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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de abril de 2024
235 de 265 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trabajé varios años sirviendo mesas en un bar de Barcelona y puedo afirmar y afirmo que la gente está muy loca. Y no lo dice un simple "Ayudante de Camarero" según contrato. Un estudio internacional sobre salud mental y bienestar realizado este mismo año (2024) afirma que el 34% de la población española sufre algún trastorno mental. Nada más y nada menos que una tercera parte del país.

Yo no era el clásico camarero, no dominaba el arte de los chascarrillos y tampoco opinaba acerca de todos los asuntos de actualidad. Evitaba cualquier tipo de conversación y olvidaba cualquier tipo de detalle sobre la vida de los clientes. No quería saber nada de nadie y eso me mantuvo con vida y cuerdo, pero sobre todo, cuerdo. Citando a la ilustre filósofa Shakira Isabel Mebarak Ripoll, "ciega y sordomuda".

Si los trabajadores de la hostelería y cualquiera que trabaje en el sector servicios, reclaman un aumento de sueldo no es debido al auge de los precios del alquiler, la subida de tipos de interés o el incremento de los precios al consumidor (IPC) sino simple y llanamente, porque tienen mucho que aguantar.

Y si de algo me sirvió mi experiencia dentro de este maravilloso sector, a parte de despreciar a todo ser humano con vida, es a detectar y evitar a los chiflados, chalados y desequilibrados, especialmente los días de luna llena.

El protagonista de 'Mi reno de peluche', sin embargo, cometió el error de tener un detalle con la persona equivocada. Un día cualquiera entra por la puerta la sujeto más zumbada de la ciudad para convertirse en tu peor pesadilla. Este es el punto de partida de esta comedia sinvergüenza, lo más fresco y atrevido que ha estrenado Netflix en mucho tiempo.

Este es un relato basado en hechos reales y muy particular, sobre obsesiones, acoso y salud mental, entre otras cosas. Tiene fallas pero me ha descolocado, es ingenioso, divertido, ágil y pasará desapercibido entre toda la morralla que estrena la plataforma semana tras semana. *(05/2024) En contra de todo pronóstico y gracias al boca a boca se ha convertido en una de las series más vistas de la historia de Netflix*

La trama principal se ramifica por encima de sus posibilidades queriendo abarcar muchos temas y supongo que para justificar sus siete episodios, que no son ocho como viene siendo habitual. Primero aparece una subtrama, luego otra y de nuevo otra hasta que pierdes un poco el interés. Estas líneas secundarias, no obstante, nos permiten conocer mejor al protagonista y lejos de mostrar compasión hacia la víctima del acoso nos sugieren que todos tenemos fantasmas contra los que luchar pero quizás no todos tengamos las mismas capacidades para sobrellevarlos. Y quién sabe si después de todo, la locura puede ser contagiosa.

Si yo tuviera un restaurante, pondría esta serie en sugerencias del chef.

Sent from my iPhone
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todo se empaña en un capítulo final desconcertante e insatisfactorio que deambula, como su protagonista, sin querer ofrecer una resolución muy evidente o sencilla, salvo por la escena final, que intuyo que el creador y también guionista, tenía planificada desde un inicio a modo de ironía. Una invitación a sacar nuestras propias conclusiones.
21 de mayo de 2023
118 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hastío es el término que mejor define lo que siento. Ya ni siquiera los ‘true crimes’ más perturbadores me alegran las noches. Lo más emocionante que ha presentado Netflix últimamente es un programa que se llama ‘¿Es una tarta?’. Y casi lo adivino.

Parece como si toda esta nueva hornada de producciones ‘made in Spain’ sucedan en el mismo plano astral, encadenándose una tras otra, desde ‘El desorden que dejas’ (2020) pasando por ‘La chica de nieve’ (2023) hasta esta última, ’El silencio’. Mismo diseño de producción, misma fotografía y color. Tengo la perenne sensación de estar en un videoclip de C. Tangana (‘Comerte entera’) y que en cualquier momento Puchito aparecerá para realizar un cameo, recitar unos versos y perrear junto a Arón Piper. Tampoco les podemos reprochar que se tomen al pie de la letra la regla de las tres erres: reutilizar, reciclar y reducir. Ecoembes estaría orgulloso. Y lo mismo se puede decir de algunos actores que llevan en nómina desde tiempo inmemorial, ni que fueran funcionarios del estado. En cuanto a localizaciones, nada que objetar, siempre encuentran lugares pintorescos y de interés cultural donde apropiarse unas cuantas tomas.

