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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
22 de noviembre de 2019
124 de 142 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me ha dejado un vacío existencial considerable al salir de la sala de cine. El argumento tiene que ver, pero la interpretación de Marta aún más. Dale una oportunidad, vela, y luego, si eso, ven a leerme y te explico por qué me gustó tanto.

Empecemos ya, ¿vale? El argumento es sencillo. Trata sobre una relación entre una mujer de treinta y nueve años y un quinceañero. Ya hemos visto esto antes en Verano del 42 (con playa incluida), El Lector (con nazis incluidos) o La pianista (con perversiones sadomasoquistas incluidas). Vale, pero ¿qué aporta esta?
Pues que es delicada, es inteligente, está cuidada y sabe mezclar todo lo bueno que tiene para que en conjunto todo sepa mejor:

1) EL TRATAMIENTO DEL DOLOR. Hay un profundo dolor latente en el personaje de la protagonista. Es una mujer que perdió a su hijo y ahora cree que ha podido encontrarlo diez años después, asentado como hijo de otra familia.

2) LA SUTILEZA EN LA NARRACIÓN. La película podría caer en lo grosero en muchos momentos. En algunos puntos sería facilísimo embarrar, de hecho. Pero no lo hace. Fluye. Y en buena parte es gracias a Marta Nieto. Creo que la comunicación con Sorogoyen ha debido de ser extremadamente cercana, porque Marta parece saber qué quería el guionista y director en cada momento y sabía cómo dárselo. Me he fijado en las reacciones de sus ojos y sus labios cada vez que alguien hablaba con ella y mentaba cualquier mínimo detalle que atendiera a su dolor personal. Le cambiaba de forma muy sutil el gesto, de una forma natural. Daba la sensación de ser un personaje vivo y real, solo por su forma de estar.

3) LA FOTOGRAFÍA. La parte encargada de encontrar las localizaciones del filme y elegir los momentos idóneos de luz me parece que ha hecho un trabajo admirable. Madre tiene una estética de cielos nublados, mar revuelto, hojas de principios de otoño y días que se acortan. Recuerda, a su manera, a ciertas obras del Allen más bergmaniano, como Septiembre o Interiores. Es una película idónea para ver una de esas tardes tristes del último verano, en una casita junto al mar. (Esta es una apreciación muy personal, pero ¡es que no quiero ser objetivo!).

Esos serían los tres puntos principales que más llaman mi atención. Ahondemos en más cosas.
Ven, vámonos al spoiler, que tengo traca. Había gente en la sala que salió decepcionada, diciendo no haber entendido nada, tachándola de lenta (?!) y preguntándose cómo había ganado tantos premios. Y me apetece contarte a ti por qué a mí me parece tan soberbia. Vamos al spoiler:

**Nota antes de irnos al spoiler:
No sé el peso habitual de Nieto, pero el estado mental de Elena parece reflejarse muy bien en la delgadez de la actriz, que acerca su físico al de personajes como el de Bale en El maquinista (sumido en la culpa), el de Gyllenhaal en Nightcrawler (un ser canino) o el de Phoenix en Joker (un enfermo pisoteado).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La relación entre Elena y Jean: es fluida y natural. Son dos personas que forman una relación similar, pero no igual. Cada uno va por un túnel distinto, como diría Sabato. Ella ve en él al que podría ser su hijo. Él ve en ella a una mujer adulta que le presta atención. En ella hay un instinto maternal. En él, quizás, uno más inclinado a la pasión. Ella parece una mujer desquiciada por haber perdido a su hijo. Él es un adolescente (¿hay algo más desquiciado que el amor adolescente?). Pero ninguno se declara al otro en prácticamente todo el metraje. Ella no se declara como madre y él no se declara como amante.

Elena lo mira mientras duerme, buscando, quizá, un lunar que corresponda al que tendría su hijo. Él intenta acercarse lo máximo posible a su piel: tocar su pie con su mano, apoyarse en ella, buscar su cara con la suya, etc. Todo discurre sin cruzar ninguna línea. Los padres de él se preocupan por el chico. La pareja de Elena se preocupa por ella (por sus decisiones y por su salud mental).

Mientras tanto, todo parece dañar a Elena: los cuchicheos de la gente del pueblo o, simplemente, que su pareja mencione el nombre de su hijo muerto. Es muy fácil sentir el dolor, la soledad o la incomprensión de Elena. Sin embargo, cuando está con Jean puede ser ella misma y tomarse un tiempo muerto. Puede descansar. De hecho, Jean insinúa algo sobre su hijo al principio; pero ella se molesta, y él no vuelve a pisar ese terreno hasta el final.

