crítica completa: https://historiadelcine.es/criticas-cine/conclave-2024-opiniones-resena/
La muerte del Pontífice hace que el cardenal Lawrence sea uno de los elegidos para dirigir uno de los encuentros más importantes, el nombramiento de un nuevo Papa. Esto hará que Lawrence quede envuelto en una conspiración de las altas esferas religiosas, mientras por otro lado, descubre uno de los grandes misterios que podría agitar la base de la Iglesia.
Para ello, Berger cuenta con Ralph Fiennes como Lawrence. El centro de la trama y alrededor del cual gira toda la película. Sin duda una interpretación perfecta, sobre un papel bastante complejo, no por su significado, sino por su personalidad.
Al elenco se suman grandes nombres como Stanley Tucci e Isabella Rossellini, quienes realizan una labor muy buena sobre la pantalla, que hace enganche directamente con el espectador.
Por otro lado, en cuanto a puesta en escena y manera de abordar la película, Edward arranca con todo. Busca constantemente ir a lo grande y captar la atención del público desde el primer minuto. Todo esto a través de una cámara en mano que produce cercanía y una fotografía perfectamente equilibrada, que va decayendo en cuanto a estabilidad, de la misma manera que cae la propia congregación. Sublime el trabajo de Stéphane Fontaine a la hora de narrar la historia a través del propio encuadre. Sin duda este es uno de los grandes puntos fuertes de la película, a lo que suma la labor de Volker Bertelmann con la música.
Sin embargo, conforme avanzan los minutos, esa fuerza y motivación con la que empieza, se encuentra totalmente diluida ante la caída de ritmo que denota la cinta. Una bola que cada vez se va haciendo más pesada, y que hace que muchos momentos pasen desapercibidos e incluso inexistentes o innecesarios. Además, la elección por parte del guion llegados al final de la historia hace que el espectador quede totalmente desubicado, en el mal sentido de la palabra, algo que por completo te saca de la película.
Sin duda, apena que en todo su conjunto decaiga una pieza tan importante como la fuerza de la historia, pero, sobre todo, el no saber mantenerla hasta el final de la misma. Quedas un poco desconcertado llegado a los créditos finales. Esa sensación de preguntarte muchas cosas acerca de qué acaba de pasar. Y mucho más importante, de por qué ha pasado de tal manera.
Aun así, Cónclave es toda una declaración de intenciones. Es el claro ejemplo de cuando el cine sabe moverse dentro de unas líneas, algunas veces muy finas, en la sociedad. Y de cómo de manera general, sabe jugar en ese entorno.
Edward Berger con esta película quiere tratar algo más allá de la propia religión. Busca mostrar todo lo que no se sabe que hay detrás de las puertas cerradas.
Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
Crítica completa: https://historiadelcine.es/criticas-cine/conclave-2024-opiniones-resena/

3,8
463
3
14 de octubre de 2024
14 de octubre de 2024
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Audrey Diwan abría este año el Festival de San Sebastián con el estreno de su última película, Emmanuelle (2024). La realizadora francesa, la cual incluye títulos en su filmografía como El Acontecimiento (2021), Just the Two of Us (2023) o Mais vous êtes fous (2019), esta vez vuelve a la pantalla grande con una trama de género erótico, actuando como adaptación de la novela homónima de Emmanuelle Arsan escrita en 1959, y remake de la cinta de Just Jaeckin de 1974.
En este caso, Noemi Merlant es la que se recrea en el personaje de Emmanuelle, quien sale en busca de recuperar ese placer perdido volando a Hong Kong por temas de trabajo. Allí será donde constantemente se sienta incitada por un hombre.
En este remake, Netflix se une al proyecto con la intención de darle una visión distinta a lo realizado anteriormente con esta historia. Sin embargo, resulta ser todo un caos.
De alguna manera, desde el inicio de la película se planta cara al espectador con toda una declaración de intenciones. Un thriller erótico que acaba convirtiéndose en un bucle con un rumbo lejos de estar definido.
Peca demasiado de anteponer el sexo en un primer plano a la hora de narrar la historia de esta mujer, o que hace que se convierta desde la butaca en una experiencia incómoda y chocante, fuera de todo significado positivo.
No obstante, para nada quiere decir que Audrey realice un mal trabajo de dirección. Emmanuelle mantiene algunos momentos una estética conforme y una fotografía acorde al sentido que se intuye que es la deseada. Aunque todo esto no sirve de justificación a la hora de sacar una conclusión clara sobre la película.
Realmente el fallo se encuentra en la ejecución a la hora de estructurar esta adaptación, y sobre todo en la intención de querer estar a la altura en todo momento. Esto es lo que hace que la película no llegue a tener un alma definida que haga que interese la historia.
Y es una pena, por el mero hecho de todos los buenos nombres que hay detrás del equipo. Desde el pasado cinematográfico de la realizadora, hasta nombres como Naomi Watts o Merlant. Acabas por desconectar de sus personajes y desemboca a que no interese de dónde vienen y a donde van. Sin duda, Emmanuelle es directa, tanto en búsqueda de pasión, como en sexo, y muchas veces innecesariamente explícita.
