No soy muy fan de las adaptaciones a imagen real de éxitos de anime, pero decidí arriesgarme con Golden Kamuy ya que es un anime que me gusta mucho y es una historia medianamente realista, aunque la primera aparición de Sugimoto en la toma de Port Arthur durante la guerra ruso japonesa es tan realista como un político honrado.
Dicho eso, siempre he bromeado diciendo que la serie animada era un anime de gurmet encubierto, ya que Asiripa, la chica ainu, muestra a Sugimoto las excelencias de la comida tradicional de su pueblo. La película muestra algo de eso también, pero se centra más en la trama de aventura buscando el tesoro que Sin rostro ha ocultado tras el camino que marca su misterioso mapa.
Obviamente, la película solo cubre la primera etapa de la historia y tendrán que llegar más hasta resolver el misterio, así que solo recomendable para aquellos que estén dispuestos a hacer la apuesta de seguir todo el camino, porque por si sola se queda la historia coja ya que no tiene como un final a disposición de aquellos que se acerquen a la película de manera casual. De hecho, en su final ya te está vendiendo la moto de la continuación con imágenes de la misma.

Una película para ver cuando uno sienta que tiene ganas de pelearse con el mundo, un paisaje idílico, personajes pausados con un punto de misterio y un argumento que se mueve mas que lento, con tranquilidad. Después de verla te quedas tan tranquilo que parece que nada te pueda afectar.

El otro día me preguntaron sobre esta película, y la verdad es que aunque es verdad que dentro de ella sucede lo que dice la sinopsis incluida en la ficha, eso es solo una pequeña visión de lo que esta película quiere contar.

Y es que en la envoltura de situaciones mas o menos chocantes, hilarantes, absurdas y similares, hay un mensaje vital, de optimismo y de lucha por la verdadera felicidad, que muchas veces en la vorágine del día a día olvidamos. Y es que nuestra vida se convierte a veces en una ciénaga en la que incluso no luchamos contra ella si no que nos dejamos hundir en ella sin mas.

Con Kumiko Aso en el papel principal, divertidísima y metida en el papel que le va como anillo al dedo y otros habituales de las películas de Miki, el casting es otro de los puntos fuertes de la película junto a una historia dinámica y que parece no tener rumbo fijo, pero que es la preparación para la media hora final, que es un alegato para deshacernos de todo aquello que hace que nuestra vida se estanque y luchemos con ilusión por ser mejores y disfrutar de esta vida.

Si no tienes ganas de calentarte la cabeza y la quieres ver como una comedia sin mas, también resulta una película muy agradable y un pasatiempo de primera clase. Así que recomendación absoluta por mi parte, pero eso si, tienes que ser capaz de creer en lo increíble.

Uno de los mensajes que le gusta transmitir a Miki en medio de los semioníricos guiones de sus películas, es el de aprender a vivir, el de no dejarnos llevar por la corriente de la vida hasta desembocar al estilo Jorge Manrique, en la muerte.

Una vida normal, llena de cosas normales de la que se es incapaz de salir, aderezada además con la presencia de ese amigo enrollado que siempre parece hacer las cosas mejor que nosotros o divertirse mas, es la que vive la protagonista de la película hasta que contacta con una célula de espionaje, cambiando su vida y dándole un color que había perdido.

Claro que todo esto está aderezado con todos esos ingredientes que tanto le gustan a este director y que para mas de uno pueden ser chocantes, personajes extraños, diálogos absurdos en la forma pero profundos en el fondo, y una serie de eventos al principio parecen inconexos, pero que a medida que avanza la película adquieren sentido.

Para terminar daría una advertencia, no apta para mentes convencionales, si pertenece a ese grupo, ni se acerque a esta película en particular ni a Satoshi Miki en general.