Al final, la escena donde ambos se despiden en el coche (ese es su final, de ellos) me recordó mucho a 10 Items or Less. En aquella película de Silberling dos personas que se llegan a tener mucho aprecio se despiden agradecidos el uno al otro y sin que ninguno pretenda cruzar la línea que los separa (Morgan Freeman está casado y es mayor que Paz Vega y ambos saben que besarse sería una insensatez).
En cambio, en Madre sí se acaba cruzando esa línea en ese momento de despedida.. Jean, finalmente, le dice que sabe que él le recuerda a su hijo. Ella rompe a llorar y este avanza a consolarla y besar sus hombros, hasta que ella lo besa, como si cada uno consiguiera un poco de lo que pretendía.
Quizá Elena pensase por momentos que Jean podría ser su hijo desaparecido, pero me inclino más a pensar que ella solo estaba disfrutando el momento, imaginando la posibilidad de que ESE fuera de verdad su hijo, y simplemente jugando a papás y mamás porque eso te hace sentir mejor, al menos, en tanto que dura la farsa. Y porque conoce la imposibilidad de poder tener esos momentos de forma real a esas alturas. Se ha perdido todos esos momentos: tenerlo en su regazo, secarlo con la toalla cuando sale de la playa, verlo bailar con una chica... (¿Te das cuenta ahora de la importancia en su conjunto de todas esas escenas por separado? Todos esos hitos definen muy bien a ambos personajes por separado y también en conjunto. En ambos están sucediendo dos cosas a la vez, y quizás tanto Jean como Elena sean conscientes de lo que el otro está viviendo).

En el final definitivo Elena llama al padre de su hijo muerto en lo que parece una llamada de disculpa, aceptación y comprensión. Quizá sea el comienzo de lo que supondría cerrar esa etapa para Elena (sin necesitar de una pareja o del parche de un nuevo hijo para sanar); y, a la vez, Jean ha podido cerrar la etapa de vivir uno de esos veranos que suponen un punto de fractura entre ser niño y ser hombre.

Como colofón, hay dos cosas que no me gustaron:
1) Creo que la película se ha doblado, y haberla visto en VOSE habría sido doblemente jugosa; y
2) La escena en la que Elena se va de fiesta con tres pubescentes alocados sobraba. No aportaba nada más a la trama, más allá de la tensión que implica que peligre su integridad, como cuando abusaban de Sera en Leaving Las Vegas.
11 de octubre de 2021
187 de 320 usuarios han encontrado esta crítica útil
INTRODUCCIÓN
Titane es uno de los estrenos de este año que más he disfrutado, si no el que más. ¿Por qué? Por muchas razones. Voy a subir la película al elevador y voy a desguazarla un poco. Si nunca has visto una película por debajo, mejor que salgas del taller. Vuelve cuando la hayas visto.

PREÁMBULOS
En el historial del puñado de críticas que llevo escritas aquí, parece ya un fetiche de mi cosmovisión cinéfila, pero, ciertamente, en esta película el tema principal es la búsqueda de la identidad. La búsqueda de un lugar en el mundo, como hijo, como padre, como ser humano, como mujer, como hombre y como individuo en relación con otros.

He leído ya algunos disparates de gente que salió frustrada porque creen que es una mala copia de Crash (1996). He leído sobre gente que se ha desmayado por las escenas de violencia y sobre tipejos que se reían desaforadamente en esas mismas escenas (menos mal que en mi sala solo estaba yo). Finalmente he dejado de leer. Me apetecería, eso sí, poder revisionar algunas partes de la peli otra vez. Pero lo que recuerdo es lo que hay. Y con eso trabajamos en esta crítica.
OJO:
—Como decía, no es Crash porque una mujer acaricie un coche.
—No es Promising Young Woman (2020) porque una mujer cace a hombres.
—No es Christine (1983) o Holy Motors (2012) porque haya coches personificados que puedan tener relaciones con personas o engendrar el mal.
—No es Gaspar Noé porque haya un grupo de bomberos cachas bailando en una nave, o Tarantino porque las escenas de violencia sean tan divertidas como rítmicas.

No es nada de eso y, sin embargo, lo es todo y más y mejor. Pero es que no solo eso. También es Rabia (1977) y Mi querida señorita (1972). Y aquí es cuando ya nos quedamos todos ojipláticos, ¿a que sí?

CONTRATIEMPO:
Esta crítica me ocupa tres folios en interlineado simple. Llevo una hora ordenando mis ideas y resulta que no caben aquí. No me voy a complicar la vida, mira. Si quieres que te desmonte el bloque motor y pidamos las piezas a Alemania..., visita mi blog, que al final (feb22) me hice uno para colgar la dichosa crítica: silviodearabia.wordpress.com.

En el spoiler desgrano algunas ideas centrales de la película. No está todo. Puede que sea algo fragmentario, pues me parte el discurso. Yo concibo la película como un díptico Alexis/Adrien con dos mundos, a la vez que dos dicotomías sexuales (hombre/mujer - mujer/hombre) y materiales (ser humano/máquina). En el spoiler enfrento las tensiones especulares que se establecen entre conceptos y desarrollo las que me apetece. Pero no está completo.

