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Críticas 2.197
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
3 de febrero de 2018
378 de 636 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nominada a mejor guion, mejor película, mejor montaje, mejor banda sonora, mejor actriz y actor principal y mejor actor secundario, y con una nota media de 7.8 en la web, «Tres anuncios en las afueras» es teóricamente la mejor película que podemos ver a día de hoy en las salas de cine.

No quiero ser malvada y no busco hacer saña, pero ¿no se está sobredimensionando un poco? A caballo entre el western, los Coen y Cormac McCarthy, «Tres anuncios en las afueras» nos narra el conflicto entre una madre que ha perdido a su hija y la presión de todo un pueblo de Missouri ante su particular forma de denunciar la impunidad del crimen. Esto, que a primera vista se podría pensar que es lo importante, en el fondo no lo es, solo la excusa, el macgufin para contarnos lo que de verdad le interesa a Martin McDonagh: un alegato a favor del amor y la solidaridad entre las personas.

Para ello hace un retrato de personajes increíble, vamos, que no se cree, en el que volvemos a encontrarnos con el repetido planteamiento de lo que llamaré «evolución mágica». Es decir, que yo hasta hace cinco minutos he sido una persona violenta, con pocos escrúpulos, una tirada de la vida, y cinco minutos después evoluciono a un héroe lleno de amor y de tolerancia hacia el prójimo. Porque sí. Los personajes ambiguos suelen ser fascinantes, pero la gama de grises tiene que perfilarse con coherencia y sentido, tiene que haber relación entre causas y efectos; es una falacia pensar que un psicópata que no ha demostrado nunca sentimientos va a enamorarse o que un racista convencido abrazará a un negro por arte de birlibirloque. Eso son clichés, una prueba de ese buenismo exasperante en el que no se comprende que el mal, que la ira, que la frustración, que los pensamientos políticamente incorrectos están dentro de nosotros, en unos más y en otros menos, y que para extirparlos de nuestra psique y de nuestra alma se necesita mucho más que una carta o que un discursito, por mucho amor que haya en ello.

Así, «Tres anuncios en las afueras», de la que diría que es más comedia negra que drama, está repleta de esa incoherencia, de situaciones y actitudes inverosímiles que lastran el relato. Además de incluir con toda alevosía un discurso feminista en el que las mujeres válidas son cincuentonas, duras, agresivas, independientes y muy badass, y las no válidas tienen diecinueve años, sirven de huida vital y sexual para el varón y son tan bobas perdidas que se enamoran de un viejo maltratador. Este punto en torno a la violencia me parece interesante. Porque quizás el maltrato depende de la percepción, y es muy posible que Mildred (y el guion) perciba que la violencia es solo una manifestación de las personas independiente del género; solo una reacción humana válida en la que gana el más fuerte, una interacción entre iguales en la que ella misma puede a veces ganar o perder.

Mucha publicidad y poco fundamento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1.Todo el pueblo se pone en contra de Mildred por acusar al apreciado sheriff Willoughby en sus anuncios a las afueras..., hasta el punto de que el dentista del pueblo ¿quiere atacarla en la consulta? ¿No es un poco surrealista esto?

2.Todo el pueblo en contra, sí, pero... cuando Mildred pone por segunda vez los anuncios cuando ya ha muerto el querido sheriff Willoughby nadie dice ni mu. Vamos, que puede que se dé por sentado (o no), pero choca que el conflicto desaparezca por completo de la trama, como si nadie se fijara ya.

3.El sheriff sabe que la gente mira mal a Mildred por la acusación que le ha hecho y que está teniendo problemas con la gente..., pero el muy suavón no la defiende ni una sola vez aun estando a favor de esos anuncios. No lo entiendo. Bueno, sí lo entiendo: el guion nos quiere engañar con la personalidad de Willoughby.

4.El sheriff espera a matarse para mandarle una carta a su amigo Dixon, que es un bala perdida, y darle así un par de consejos pero... ¿por qué no se los da estando vivo? ¡Por qué!

5.Y, por supuesto, Dixon lee la carta de su amigo muerto y cambia por completo de personalidad, se hace bueno al instante y se llena de amor... Pues, hijo, si te lo hubiera dicho antes nos hubiéramos ahorrado unos cuantos problemas.

6.Un policía apalea a una persona en medio de la calle delante de un montón de gente y no pasa nada. El resto de polis miran para otro lado. ¿En serio?

