La he visto en plataforma un año después de su estreno. Me parece una película en cuya labradísima puesta en escena, lo digital está al servicio de la trama. Se integra magistralmente y apenas somos conscientes de los formidables efectos especiales.
Gareth Edwards no sugiere nada original, es una recreación más (perfectamente introducida con unos primeros minutos excelentes) del eterno mito de la máquina que supera al hombre. La falta de originalidad es suplida con una conseguida emotividad y un guion que me recuerda un poco a la Flauta Mágica mozartiana, por la evolución del bien y el mal que nos sugieren los personajes.
Es una gran apuesta por la ciencia ficción de calidad, bella y cargada de emociones. Con sus irregularidades, una película necesaria.

Al comenzar su visionado, pensaba que me encontraría ante un thriller de giros sorprendentes, pero la realidad es que la tensión conseguida por Sebastián Borensztein nos lleva paso a paso, de manera casi previsible. No es en sí algo malo, sino que el relato posee en sí una emoción intensa, pausada y pesimista. Es una película que deja poso.