Aquí añado dos cosas o dos pistas:

«Wayfarer Stranger» y «Nessuno mi può giudicare» son la esencia de la película, los pilares básicos, una declaración de intenciones estructural absoluta. Leed bien (y escuchad) esas dos maravillosas canciones.

Y otra cosa más.
Una de las frases del final de Holy Motors, pronunciada por una limusina personificada:

«Los hombres ya no quieren más motores; ya no quieren más acción».
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
HOGAR
1a)Alexia vivía en un caserón con un padre médico muy distante. En una exploración por ese embarazo automovilístico él se lamenta de que su pareja sugiera que la reconoza y, cuando lo hace, la toca sin ganas. Como si hubiera habido algún conflicto extraño anterior o como si la odiase.
1b)Adrien vive en una casa modesta con un padre que es bombero, pero que es capaz de salvar la vida de un suicida con primeros auxilios. Alexia/Adrien lo ve y se gana su respeto. Ella venía de un mundo frío donde asesinaba a hombres babosos y mujeres con las que podía tener un affair. Pero ahora, viviendo como un hombre, parece tener la oportunidad de salvar a otros, en vez de pensar en salvarse a sí misma o matar.
FRATERNIDAD
2a)La primera escena de convivencia entre las mujeres que bailan en el show es en la ducha. Cada una va a su bola. Son antipáticas. Se meten prisa. No parece que haya un ambiente fraternal. Están deseando quitarse el sudor y las babas de los tíos que van al espectáculo.
2b)La primera escena de convivencia entre los hombres bomberos de la cara 2 del díptico es todo lo contrario. Están reunidos en la cocina. Hay compañerismo, se gastan bromas, son como hermanos de un mismo padre: Vincent.
BAILE
3a)En la segunda parte los hombres también bailan, todos juntos, en una escena algo homoerótica que recuerda graciosamente a aquel capítulo de Los Simpson. Pero ellos bailan para sí, para divertirse.
3b)Alexia, en cambio, cuando la suben al camión, baila como cuando era mujer: sensualmente. Aprovecha que la suben al podio para bailar como cuando bailaba encima de un coche. Es algo diferente que les crea confusión.

GÉNERO/SEXUALIDAD
4a)Alexia parecía un hombre en un cuerpo de mujer en un mundo de hombres. Su relación con los hombres es distinta y su visión del mundo cuando es hombre también cambia. También puede relacionarse con aquel capítulo de Los Simpson en el que Lisa se hace pasar por chico y entra en un nuevo mundo (educativo, fraternal, privilegiado, agresivo...). En cambio, aquí la violencia en el mundo de los bomberos apenas se ve. No hay una violencia entre hombres.
4b)Pero es interesante que Vincent lucha con Adrien como lucharía con un hombre. Cuando ella va a pincharle con el palillo, él se lo quita diciendo que no están en clase de costura, y pelean como hombres. (Es algo propedéutico). Vincent confió en su «hijo» cuando al llevarle de nuevo su ropa le dejó el palillo. En ningún momento se lo quita. Se establece una relación de confianza y comunicación, algo que el padre real de Alexis parece que nunca tuvo con ella. En el coche, antes del accidente, la ignoró y subió la música; no se comunicó con ella para intentar comprenderla.

VINCENT
5) Vincent es un personaje sensacional. Posee un aspecto agresivamente viril y entrado en años. Es la figura típica de padre fuerte que parece invencible a ojos de sus hijos. Sin embargo, cada día se pone una inyección en el culete en un baño de color rosa. Presumiblemente serán anabolizantes. Vincent tiene un físico esculpido. Parece que trata de ganarle tiempo a la vejez, pues después de su inyección intenta hacer varias dominadas que lo acaban enfadando porque parece no tener fuerza suficiente. Esa es una lectura, pero no debemos olvidar que los anabolizantes son testosterona. Y las inyecciones de los transexuales en transición mujer a hombre parten del mismo compuesto. Podría ser una lectura que contrapone a dos personajes híbridos (en materia de género), a la vez que Alexia/Adrien es también un personaje doblemente híbrido en tanto que la chapa de titanio juega con los conceptos inerte/orgánico.
5b)La exmujer de Vincent amenaza a Alexia diciéndole que, si va a jugar esa farsa de hacerse pasar por hijo, que al menos cuide de Vincent. Eso hace parecer a Vincent un hombre frágil y vulnerable (cualidades no aptas para el constructo de hombre viril que tenemos en sociedad). Todos esos detalles enriquecen la definición de los personajes.