7.Me reencuentro con el tipo que me ha apaleado y me ha mandado al hospital y como me pide perdón entre lágrimas y está malherido le perdono sin condiciones... Vale, hay gente buena en el mundo, pero esto está demasiado simplificado a mi parecer...

8.Flashback de Mildred con su hija:
-¿Me dejas el coche?
-No, lo necesito.
-Está bien, iré al dando.
-Ve andando.
-Ojalá me violen por el camino.
-Eso, ojalá te violen por el camino...

Y, claro, justo la violan y la matan... Venga, por favor.

9.Mi padre es un maltratador... pero nos llevamos genial con él, sin rencores.

10.En otra escena surrealista, el exmarido de Mildred tiene un arranque de violencia, así que la coge del cuello y la estampa contra la pared. Para defenderla, el hijo le pone al padre un cuchillo en el cuello. A continuación pasan unas cuantas cosas:

-La novia del exmarido entra, lo ve y su reacción es reírse como una tonta y decir que quiere ir al baño.
-El hijo le dice dónde está el baño.
-El padre suelta a la madre, el hijo suelta el cuchillo y se sientan todos a la mesa en plan aquí no ha pasado nada y qué bien nos llevamos.
-El padre se pone a llorar al recordar a su hija muerte y Mildred le acaricia y lo consuela llamándole «cariño».
-Se despiden en plan buen rollo total.
-WTF.

11.El supuesto violador, ¿qué pretende entrando en la tienda de Mildred? ¿De qué va este hombre? De nada, solo que el guion quiere engañarnos.
30 de septiembre de 2014
279 de 438 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriller con un toque negro, no demasiado, a cargo de Alberto Rodríguez, quien también co-escribe el guión de «La isla mínima». Loable y efectivo intento que siempre es de agradecer en el cine español, pero que termina descompensándose. Como veo que todo el mundo alaba el guión apunto en spoiler algunas lagunas, por no decir marismas, que no pueden tolerarse en una obra genial.

Factura técnica destacable gracias a la sincera y opresiva ambientación andaluza, y a una fotografía occipital impresionante cargada de símbolos y efectos visuales; por ejemplo el paisaje de los créditos iniciales es un cerebro en toda regla. El toque excelente lo aportan los actores, y no me refiero a Jesús Castro, a quien encuentro pésimo, sino al dueto protagonista. Raúl Arévalo es un intérprete con personalidad y reconozco que me encanta su estilo, su voz, sus ojos entornados; el hándicap con el que cuenta es que su personaje se perfila a la sombra de su compañero de reparto, el agente Juan, verdadero héroe de la historia. Javier Gutiérrez asombra en un papel dramático con un personaje que logra una sincronización absoluta entre la suavidad y la dureza; obvio el recurso de la enfermedad terminal como supra castigo divino por sus maldades porque me repatea.

Eso no es ser valiente, señor Rodríguez, sino caer en el cliché; el mismo en el que cae al introducir la Brigada Político Social y las torturas. Me pregunto qué aporta a la historia, excepto la tan manida y manipulada ambigüedad moral, elemento importante de la película que sin embargo no tiene fundamento: para que una persona sea buena y mala a la vez, hay que darle una justificación, una coherencia interna que no ocurre, o no se ve, en la película. De hecho, si la idea era confrontar dos modelos de pensamiento, «La isla mínima» ha fracasado. Primero, porque Rodríguez no imprime la tensión que se esperaría entre caracteres tan teóricamente contrarios, si es que lo son visto lo visto. Dos, porque hay una falta de diálogos alarmante, así que los personajes, silenciosos y profesionales, evitan tener que explicarse uno al otro su visión sobre la vida, la justicia, la política, la violencia o los remordimientos, y de esta manera se omite entrar en el laberinto del post franquismo con verisimilitud y reflexión.

Tal cual es, te hace pasar un rato enganchada. Al final, ¿todo está en orden o no? Pues mira, no lo sé, pero adivina quién es el culpable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-La escena de Quini entrando en el coche y amenazando con la navaja es imposible de rodar. Ambos personajes deberían haber visto que salía alguien de la casa, que se acercaba a ellos, que abría la puerta del coche y se sentaba. Hombre, no.