Respecto al contenido, ‘El silencio’ pretende ser un thriller psicológico de intriga (nada más y nada menos) que reflexiona sobre algo llamado hibristofilia. Sí, han leído bien. En resumidas cuentas, se trata de una parafilia que consiste en la obtención del placer sexual solo cuando se mantienen relaciones con criminales (léase la Wikipedia). Para que se entienda mejor, cuando en el instituto las chicas mojaban las bragas por el misterioso zagal tatuado y fumeta con aspecto de delincuente, pero llevado al extremo. Según la ciencia, la causa de este trastorno es la excitación que produce el riesgo y en ocasiones, el estúpido propósito de reformar al malhechor o sencillamente la fama por arrimarse a este. Algunos ejemplos históricos son Ted Bundy y Jeffrey Dahmer, que recibían correspondencia de miles de mujeres “enamoradas” hasta los huesos.

En esta historia que nos atañe, más que una perversión sexual, la hibristofilia resulta ser una preocupante pandemia que afecta sobre todo a las féminas. Todas pierden el oremus por el malote protagonista, aunque si les digo la verdad, entre un agente inmobiliario de Tecnocasa (Manu Ríos) y un condenado por parricidio (Arón Piper), yo también le enviaría cartas de amor al segundo.

Piper protagoniza ’El silencio’ y sin ánimo de acritud, interpreta el papel de sus sueños, apenas habla o actúa, solo pone cara de malas pulgas. Un silencio que se rompe nada más pisar la calle, tirando por la borda el ‘clickbait’ de la historia ya desde el episodio primero. Tampoco existe, ni siquiera, un personaje secundario que despierte un mínimo de interés, por lo que todo el peso de la trama recae sobre un señor que tiene que sembrar la duda constante en el espectador acerca de su supuesta peligrosidad durante seis soporíferos episodios con su semblante de no expresar absolutamente nada. El misterio, si es que lo hubo, se perdió por el camino antes incluso de encontrarlo.

Para más inri, una trama en la que todo resulta irreal e impostado. Ni Villarejo se tomaría tantas molestias en espiar a un individuo. ¿Acaso el protagonista es un terrorista islámico?, o peor, ¿Carles Puigdemont?. Para hacer una investigación de este calibre con semejante despliegue de medios y personal, colocación de micrófonos, pinchado de teléfonos móviles e intervención de cámaras de video vigilancia en la vía pública se necesitaría cuanto menos una autorización judicial que vulnera derechos básicos constitucionales. Eso o un día normal en la república popular de China. No entiendo semejante operación para que una señora que dice ser psiquiatra realice un estudio, más bien, un proyecto final de carrera sobre el voyeurismo.

Episodio tras episodio, el propósito final de todo este tinglado se va diluyendo: determinar si el sujeto resulta o no una amenaza para el resto de conciudadanos, averiguar el motivo del asesinato de los padres o el pack completo, demostrar la completa inocencia del protagonista.

Para rematar, en el ecuador de la serie ocurre un acontecimiento que tiene que ver con un ‘dedo’, forzado y que roza lo vergonzoso, que te llevará a cuestionar si usar el tuyo para terminar con esta historia o si seguir adelante con mucha fuerza de voluntad. Para aquellos valientes que se aventuren, he intentado dilucidar el desenlace en spoiler.

Por otro lado, este tira y afloja que el guión se empeña en sostener entre el observado y la observadora, me ha recordado vagamente al que mantuvieron Carrie Mathison y Brody durante las dos primeras temporadas de la injustamente olvidada ‘Homeland’ (2011).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Después de un largo y tedioso recorrido, llegamos al controvertido desenlace:

Como en una obra de teatro, todos los personajes van apareciendo convenientemente para resolver su arco narrativo y con cada aparición, provocar una involuntaria carcajada al incauto espectador que ha tenido la bondad de llegar hasta el final a pesar del agotamiento. Y los que no aparecen se convierten en espectadores, como nosotros, de los hechos y las confesiones que se van a suceder.

Música triste de fondo, el protagonista (Piper) explica su versión de los hechos y declara su inocencia en la mismísima escena del crimen ante la presencia de la psiquiatra. -Fue su padre quien mató a su madre y luego se suicidó-. A continuación aparece en escena su hermana, a la que todavía no ha visto en persona, y contradice su versión afirmando que el susodicho no es víctima sino verdugo. -En realidad fue él quien mató a su madre y a su padre-. Por fin se descubre quien guardaba realmente 'El silencio', era su hermana, que no había soltado prenda acerca de lo sucedido durante todo este tiempo. Supongamos que por compasión. La comedia se pudo haber resuelto si ella hubiese testificado en algún momento, pero era más sensato esperar a que soltasen al asesino y decírselo en su cara.

No contentos con este giro, los guionistas nos obsequian con otro mayor y más inverosímil.