0:41 11/10/21
22 de julio de 2023
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta noche (21-22 julio) he tenido la suerte de ver esta peli en La 2. De otra manera, habría tardado mucho en llegar a ella. Y no me arrepiento, aunque en el coloquio previo ya amenazaban un poco con que el espectador fuese flexible al verla para poder disfrutarla. Mal asunto...

Pero qué película. En algunos momentos me he reído a carcajada limpia. Vayamos por partes. La sinopsis:

Un chuleta sevillano se escapa del talego, conoce a un trilero, quema un puticlub y, antes de quemarlo, roba bicarbonato, porque, según él, tanto comer judías pintas le ha destrozado el estómago. Él, el trilero y una prostituta inician un viaje por la Andalucía occidental (hacia el mar, por supuesto) en busca de la Diana (no la de Montemayor, sino su parienta). Entre tanto, se paran por ahí a beber, a ronear y a liarla, mostrando las carencias y vergüenzas del sistema español de la época. Encuentran a gente, la pierden, la reencuentran, pierden el coche, lo interceptan...

En todo esto hay ecos de muchas «road movies» clásicas, incluso anticipaciones. Pero también hay una declarada sátira de estados, al estilo de Gracián o Cervantes. Pero todo aderezado con mucho canalleo, flamenco, flamenco-rock, gente auténtica y diálogos naturales.

El apartado musical es increíble. De García Pelayo había visto Manuela (basada en un libro, por cierto) y era una delicia en ese sentido. Aquí se repite. Incluso al principio, con el trilero, hay un cameo del Silvio. Según creo haber oído, G.P. venía del videoclip. Y no me sorprende. Sabe lo importante que es la música para construir una buena escena.

Hay una escena grabada con el helicóptero, similar al inicio de Manuela, y también hay un marinero que dice ser apasionado de los helicópteros (por cierto, ecos de El último deber, de Hal Ashby, en esta subtrama). En el guion existen ciertos guiños o correspondencias internas o externas que me han hecho gracia. Por ejemplo, el título de mi crítica. Esa frase la dice el prota, Miguel Ángel Iglesias, cuando se llevan arrestado al marinero. En la vida real, Iglesias fingió tener fobia al verde para librarse de la mili. Su compi, el trilero, es el hermano del director y fue mánager de grupos como Triana o Smash, donde estuvo el Silvio, que hace el cameíto: el único capaz de ganar a un trilero. Y el propio Iglesias estuvo en algunas de esas bandas. Me parece una maravilla que esos elementos se juntaran para hacer algo así. Pero eso son factores ajenos a la película. Sigamos.

Hay ecos visuales, al menos, así me lo parecen a mí, de muchas otras películas. Por ejemplo, juraría que en El lute 1 o 2 hay un plano en el que Arias aparca un coche en un poblado gitano, y juraría que ese mismo plano es casi exacto a uno en el que el prota va a un poblado gitano en nuestra peli. Hay muchas cosas que me son familiares, aunque no puedo justificarlas ahora mismo como es debido, sin cotejar.

Una de las cosas en las que más me fijo: la naturalidad en los diálogos. Cumple. Cumple muy decentemente, aunque a veces parece exagerado, pero yo no sé cómo hablaban los quinquis de Sevilla en los ochenta. La intención es buena. En cambio, a menudo hay un problema con el sonido, que también sucedía en Manuela, y es que parece que algunas escenas están dobladas. El sonido parece no haber sido captado a la vez que la imagen. No soy especialista en sonido. Pero basta con ver que los labios no están sincronizados con la voz.

Otro punto fuerte que tiene es el humor. La escena en la que interceptan el coche robado es para morirse. Tumban a dos civiles y le dicen al tipo que les robó el coche que se cante algo. Este no sabe cantar, pero sabe contar chistes. Y se pone a contarles un chiste de mariquitas, sin pies ni cabeza, a los dos guardias civiles, en ese casposo tono de los cuentachistes andaluces de la época. Una maravilla. Son elementos que parecen sacados de un cómic. Parecen inspirados en Fritz, el gato y sus aventuras de drogas y folleteos, y se anticipan al Maquinavaja. Igualmente, hay una escena donde el prota, su amigo algo más pringado y una prostituta rubia, deciden robar un maletín de cocaína a un malote. ¿No hizo eso años después Tony Scott con el guion mutilado de Tarantino en True Romance?

Pensando, no logro acordarme de una tradición PREVIA de «road movies» en España. Incluso Viaje a ninguna parte es posterior. Sólo se me ocurre Los farsantes (1963) de Mario Camus, que marca un itineraro de perdedores. Más allá, tendría que irme a Italia con Il Sorpasso. Pero ahora mismo, no se me ocurren referentes fuertes previos (que seguro que los habrá). Quizás Con el viento solano podría entrar en esta categoría, pero son géneros distintos, aunque reúne algunas características similares relativas al lumpen. Pero, siendo la de Camus cine pre-quinqui, yo no diría que Corridas de alegría, por época, fuese cine quinqui. Me parece algo totalmente distinto al concepto de cine quinqui. Nada que ver, por ejemplo, con Deprisa, deprisa, del 81, u otras más infumables. Llamémoslo «comedia quinqui»...