-¿El asesino no puede cambiar de coche? Dos policías investigando en un pueblo diminuto, un montón de cómplices bajo sospecha... y van y cogen a otra niña para matarla en el mismo coche blanco. En fin.

-¿Quién golpea a Juan cuando ve al hombre del sombrero? Y otra vez el mismo fallo: ¿cómo no le ve ni le oye si es un campo vacío y solitario? ¡Por favor!

-En el desenlace: después de hablar con el juez, de escuchar la grabación (¿con quién habla la niña, por cierto?), de interrogar a la señora del coto y de ir a la casa abandonada... ¡se encuentran por la carretera con el coche del asesino! ¿Se puede saber de dónde viene o a dónde va para que justo le pillen cruzando por allí? ¿Cómo es posible esto?

-¿Quién les envía las fotografías pornográficas en un sobre? Misterio.

-¿Por qué las cuatro muertes han ocurrido en septiembre? No hay relación causal entre el crimen y el mes, aunque nos hacen creer que sí.

-¿Cómo está montada la trama criminal? ¿Quini se las liga, se las da al rico y luego las matan entre los tres? Si el primer asesinato ocurrió cuatro años antes y la víctima no tenía relaciones con Quini, ¿qué pasó? Sebastián trabajaba en el hotel, ¿de qué forma entablaron contacto? Es más: este Sebastián, siendo guardés ahora, ¿cómo convence a las niñas para que se crean que les va a dar un trabajo en la ciudad? Otra cosa: si lleva dos años fugado viviendo en la casa, ¿cómo que el cazador afirma que no le ha visto en su vida?

-¿Ningún padre sospecha de ese Quini, que está relacionado con las últimas tres desaparecidas? Las muchachas, ¿no son un poco crédulas?

-¿Qué pasa con la familia de las dos adolescentes? ¿Les matan los traficantes? ¿Se van del pueblo? Esta trama debería haberse cerrado, ¿no?

Si alguien sabe las respuestas, estoy abierta a explicaciones.
16 de abril de 2017
148 de 201 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que sí, claro que «Life» es una copiada de «Alien: el octavo pasajero». Esto no quiere decir que sea igual, que esté a su nivel, que transmita lo mismo o que pueda compararse. Ridley Scott firmó una obra de arte extraterrena, metacinematográfica, palabras mayores en la cultura occidental. Y precisamente por eso creó escuela y marcó el género para siempre, lo siento mucho, pero es así: la ciencia ficción es Alien y vuelve a Alien. También tiene mucho de «Gravity», para qué ocultarlo.

De acuerdo, pero tendrá algo más, ¿no?, os estaréis preguntando. Pues sí: tiene básicamente entretenimiento. «Life» es una película que te divierte, y cuando digo divertir me refiero a que es divertida, que hasta puedes reírte si tienes un humor retorcido; yo creo que lo tengo, porque el final (que no me pilló por sorpresa) hasta me pareció sarcástico, fíjate por donde, y es tan asquerosa en las muertes que supera ese límite entre lo que espanta y lo que ya es cachondeo. No creo que Espinosa tuviera esa intención, pero le ha salido de esa manera y de alguna forma, también retorcida, es una cualidad. Su mayor defecto es que una tiene la constante sensación de que los personajes cometen una estupidez detrás de otra y de que en realidad no se están tomando la situación con el suficiente escalofrío. Las típicas historias personales de los personajes sobran por completo. A ver si aprendemos de una vez que lo más importante no es contarnos la vida de nadie, sino saber cómo es ese personaje, y para eso está la película: para conocerlo durante su desarrollo, cosa que no ocurre.

Quedarte mirando con la boca abierta cómo desangran a tu amigo puede definir a la perfección el comportamiento de los seis pasajeros de esta tripulación de la Estación Internacional que tienen como misión el estudio de unas muestras importantísimas de Marte. A mí ya esto, de entrada, me parece muy raro: la prueba de la existencia de vida extraterrestre ¿la investiga un único científico fuera de la Tierra, sin más medios que unos guantes aislantes y una rata? ¿De verdad funciona así? Bueno, el caso es que la vida alienígena se despertará de su letargo y, claro, ya están todos fastidiados.

Lo mejor es la recreación espectacular de la nave y el reparto, con Jake Gyllenhaal a la cabeza. No es muy larga y al menos recupera cierto espíritu de la ciencia ficción más clásica.