La psiquiatra y madre adoptiva de la hermana del asesino está 'hibristofílica' perdida. A pesar de la revelación, escoge quedarse y apoyar al criminal en lugar de huir con su hija y admitir su derrota, después de todo no tenía razón. Incluso llegó a defender su inocencia. A estas alturas es indiferente si el sujeto es un mentiroso o si es incapaz de asumir que hizo algo malo. Y la única que no se percata de su enfermiza obsesión con el protagonista es la propia psiquiatra, que ya sabemos que le envió cartas de amor como una 'groupie' mientras este estuvo internado.

Ahora viene cuando intentamos comprender la psique de la psiquiatra (rizando el rizo). Dice sentirse incomprendida, insatisfecha con su vida y se identifica con el protagonista. Ambos fueron niños con altas capacidades intelectuales y que padecieron desamparo. Dice amarlo y puede que en el fondo, su deseo era encontrarse con un auténtico asesino. A continuación salen al balcón, ella algo recelosa, él inexpresivo como de costumbre (gracias Piper) parece que la persuada y finalmente, vemos una silueta caer desde lo alto. ¿Pero quién de los dos es?. La serie nos pide a nosotros como espectadores un último salto, pero de fe.

¿Se ha convertido ella en víctima del verdugo?. ¿Era fan de su obra y decide formar parte de esta?. ¿Debemos aceptar que su desesperación la ha llevado a ese trágico final?. ¿Es la hibristofilia tan letal como advierte la Wikipedia?. ¿Es él quien se tira?. O sencillamente, ¿alguien se ha resbalado precipitándose al vacío?. En fin, no veo creíble el desarrollo de la historia hasta llegar a este punto. Tampoco comprendería las motivaciones del protagonista para reincidir, si así fuera. Podría llegar a tragarme que ella decidiera suicidarse. Ninguno de los dos tiene ya nada que perder... Lo que sí llegamos a intuir es que ambos se entienden y que de alguna forma quieren terminar con el sufrimiento del otro.

Un final abierto a demasiadas conjeturas, polémico donde los haya y que en mi opinión no merece nuestro esfuerzo pero sí nuestro silencio. No la recomienden por favor.
13 de diciembre de 2020
168 de 233 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente Netflix es un ‘vendehumos’, un maestro del engaño o del marketing, como lo llaman ahora.

Adaptación de la novela homónima del creador de Élite, un tal Carlos Montero, (sí, has leído Élite) con tintes nórdico-gallegos cortesía de unas localizaciones que hablan por sí solas (Galicia Calidade). Todo arropado por una cartelería que evoca a la primera temporada de ’The Sinner’ (2017) y un eslogan intrigante: ‘¿Y tú, cuánto vas a tardar en morir?’ (en respuesta a la pregunta, me temo que antes de terminar los soporíferos ocho episodios). El cebo no es otro que Aron Piper (Élite otra vez), modelo de ropa interior y actor, quien repetirá papel una y otra vez hasta que deje de aparentar diecisiete años y que será el encargado de calentar al personal gracias a sus dotes interpretativas (guiño guiño). Se agradece, que no es poco.

Esta es una historia de intriga con aires de novela negra que quiere jugar al despiste sin mucho éxito y que se va rearmando a medida que transcurren los hechos. Carece de ‘misterios oscuros’ o giros de infarto, como algunos describen pero mantiene cierto suspense, especialmente en los capítulos finales. En mi opinión, hace demasiado hincapié en los paralelismos entre las vidas de las dos protagonistas, a veces muy forzados. El desenlace, que parecía nos iba a llevar al éxtasis, termina revelándose como un suceso anecdótico y sin importancia, como un suspiro. Y a pesar de la insistente retahíla de que “En este pueblo todos se conocen y se protegen” el espectador nunca llega a percibir que exista semejante pueblo porque apenas intervienen un puñado de personajes que apoyen esta consigna.

He de suponer que la serie se permite ciertos atajos argumentales y no tengo claro lo fiel que es a la novela de Montero, pero si ha sido llevada a la pantalla por el mismo autor, pocas ganas tengo de aclarar mis dudas leyendo sus páginas.

Y por favor, no hagáis caso a las reseñas de la ’prensa especializada’ que la encumbran, incluso llegándola a comparar con ‘Fargo’… En fin, Netflix tiene muchos amigos y son de color verde ($).
9 de marzo de 2024
105 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan Carlos Fresnadillo, si estás secuestrado haznos una señal.