En cualquier caso, volviendo a la película, me parece un guion auténtico, con las ideas claras. En algunos momentos aburre alguna de las paradas (la del maestro y la del yate, por ejemplo), pero pasan rápido. La fotografía es cojonuda. Algunos planos, como en Manuela, son muy significativos a nivel estético y semiótico (el hecho de que los personajes duerman casi siempre lindando a una fiesta en la habitación contigua, por ejemplo), etc. No creo que sea una película casposa, como hacían ver en el coloquio previo, diciendo que era una forma lumpen de retratar a los lumpen... Creo que es más elaborada y capaz de lo que puede parecer.

No es un peliculón que te cambie la vida. Es cómica y, por tanto, deforma su realidad. Pero tiene muy claros los moldes que homenajea, y es sincera con lo que retrata, y divertidísima; además de constituir un retrato delicoso de un mundo que, lamentablemente, como el Madrid de los golfillos de Saura o tantos otros, ya no existe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como curiosidad, sale un señor mayor, padre de Diana, que se comunica con una naturalidad perfecta, no como a veces sucede con actores no profesionales, cuyas palabras son las del directorzuelo de turno, y no las suyas. Aquí quedaba perfectamente natural.

De igual manera, los villanos del puticlub tienen otro habla, como sucede en la peli de Adiós de Paco Cabezas, donde los policías, que están destinados en Sevilla, lógicamente no tienen por qué hablar como el resto del elenco que hacen de sevillanos. También hay una especie de exboxeador sonado que,cada vez que se calienta, su única línea de guion es un gruñido y ponerse en guardia. Divertidísimo. Igualmente, hay chistes que hacen ver que el guionista conocía su guion y era muy consciente de su propia teleología. Por ejemplo, en el puticlub hay un camarero que constantemente dice: «Inmediatamente, señor» cuando alguien le pide algo. Y uno de los chuletas dice de pasada: «Es de piñón fijo el camarero...».

Como curiosidad, dejo aquí una nota sobre Pepa, la transexual, quien dice que el protagonista le recuerda a un príncipe en el exilio. Esa es otra «prolepsis» de otra película que también lleva implícito un viaje y un final junto al mar. Es totalmente accidental, pero me resultó curioso. Y me lo apunto para mí mismo.
4 de noviembre de 2022
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
No leas esta crítica hasta que hayas visto la serie. Esto es una reseña. Es larga y se diseccionan elementos importantes en la trama.

Tenía esta serie apuntada desde hace tiempo, pero no me decidía a verla. No sabía cómo sería de larga, apenas tenía un 6 de media... Un conocido me la recomendó (sin haberla acabado) y dije: «Qué demonios». En menos de 48 horas ya la había devorado con ansia.

Esta serie no es una serie postapocalíptica al uso. No es The Walking Dead ni el videojuego de The Last of Us ni esa comedieta de The Last Man on Earth (menos mal). Al principio, después de un piloto espectacular, uno queda un poco con la duda de adónde le llevará esta serie. Pero entonces te das cuenta de que no es nada de todo eso. Es mucho más. Y mejor.

Para disfrutar aún más Station Eleven yo recomendaría digerirla en un lotecito, un tríptico en conjunción con El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989) y Hojas de hierba (Walt Whitman (1855). ¿Por qué? Porque esta serie no va del fin del mundo, va del comienzo del mundo, de las bases de la civilización, las humanidades y el hecho ontológico.

—GRUPOS

En Station Eleven hay una sociedad en reconstrucción. Pero los grupúsculos que se forman no tienen nada que ver con TWD, por ejemplo, rodeados de munición infinita, técnicas de guerra, un poli justiciero o comandos de pirados. Los grupos que se forman en esta serie se caracterizan por corresponder a los elementos más inútiles y
poco funcionales de la sociedad: profesiones de parásitos.

1. Un grupo de cómicos de la legua donde se inserta nuestra protagonista. Han pasado veinte años desde el fin del mundo y alguien decide crear una compañía de teatro. Estupendo.
2. Un retiro burgués lleno de profesores que prefieren el minigolf a los libros (en palabras de uno de ellos). Su comida está envasada al vacío en plásticos.
3. Una secta de un tipo que quiere crear un nuevo orden mundial, rompiendo con los moldes de una antigua civilización.
4. Un grupo de conservacionistas que se aíslan del exterior y crean un museo para conservar todas las reliquias del mundo antiguo.