Calvin, no me gusta tu cara.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Los tres cortafuegos que han ideado los expertos tienen bemoles. ¿De verdad no hay un término medio entre mandar a todo el mundo al espacio exterior y matar al bicho? Durante el tiempo que lo investigan, ¿no hubiera sido lo lógico conocer sus puntos débiles, de qué está hecho, si es resistente al fuego, si su piel es protectora...? ¿Algo...? No, si la cosa sale mal, a tomar por saco, amigos. Me gustaría saber qué leches ha estudiado el científico Hugh (Ariyon Bakare) en la Estación.

-Por cierto, que el único responsable de esa vida alienígena es una única persona. Solo una. No me lo creo.

-¿Y lo dejan fuera de la Tierra? Si se encontrase vida en otro planeta, ¿de verdad no nos lo traeríamos aquí para investigarla en condiciones y con muchas más medidas de seguridad? Es que tampoco me lo creo.

-Las medidas de cuarentena: una puerta. El laboratorio donde está el bicho está separado del resto de la nave por una puerta y unos cristales. Punto. Tanto es así, que Rory (Ryan Reynolds) coge el picaporte y entra tan pancho cuando Hugh está siendo atacado por el alien la primera vez. Ahí empieza todo. Es más: ¿a nadie se le ocurre sellar el laboratorio en ese mismo momento si no lo has hecho antes? Es que no hacen ni el intento.

-Querida tripulación, si veis que el fuego no le hace ningún daño ¿por qué insistís? De hecho, alguien dirá más adelante que lo lleven a tal habitación y lo quemen...

-Cuando el alien se adhiere a la pierna inválida de Hugh... esa escena directamente no se ve porque sencillamente no se puede rodar. Es imposible que no se dé cuenta. Tanto es así, que yo creo que él mismo le ha dejado comer de él. El colmo es cuando el resto empieza a sospechar (que haya un bulto debajo del pantalón no es suficiente...) y la doctora Miranda (Rebecca Ferguson) va y abre el pantalón mientras exclama intrigada «¿qué es esto?»... ¿«Qué es esto»? Cómo que «¿Qué es esto?», por favor. ¡¿Qué va a ser?!

-Hay un momento en el que a Ferguson, Jake y Sanada les persigue el alien... y va el japonés y se desvía hacia otra parte justo detrás de Gyllenhaal, que empieza a llamarle desesperado porque, claro, se queda tan a cuadros como nosotros. Uno piensa que es que ha ideado algún tipo de plan, se le ha ocurrido algo... pero no, simplemente se va para meterse en su cápsula. Porque sí. En realidad te acabas dando cuenta de que era la única forma estúpida que se le ocurrió a los guionistas para separar el grupo. Por cierto que los demás se olvidan de su amigo japonés, ¿eh?

-¿Nadie piensa en armarse de alguna forma contra el extraterrestre? Ni siquiera intentan golpearle, reducirlo, pincharle... no sé, algo, por idiota que pueda parecer, pero al menos quedaría la intención, el que lo piensen.

-¿Cómo es posible que Gyllenhaal siga vivo al caer a la Tierra? No solo vivo, sino que ni lo tiene en la boca ni nada. El bicho no quería comérselo, quería toquetearlo un ratito ¿no?
28 de mayo de 2016
110 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no soy mutante, que se sepa, y os aseguro que he visto el fin del mundo X-Men en esta «Apocalipsis». O espabilan o aquí morimos todos... entre otras cosas de fastidio. Tras «Días del futuro pasado», nada de lo ocurrido ha ocurrido, con lo cual nada de lo que habíamos visto hasta entonces ha pasado; al menos en este nuevo universo que al parecer se caracteriza por el petardeo de todos y cada uno de sus protagonistas y tramas.

Han transcurridos diez años desde que Magneto quisiera dominar el mundo y arrancara un estadio entero de fútbol. Ahora cada X-Men se ha ido por su lado y aparecen otros nuevos jóvenes mutantes que tienen que aprender a aceptar y controlar sus poderes en el Colegio para Talentos del profesor Charles Xavier. A esto se une una gran amenaza. Una amenaza que es la repera: Apocalipsis. El nombre ya te indica que el muchacho es peligrosillo, pero la historia (¿?) no se preocupa mínimamente de apuntalar el personaje que en teoría es el centro de toda la película. Desde luego, no se concreta quién/qué es este Apocalipsis pero es que tampoco nos explican qué quiere conseguir en su «nueva era», aparte de lo obvio de que gobiernen los mutantes, ni cuál es su filosofía, ni mucho menos por qué siente tanto odio hacia la civilización actual desde el primer momento. Me llaman la atención sus deseos de aniquilar muy especialmente las «organizaciones» y las «superpotencias» y su gusto por hacerle tatuajes y cambiar de peinado al mutante Ángel. Él sabrá por qué. Eso sí, deberíamos agradecerle al señor Apocalipsis que elimine el armamento nuclear del planeta.