Hace más de veinte años se estrenaba '28 días después' (2002) dirigida por el gran Danny Boyle, probablemente, una de las mejores películas de terror del siglo XXI, capaz de reinventar el subgénero zombie, tan manido hasta la fecha. La película lograba transformar el mito del 'muerto viviente' en un miedo más real y aterrador, los llamaron 'infectados'. Como si de una predicción se tratase, un virus zoonótico similar a la rabia, se contagiaba entre la población causando una pandemia de muerte y destrucción.

Cinco años después, Juan Carlos Fresnadillo, Fresna para los amigos, conseguía casi lo imposible, hacer una secuela igual o mejor que la original, '28 semanas después' (2007). ¿Qué queda a día de hoy de aquel prometedor director español nominado en 1996 a un Oscar al mejor cortometraje?. Rescoldos de un fuego que se apaga...

'Damsel' es una película por encargo, sin personalidad, por y para el lucimiento de una protagonista en alza (Millie Bobby Brown). Un cheque a cambio de un trabajo. Estrenada convenientemente el 8M con el fin de aprovecharse del día de todas las mujeres y atribuirse banderas de empoderamiento y feminismo. Porque Netflix sabe subirse a todos los carros.

Una suerte de Fiona de 'Shrek' en carne y hueso, que busca renovar el cine de princesas sin pagar el canon de Disney y que desvela su mejor y única baza, en todas y cada una de las sinopsis que puedas leer. Un completo despropósito. Porque si algo tenía esta historia, es un novedoso y atrevido giro de guión que infringe las normas de todo cuento convencional sobre héroes y princesas que se precie. No solo resarce a la figura de la madrastra (aquí bondadosa) sino que incluso se atreve a vincular a la monarquía y sus tradiciones con las de una secta, al estilo 'Midsommar' (2019).

Érase una vez un director vilipendiado, un guión derrotado nada más comenzar y una actriz legendaria como Robin Wright desaprovechada y este cuento se acabó.

Juan Carlos Fresnadillo, regresa con nosotros.
10 de septiembre de 2023
76 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viuda negra, femme fatale, manipuladora, narcisista... No he venido aquí a juzgar a Rosa María Peral Viñuela ni a su cómplice "el tonto del bote", de eso ya se encargó un jurado popular en marzo de 2020, declarándolos a ambos culpables. A la sociedad española se le puede reprochar, a lo sumo, haber prejuzgado a Peral dejándose influenciar por unos medios de comunicación más preocupados en hacer hincapié en su vida sentimental y sexual que en informar desde la neutralidad. Pero como todos sabemos, era una historia demasiado golosa que copaba los titulares y abría telediarios como para dejarla escapar. Igualmente, Peral jugó la carta del machismo y aún así salió perdedora.

'El cuerpo en llamas' es una serie segura de sí misma, casi tanto como su protagonista, y que tiene muy claro lo que nos quiere contar. Como diría la inspectora Ester Varona (Eva Llorach), una historia con algunos matices y con "eventos, personajes y circunstancias que han sido cambiados con fines dramáticos" pero bastante fiel a los acontecimientos. Tampoco esperen un riguroso documental, todo sea por el espectáculo.

Esperaba más, en lo que respecta al apartado creativo, de la que se suponía iba a ser la gran apuesta de Netflix para este 2023. Una propuesta más atrevida y original que unos simples títulos de crédito en rojo y el 'Mala mujer' de C.Tangana. 'El cuerpo en llamas' tiene un inicio prometedor, literalmente arde, pero a medida que avanza comprobamos que su fotografía se limita a la sobriedad de los planos simétricos y a un par de bellas panorámicas de la Ciudad Condal desde el Tibidabo. Supongo que esa falta de atrevimiento concilia con el tono moderado y discreto desde el que se relatan los hechos. En ese aspecto, 'El hijo zurdo' (2023), sin ser una gran historia tiene mucho más 'punch' que aportar.

El recurso de reproducir en primera persona los mensajes de texto que los protagonistas se envían entre sí es lo más arriesgado de su puesta en escena, a priori resulta grotesco y supone un reto para los actores pero funciona y permite dar énfasis a una pieza fundamental para el caso.

Por último, sería injusto pasar por alto el trabajo de Úrsula Corberó, la gran protagonista de la función. Sobre ella recae el peso de configurar la psicología de Rosa Peral. Incluso en los primeros planos, seduce tanto a la cámara como a los espectadores, ayudándose de sus rasgos puntiagudos y cuando es necesario, de su serpenteante silueta. Pero la gran triunfadora es Netflix, que a pesar de los obstáculos de Peral para impedir el estreno desde la prisión, ha logrado ser más rápida y astuta. ¿Qué necesidad hay de inventar historias si la realidad supera la ficción?.

Próximamente: 'Daniel Sancho, el descuartizador'.
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