Todos estos grupos son parásitos en tanto que, en sociedad, dependen de otros grupos o gremios. No hay actores sin público. No hay docentes sin contribuyentes (ni alumnos). No hay museos sin visitantes. No hay sectas sin incautos. Todos ellos constituyen estructuras que trabajan con la palabra, dependen de la palabra y crean mundos y realidades con la palabra, con el discurso. Y aquí está el punto fuerte de la serie: SON CREADORES. Station Eleven es una apología del humanismo, del papel creador del hombre. En El club de los poetas muertos Robin Williams decía que los médicos, los ingenieros y los economistas son profesionales necesarios y que dignificaban la vida, pero el poeta (recordemos su sentido etimológico griego: «poiesis»: creación) es necesario para dotar de sentido al mundo. La reconstrucción de un mundo no solo son sus infraestructuras físicas, sino también mentales. Una idea —decía Robin Williams— es capaz de transformar el mundo.

También hay dos grupos especiales en la serie. Atentos.

Uno es un punto de reunión de mujeres embarazadas que van a dar a luz. Una especie de hospital improvisado, capitaneado por una doctora entusiasta, enérgica y algo grillada. Ahí no hay libros, no hay teatro. Pero hay algo de música y esperanza. Estas embarazadas hacen referencia al nuevo mundo en el que habitan (ese en el que se crean conceptos como «Los cien días» diciendo: «We need new words». Marcan la necesidad de configurar una nueva realidad ideológica que ayude a construir la nueva realidad material/humana que ellas están ayudando a producir. Son conscientes de la necesidad del discurso de forma conjunta a la repoblación.

El otro grupo es el de una especie de villanos sin caras ni nombres llamados «Los bandanas». Son unos salvajes que simplemente se dedican al terrorismo. En un momento dado atacan a Kirsten y Tyler, disparando veneno con una cerbatana a nuestra protagonista. Se dice que el veneno lo han creado ellos (tiene nombre propio) y que el que disparó a Kirsten es DENTISTA (ojo, en Hamlet no había dentistas, pero había mucho veneno). Los malos en esta serie son los profesionales técnicos que, sin humanismo, han perdido el norte y han dejado de ser humanos. Se supone que un dentista trabaja para mejorar la salud, para evitar el dolor, etc. Pero aquí se da el caso contrario. En esta serie, si quieres saber si alguien tiene un buen o mal fondo, tienes que observar si es creativo o no. El vigilante de seguridad del museo toca el ukelele, por ejemplo. También realiza trabajos técnicos y tiene conocimientos técnicos. Pero en él pervive un ápice de humanismo que sublima en forma de música.

Por otro lado, respecto a la referencia de Hojas de hierba es interesante apuntar que Walt Whitman es el poeta de América. El bardo capaz de cantar al ser, a la comunidad y a una América enorme, agreste, salvaje, fuerte, democrática y todopoderosa. Representa la idea del peregrino, algo muy ajustable al carácter errante de una compañía de teatro y de una sociedad en reconstrucción; y, al mismo tiempo, una imagen muy propia de los Estados Unidos a través de los wéstern, modernos o clásicos, y las diversas historias de peregrinajes a través de las carreteras y vastas llanuras (los ejemplos en cine y literatura son innumerables).

También, por supuesto, subyace Hamlet somo sustrato de toda la obra. Hamlet es una pieza que en algún momento dicen que ya no la interpretan o que no quieren hacerlo, pero no dejan de volver a ella constantemente. Hamlet es el teatro inglés por antonomasia. Es su Quijote teatral y sirve, además, para incrustarse de forma metanarrativa en la historia y evocar el poder catártico de unos personajes que subliman a través del poder del arte.

(Continúo la reseña en el spoiler)

(También hay más mandanga en mi blog donde añado aspectos secundarios que por espacio no caben aquí).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De algún modo esta obra también es quijotesca en tanto su prodigiosa polifonía, esa incorporación de piezas musicales, líricas y teatrales por parte de los personajes en mitad de la trama, aparte de las metanarraciones relativas a Hamlet o al cómic que configura todo: Station Eleven, que llega a conformarse como un libro sagrado.

—PERSONAJES

Miranda:
Enlazando con «el libro sagrado» debemos hablar de Miranda. Miranda, aparte de significar: «Digno de ser mirado» en latín, también es un personaje shakespeariano, de La tempestad (recordemos que la personalidad de Miranda en la serie está marcada por un accidente que mató a su familia en la isla donde vivía, por culpa de un huracán, una tempestad). Miranda representa a una especie de dios creador. Ella es la causante de todos los conflictos de la serie. Ella forjó el carácter de Tyler al dar órdenes al piloto para que no dejara salir a los pasajeros, y ella dedicó su vida a crear un libro que se convertiría en sagrado en las manos de Tyler y Kirsten. En el capítulo 8 Arthur decía que ella representaba el claro ejemplo del creador, alguien que lo hace no para ser visto o admirado, sino por la mera satisfacción de crear, de trascender. El creador como necesidad.