Dos horas de película en las que no pasa nada importante porque se limitan a presentar a los personajes que hemos visto mil veces y a asustarse de la amenaza que les viene encima, y una media hora final en la que la acción se concentra en una mega batalla podría ser el resumen de «X-Men: Apocalipsis». De verdad, esta película no tiene guión, se basa es una exhibición de poderes mutantes para que se note la inversión en efectos especiales. Los personajes los han arrastrado por los suelos, los han convertido en clichés que no abren la boca y tienen el relieve de una hoja de papel. Mariposa Mental destaca por poner solo cara de pocos amigos y ser la única a la que Apocalipsis le coloca un bañador como traje; Tormenta cambia de bando como si fuese un muñeco de Lego, Ángel desaparece, la agente Moira es relleno puro y duro, Caos pasaba por allí, lo de Lobezno no pienso comentarlo y Magneto... Magneto merece un párrafo aparte.

Lo de Magneto es una vergüenza. Erik ha sufrido a lo largo de los años esa especie de síndrome tan moderno en el que solo para ser guay puedes ser bueno. Atrás quedó ese poderoso, metódico, calculador, imperioso, inteligente y ambiguo personaje que Sir Ian McKellen encarnó y creó tan maravillosamente bien. El Erik de Michael Fassbender fue en «Primera generación» una genialidad sin contestaciones y se mantuvo con estilo en «Días del futuro pasado», pero ¿en qué se ha convertido ahora? En un paleto. En comparsa de otros, en esbirro, en un mutante manipulable, en un sufrido padre de familia de tintes dramáticos con los que se pretende justificar por enésima vez que mate a todo el mundo... durante media película. Durante la otra media, siguiendo la idea del porque sí en el guión, podrá cambiar de intereses y motivaciones con suma facilidad. La exploración psicológica, la coherencia interna, las motivaciones fuertes y asentadas quedan reducidas a la exploración de la cuenta corriente de Bryan Singer y compañía. Decepcionante.

Lo mejor son, una vez más, James McAvoy, un actor increíble, expresivo y conmovedor; y el imponente Michael Fassbender, quien tiene que hacer malabares con el Magneto que le ha tocado.

Una chapucilla.
16 de noviembre de 2024
108 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
«La sustancia» ha sido una de las películas del año, pero no esperéis la gran obra, por mucho que digan.

Para empezar, «La sustancia» fracasa con ese guion tan laureado. Esto tiene mucho que ver con la forma de escribir. Para entender o describir a un personaje no necesitas tres cuartos de hora; basta la escena inicial con la estrella en el Paseo de la Fama, por ejemplo. Para qué las doscientas escenas de ducha, los quinientos primeros planos al culo de Sue en una exhibición que supongo que se permite porque la directora es feminista…; qué sentido tienen las tres horas de cambios de una a otra, los veinte viajes al local de recogida o los sueños y los delirios que tanto empobrecen un guion…

Así, se llega a las dos horas y veinte minutos, señores, para contar algo que ni siquiera es novedoso, esta historia ya se conoce. El planteamiento en sí requiere de un esfuerzo de credibilidad que termina por descomponerse: una sustancia que no sabemos de dónde sale ni quiénes y de la que desconocemos sus verdaderos efectos; su mero funcionamiento, si lo piensas, es inútil.

El transfondo de la historia es otra muestra más del pensamiento delirante en el que vivimos. No, esta crítica no es profunda ni tiene ningún fundamento serio. El personaje de Dennis Quaid, grotesco donde los haya para recalcar su condición de macho opresor, muy sutil todo y nada maniqueo, representa el patriarcado que juzga a las mujeres por su físico… Que a ellos les gusten jóvenes y hermosas, que se busque y se valore la belleza femenina, es una ofensa al parecer…, pero luego ellas solo se lían con jóvenes guapos y musculosos; la hipocresía es histórica.