Aun así, la película ofrece algunas conclusiones que destacar. La búsqueda de un vacío personal encarado y dirigido por un empoderamiento femenino frente al sexo, con el objetivo de demostrar confianza en una misma. Y sobre todo la honestidad a la hora de afrontar esto durante toda la historia.
A modo de conclusión, Emmanuelle no ha conseguido calar de ninguna manera y como se decía, cae en una espiral de erotismo y desnudez que no lleva a ningún camino. En gran parte debido a la poca personalidad y estilo propio que, a pesar de tenerlo, en esta ocasión Audrey Diwan no consigue demostrar. Quizá en gran parte al introducir como respaldo a una productora tan global.
Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
En este caso, Noemi Merlant es la que se recrea en el personaje de Emmanuelle, quien sale en busca de recuperar ese placer perdido volando a Hong Kong por temas de trabajo. Allí será donde constantemente se sienta incitada por un hombre.
En este remake, Netflix se une al proyecto con la intención de darle una visión distinta a lo realizado anteriormente con esta historia. Sin embargo, resulta ser todo un caos.
De alguna manera, desde el inicio de la película se planta cara al espectador con toda una declaración de intenciones. Un thriller erótico que acaba convirtiéndose en un bucle con un rumbo lejos de estar definido.
Peca demasiado de anteponer el sexo en un primer plano a la hora de narrar la historia de esta mujer, o que hace que se convierta desde la butaca en una experiencia incómoda y chocante, fuera de todo significado positivo.
No obstante, para nada quiere decir que Audrey realice un mal trabajo de dirección. Emmanuelle mantiene algunos momentos una estética conforme y una fotografía acorde al sentido que se intuye que es la deseada. Aunque todo esto no sirve de justificación a la hora de sacar una conclusión clara sobre la película.
Realmente el fallo se encuentra en la ejecución a la hora de estructurar esta adaptación, y sobre todo en la intención de querer estar a la altura en todo momento. Esto es lo que hace que la película no llegue a tener un alma definida que haga que interese la historia.
Y es una pena, por el mero hecho de todos los buenos nombres que hay detrás del equipo. Desde el pasado cinematográfico de la realizadora, hasta nombres como Naomi Watts o Merlant. Acabas por desconectar de sus personajes y desemboca a que no interese de dónde vienen y a donde van. Sin duda, Emmanuelle es directa, tanto en búsqueda de pasión, como en sexo, y muchas veces innecesariamente explícita.
Aun así, la película ofrece algunas conclusiones que destacar. La búsqueda de un vacío personal encarado y dirigido por un empoderamiento femenino frente al sexo, con el objetivo de demostrar confianza en una misma. Y sobre todo la honestidad a la hora de afrontar esto durante toda la historia.
A modo de conclusión, Emmanuelle no ha conseguido calar de ninguna manera y como se decía, cae en una espiral de erotismo y desnudez que no lleva a ningún camino. En gran parte debido a la poca personalidad y estilo propio que, a pesar de tenerlo, en esta ocasión Audrey Diwan no consigue demostrar. Quizá en gran parte al introducir como respaldo a una productora tan global.
Una vez dicho esto, la película es de cada uno.

7,1
23.889
8
26 de septiembre de 2024
26 de septiembre de 2024
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueve años después, vuelve a las pantallas grandes una de las grandes historias que Disney Pixar ha dado a los espectadores en el siglo XXI. Inside Out 2 (2024), la secuela de lo que seguramente se convierta en una saga. Esta vez con muchos cambios tanto dentro como fuera de la trama. Pete Docter, la vieja confiable de la compañía de animación cede el relevo de dirección a Kelsey Mann, un animador de la casa involucrado en proyectos como El viaje de Arlo (2015) o Purl (2018).
Por otro lado, también hay cambios dentro la trama. Nos encontramos ahora en plena adolescencia de Riley, lo que conlleva grandes cambios en su vida y la bienvenida de nuevas emociones que hasta ahora no conocía, ni conocíamos. Vergüenza, envidia, ansiedad y algo llamado “Ennui” (aburrimiento) pasarán a formar parte de los estados de ánimo de la joven de trece años a partir de ahora.
Una vez dicho esto, la pena más grande es saber a lo que te enfrentas al llegar a la sala. El hecho de conocer la idea en la que gira la saga hace que se pierda esa novedad que en 2015 sorprendía a tanta gente. Dejando esto de lado, desde el inicio hace que entres directamente en la película. Un inicio que sitúa perfectamente tanto el tiempo pasado hasta la fecha, como la vuelta de los anteriores personajes asemejándose casi a un equipo de superhéroes.
El hecho de que gran parte de la película se divida de alguna forma en dos bandos entre emociones nuevas y emociones antiguas, hace bastante participe al espectador a la hora de establecer juicios y opiniones que se van balanceando perfectamente según avanza la cinta.