Arthur: Conocemos a Gael García Bernal interpretando al rey Lear. Él es encargado de entregar los ejemplares del libro a Tyler y Kirsten. Es como una especie de Moisés en esa cadena logística que inicia Miranda. Recordemos que Miranda se dedicaba a la logística. Dice sobre ella: «Always had sense to me», definiendo la logística como el proceso encargado de llevar algo del punto A al punto B, no necesariamente a través de la vía más corta y directa. (En veinte años de narración hay lugar en nuestra serie para muchos desvíos, adelantos y atrasos. Enorme).

Kirsten: La apoteósica Mackenzie Davis es un personaje algo especial. De algún modo ella, nuestra heroína, representa al caballero renacentista de armas y letras. Está formada en el libro sagrado, pero lo abandonó definitivamente cuando descuidó a un bebé que tenía que vigilar. Pudo separarse de él. Al mismo tiempo está formada en teatro, es una gran actriz y es una creadora. PERO también es una guerrera. Monta a caballo, protege a los suyos, va armada con cuchillos y sabe utilizarlos. Consigue neutralizar a una caterva de dentistas terroristas ella sola. Es el personaje más fuerte de todos. Casi indestructible. Es la unión del viejo y el nuevo mundo.

—MÚSICA.

Por último, uno de los pilares más fuertes de la serie y que más me apetecía comentar es el de la música. Los personajes crean sin parar, como el padre que sobrevivió a su mujer y su hija y configuró un sintetizador con frases de su hija asociadas a cada tecla del piano.

Una de las piezas que más suena y que incluso podemos ver en una partitura junto a un piano abandonado es La campanella de Franz Liszt. En la partitura alguien anotó: «IMPOSIBLE!!», no en vano representa el culmen de la dificultad técnica al piano. Suena una versión de Paganini, el violinista al que dio vida Klaus Kinski y que tiene fama de ser el mejor (a partir de él, creo, desarrolló Liszt esa obra). El uso de esta pieza es maravilloso y sobrecogedor, especialmente en una escena que inicia capítulo en el que Kirsten está buscando a Alex cuando es bebé y cuando es adolescente. La campanella representa la dificultad que entraña la creación; pero, al mismo tiempo, también la belleza que apremia al esfuerzo.

—EPÍLOGO
Merece la pena ser vista. No merece ese seis y medio que tiene de media en FA en noviembre de 2022 porque no es ni una serie más ni una serie mediocre. Es una historia realmente bien compuesta con una idea muy clara, un concepto, una pregunta: qué somos y para qué venimos al mundo.

Reivindica el papel del homo faber o del homo ludens, el mamífero que crea, que juega, que es capaz de crear mundos abstractos y que no viene al mundo solo para crear puentes, sino para crearse a sí mismo.

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(Hay algún spoiler hasta la segunda temporada).

Seré sincero. Tenía muy pocas ganas de ver esta serie. El cartel tenía pinta de telefilme y la sinopsis tampoco era muy prometedora. Mucha gente sin bagaje cinematográfico serio estaba hablando de ella y, sobre todo, mujeres adictas a chorradas de Netflix. Se me encendieron muchas luces rojas. Algo así pasó con Hannibal, el seductor psicópata interpretado por Mads Mikkelsen, con Dexter o, si me apuras, con el encantador Patrick Jane de la procedimental El mentalista. Es decir, una serie con un personaje masculino guapo, con alguna habilidad especial (o mortal), creado por los guionistas con un solo propósito:
SE-DU-CIR.

Pues bien. Es justo eso. Pero tiene algo más: me pareció muy divertida. El monólogo interior del protagonista es profundamente irónico por momentos. Joe, más que a Hannibal o a Dexter (que, por cierto, esta última aún no la he visto), me recuerda muchísimo al mundo interior del protagonista de Lolita. La única diferencia con Humbert Humbert es la siguiente:

Humbert ha reflexionado mucho sobre su naturaleza y sabe que está recreando un amor veraz y bonito con cada niña a la que seduce; PERO, al mismo tiempo, sabe que es un depredador. Sabe que lo que hace no está bien y que las estrategias que utiliza para conseguir esas dosis de «amor» son las tretas de un hombre adulto que manipula una mente infantil. Y que ahí no hay amor ni leches. Hay un monstruo abusando de una cría.

Pero Joe no es consciente de eso. Él no se tiene a sí mismo como un depredador. Si se considera como un depredador, es de una forma tan sutil y a través de unas ironías tan finas que difícilmente sé distinguirlas en la pasión de sus monólogos interiores. Sin embargo, Joe es capaz de juzgar actitudes similares a la suya y condenarlas. Pero parece que no es capaz de ver que otros hacen lo que él. Y, repito, si es capaz de ver esa realidad y asumirla, pertenece a un discurso tan irónico que difícilmente puedo defender con rotundidad esa tesis.