Lo que más puede llamar la atención de «La sustancia» es, con todo, sus asquerosidades varias. No es tampoco muy original en la repugnancia, porque de pústulas, vísceras y sangre hemos visto ya mucho, pero, bueno, es divertida en ese sentido grotesco y exagerado. Por desgracia, no transmite ningún tipo de horror ni de tensión; la califican de comedia negra, pero ni es lo bastante ingeniosa para ser comedia ni es lo suficientemente gore para ser negra.

A destacar, la banda sonora, el maquillaje, los escenarios grandilocuentes y la paleta de colores vivos y brillantes. Demi Moore está fantástica a sus sesenta años, a pesar de haber caído víctima de su propia sustancia real con la cirugía estética. Margaret Qualley presume de la belleza de la juventud, pero a mí no me parece que sea esa chica despampanante que se presupone que es; de hecho, diría que le falta algún que otro cocido para llenar bien las botas que se pone. Aunque, bueno, soy mujer y puede que mi opinión a este respecto no signifique absolutamente nada.

Por favor, no seamos tan vacuos, narcistas y ambiciosos como Elizabeth, esa es su gran tragedia. En cambio, sonríamos todos.
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-Vamos a ver, la sustancia provoca que salga un doble de ti mismo… porque es un doble, ¿no? Si es así, ¿cómo nadie se da cuenta de que es Elizabeth Sparkle joven?

-El doble y la matriz no comparten nada en común, es decir, que tienen distintas conciencias y recuerdos, así que ¿para qué narices quieres un doble que vive una vida de la que tú no disfrutas absolutamente nada?

-Ese doble, repito, que no te beneficia lo más mínimo, te está haciendo las puñetas al acelerar por su egoísmo tu envejecimiento, ¡y sigues adelante! Pirada.

-¿No podrían intentar comunicarse una con la otra? Visto lo visto, me parece necesario…

-Un señor en una clínica le da a Elizabeth el contacto de la empresa, o lo que sea, de la sustancia… Te elijo a ti.

-Que digo yo: ¿qué pasa si denuncias ese teléfono? ¿Qué pasa si se lo cuentas a tu madre? ¿Puedes?

-No sabemos nada de quiénes producen la sustancia, pero de pronto se escuchan voces que interactúan con Elizabeth y ella huye…

-El señor random que le da el contacto de repente aparece en la cafetería donde casualmente entra Elizabeth en una escena absurda… La está vigilando, dice… ¿Cómo? Encima se le pone a gritar con toda la gente delante y se quedan tan panchos…

-El kit para usar la sustancia es tremendo… Estoy segura de que mínimo la mitad de las personas no tendría ni pajolera idea de cómo usarlo. Yo la primera, soy muy torpe, no me escondo.

-Además, aunque supiera usarse, ¿la gente lo haría? ¿No es de una aparatosidad máxima eso de que te salga un doble por la espalda y tengas que coserte a ti mismo…? Unas puntaditas y como nueva…

-En una semana me presento a un casting, me escogen, firmo el contrato, preparo el programa, me ponen una valla publicitaria…

-Un programa mañanero-pornográfico… Lo normal. Es que ni como sátira: la crítica siempre tiene que tener una fuente de realidad, y aquí poca.

-Dejar tirados en el suelo los cuerpos desnudos, tanto de la matriz como del doble, no sé si era necesario… ¿Qué tal una mantita, un colchón?

-¿Es que tiene que pincharle siempre en el mismo sitio de la columna…? ¿Eres idiota?

-En una semana me monto aquí en el piso una habitación secreta, en plan manitas a full, con los mismos azulejos y todo.

-¿Cómo puedes seguir viva después de tres meses sin comer ni beber?

-He envejecido como noventa años, pero arrastro un cuadro gigantesco y corro con una agilidad que no veas…

-Sue le da una patada a Elizabeth y la manda volando al otro lado del salón… ¿También adquieres fuerza inhumana?

-Elizabeth está obsesionada con su cuerpo…, pero luego le parece bien ser un monstruo y se presenta en el programa como si tal cosa. Lo dicho: pirada. Este final, por muy alegórico que sea sobre la vejez, es una ida de olla reiterativo, porque el mensaje ya ha quedado claro, que destruye cualquier clímax y alarga la película hasta el sopor.
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    (507)
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