La película no pasa de ser un proyecto interesante, ya que le falta algo para llegar a ser buena. A medida que avanza, va decayendo, sobretodo cuando la acción pasa de París a Murcia.
Es rancia y aburrida en muchas de las partes, como cabía esperar al salir de manos de Garci, aunque quizás esto ocurre también en la obra de Mihura (pero no la he leído).
No me parece un buen reflejo de la situación política de la época, ya que se hace alusión a ella mediante ciertos comentarios de los personajes.
Lo único que merece la pena es la interpretación de Elsa Pataky (y de alguno de los secundarios) que he de reconocer que el papel la viene al pelo y no lo hace nada mal con el acento francés. La pareja formada con el otro protagonista funciona. Sin embargo, creo que también se ha utilizado esto como gancho, sobretodo para el público masculino, ya que se usa el culo de la actriz como reclamo en el trailer.

Alejada de todo tópico, esta película nos presenta un mundo de fantasía y color, que rompe con el estilo cinematográfico de los últimos años. Los personajes, junto con sus peculiaridades, son presentados de una forma original. El guión está perfectamente estructurado, gracias a una estética muy cuidada, donde cada detalle es importante: desde el pez suicida hasta el gnomo de jardín que “recorre el mundo”. Todo esto, además de la bonita fotografía de París y una excelente banda sonora, nos hace ser transportados a la atmósfera de optimismo y felicidad en la que vive la protagonista, interpretada por una Audrey Tautou que borda el personaje, transmitiendo sentimientos que no dejan indiferente al espectador. Igualmente, el final es intenso, tierno y mágico, dando en conjunto un excepcional resultado que roza la perfección.
Amélie es un placer para el espectador y merecedora, junto con su director Jean Pierre Jeunet, de tantos elogios, ya que se trata de una obra de arte, un regalo para el cine.
Sencillamente genial.

Buena adaptación del cómic a una película donde la fotografía hace que desde el comienzo nos sintamos dentro de la ciudad del pecado. El blanco y negro crea una estética propia, suavizando la violencia abundante que se desborda del más puro cine negro. El ritmo narrativo se aleja de lo que se está haciendo hasta el momento, muy al estilo de Tarantino, cuyo toque se percibe en muchas escenas que recuerdan ligeramente a su película Kill Bill. Los personajes están bien caracterizados y no se nos presenta a los típicos superhéroes inmortales.

De las tres historias, la de las prostitutas es, quizás, la menos interesante. Aunque necesaria para entender la relación entre las mismas, con ella se hace que se pierda ese gancho que mantenía al espectador desde el principio.
Además, la falta de realismo (aunque propia de los cómics) y la extremada violencia pueden llegar a aburrir.

Con una bonita historia de amor como principal argumento, la película resulta aburrida y sosa. La evolución de la historia y los escasos acontecimientos no enganchan al espectador, que por alguna extraña razón se queda hasta ver el final, lo único que merece la pena.