En cuanto a técnicas narrativas, podríamos separar la película perfectamente en dos partes divididas por un detonante, el cual es cierto que junto con su resolución puede llegar a hacerse de algún modo repetitivo, sentir que cae demasiado en la reiteración. Aún así, la magia que se desprende en todo momento consigue ahuyentar esos pensamientos durante el visionado.
Cierto es que no hay que olvidar al público al que va dirigido. Sin embargo, como es de esperar de esta gran fábrica de sueños como es Pixar, si sabes mirar más allá de la pequeña historia infantil que se nos plantea, Inside Out 2 deja mucho que aprender acerca de la sociedad que tenemos actualmente. Una sociedad comida por la envidia, prejuicios, hipocresía y, sobre todo, soberbia. A través de esto, la película nos da un mensaje claro: no dejes que la ansiedad se apodere de ti.
En términos más técnicos, el estilo Pixar es el que venimos conociendo hasta la fecha y que tanto enamora a los espectadores. Aun así, hay que destacar el gran trabajo que hace Kelsey con la elección de planos a la hora de tocar importantes secuencias durante la trama. Esto hace que coja una gran personalidad en dirección, sobre todo en una película de animación donde muchas veces se deja de lado el apartado técnico.
En esta segunda entrega, se echa muchas veces de menos ese tema principal tan característico que encabeza la banda sonora de la película. En este caso, Giacchino también cede el relevo a la compositora Andrea Datzman. Llegados a este punto, Inside Out 2 sin duda dejará una huella grande dentro de la historia de Pixar, a pesar de no llegar a conseguir lo que la primera entrega desprendió en su momento. Veremos que nos depara el futuro de Riley que sin duda suena interesante. A partir de aquí, hay que quedarse una vez más con que la alegría es el camino correcto y no podemos dejar que las emociones decidan quienes somos.
Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
Por otro lado, también hay cambios dentro la trama. Nos encontramos ahora en plena adolescencia de Riley, lo que conlleva grandes cambios en su vida y la bienvenida de nuevas emociones que hasta ahora no conocía, ni conocíamos. Vergüenza, envidia, ansiedad y algo llamado “Ennui” (aburrimiento) pasarán a formar parte de los estados de ánimo de la joven de trece años a partir de ahora.
Una vez dicho esto, la pena más grande es saber a lo que te enfrentas al llegar a la sala. El hecho de conocer la idea en la que gira la saga hace que se pierda esa novedad que en 2015 sorprendía a tanta gente. Dejando esto de lado, desde el inicio hace que entres directamente en la película. Un inicio que sitúa perfectamente tanto el tiempo pasado hasta la fecha, como la vuelta de los anteriores personajes asemejándose casi a un equipo de superhéroes.
El hecho de que gran parte de la película se divida de alguna forma en dos bandos entre emociones nuevas y emociones antiguas, hace bastante participe al espectador a la hora de establecer juicios y opiniones que se van balanceando perfectamente según avanza la cinta.
En cuanto a técnicas narrativas, podríamos separar la película perfectamente en dos partes divididas por un detonante, el cual es cierto que junto con su resolución puede llegar a hacerse de algún modo repetitivo, sentir que cae demasiado en la reiteración. Aún así, la magia que se desprende en todo momento consigue ahuyentar esos pensamientos durante el visionado.
Cierto es que no hay que olvidar al público al que va dirigido. Sin embargo, como es de esperar de esta gran fábrica de sueños como es Pixar, si sabes mirar más allá de la pequeña historia infantil que se nos plantea, Inside Out 2 deja mucho que aprender acerca de la sociedad que tenemos actualmente. Una sociedad comida por la envidia, prejuicios, hipocresía y, sobre todo, soberbia. A través de esto, la película nos da un mensaje claro: no dejes que la ansiedad se apodere de ti.
En términos más técnicos, el estilo Pixar es el que venimos conociendo hasta la fecha y que tanto enamora a los espectadores. Aun así, hay que destacar el gran trabajo que hace Kelsey con la elección de planos a la hora de tocar importantes secuencias durante la trama. Esto hace que coja una gran personalidad en dirección, sobre todo en una película de animación donde muchas veces se deja de lado el apartado técnico.
En esta segunda entrega, se echa muchas veces de menos ese tema principal tan característico que encabeza la banda sonora de la película. En este caso, Giacchino también cede el relevo a la compositora Andrea Datzman. Llegados a este punto, Inside Out 2 sin duda dejará una huella grande dentro de la historia de Pixar, a pesar de no llegar a conseguir lo que la primera entrega desprendió en su momento. Veremos que nos depara el futuro de Riley que sin duda suena interesante. A partir de aquí, hay que quedarse una vez más con que la alegría es el camino correcto y no podemos dejar que las emociones decidan quienes somos.
Una vez dicho esto, la película es de cada uno.
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