Ese tipo de desarrollo del personaje le aporta mucho a la historia. Pero también tenemos puntos flacos. Es una serie pensada para el gran público y, por tanto, es excesivamente condescendiente con la inteligencia de sus espectadores. Es MUY explícita. Busca explicarse mucho. Hay «flashbacks» que aportan información sobre el personaje y son ricos. Pero explícitos. En la primera temporada, los que explican la relación con su mentor... Bueno. Se podría hacer mejor. Veamos un ejemplo de la primera temporada:

Hay un momento en el que Joe está hablando con Paco, el niño-vecino-lector, y discuten sobre Frankenstein. Inician un pequeño debate sobre la naturaleza del mal y la responsabilidad: ¿es malo el monstruo?, ¿es más malo el doctor Frankenstein por haberlo creado?, etc. Y, justo después, introducen otro flashback, obligándonos a conectar de una forma muy burda la metáfora de Frankenstein con la historia personal de Joe y su tutor, el antiguo dueño de la librería. Ese tipo de cosas infantilizan el relato hasta decir basta y te hacen sentir imbécil. Pero... ok.

En la segunda temporada las ironías son más abundantes y divertidas, y algunos «flashbacks», aunque continúan, no son tan explícitos y aportan mucho valor a la historia en tanto que nos abren y diseccionan al protagonista. Desde un punto de vista freudiano, la relación de Joe con las mujeres a través de su relacióm con su madre es bastante certera a mi parecer y, como digo, enriquece mucho la construcción del personaje. Hay quien dice que la segunda temporada cayó en picado. Yo creo que, al revés: mejoró.

La segunda temporada parte de la misma premisa que la primera: una mujer-presa-target, un vecino-niño al que ayudar, un trabajo discreto como librero, que nos permite seguir adentrándonos en el personaje a través de sus gustos: sus lecturas... Todo igual, pero en Los Ángeles**.

Sin embargo, creo que esta vez hubo un desarrollo inesperado en la relación de Joe con su «presa», similar a lo que nos encontramos en Death Proof. You podría haber sido una obra casi perfecta, si se hubiera realizado de otra manera, con otro director, un guion más pulido y una estructura díptica como la de Death Proof. Realmente habría sido algo maravilloso. Pero está claro que la gallina seguirá poniendo huevos de oro indefinidamente, hasta que algún productor de Netflix empiece a perder pasta porque ya solo queden los cuatro fanáticos de siempre pidiendo renovación a cualquier precio.

En la segunda temporada también las referencias literarias son algo más sutiles y pueden aportar más. Pero sigue tirando mucho de clásicos de la literatura universal para explicar el desarrollo de la historia. Eso implica una serie de lugares comunes TAN COMUNES que, una vez más, infantiliza la historia. Que si Frankenstein para el monstruo, que si El conde de Montecristo para la venganza, que si Don Quijote para el caballero, que si Crimen y Castigo para la culpa, etc.***.

En conclusión, tal y como me dijo una amiga cuando le pregunté: «Es mala, pero entretenidilla».

Tenía razón. Yo añadiría que es irónica y divertida y que podría haber sido mucho más de lo que es. Pero, aún así, puede que te lo pases fetén, como yo me lo he pasado. Debo de ser un enfermo mental, pero empaticé bastante con Joe. La serie es bastante maniquea en ese sentido en la primera temporada para que te posiciones de su lado. En la segunda ofrece algo más de matices (y por eso me parece más interesante). Aún así, ¡a tope con Joe siempre!
(Los guionistas consiguieron seducirme, efectivamente).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...¡Y a tope, aún más, con Love!, que acepta todas sus taritas porque ella es exactamente igual. ¿No es maravilloso eso? Psicópata conoce a psicópata, psicópata se enamora de psicópata, psicópatas deciden matar juntitos... <3.
Pues no. Para Joe no es tan idílico. ¡Veremos en la tercera temporada!

** (A la inversa de lo que sucedió en Ray Donovan, que tardó cinco temporadas en mudarse a L.A. para aportar frescura en su serie).

***(Además, por cierto, me parece un uso bastante inadecuado el usar a Don Quijote de la forma en la que lo usan y, para colmo, recomendándoselo a un niño que no ha leído nunca una novela de caballerías y no sabe, precisamente, dónde está la gracia de El Quijote. Pero, bueno, esa es otra historia).

P.S. Siento la machistada del principio. Pero, realmente, solo había visto críticas (ni siquiera de Filmaffinity) de mujeres enamoradísimas de Joe, defendiendo su amor obsesivo y dispuestas a entrar en la jaula de cristal, aunque tuvieran que pagar. Realmente hay un público así que solo se queda en esa capa de superficialidad que ofrece la novela-rosa-psicópata (¿nuevo género?) y el atractivo físico-erótico-sexual del personaje/actor.
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