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Críticas ordenadas por utilidad
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5,7
2.773
10
27 de abril de 2020
27 de abril de 2020
93 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía no me creo que esta película haya podido realizarse. Una película que cuenta la historia de los famosos 'Cinco' (cinco oficiales de inteligencia cubanos que fueron arrestados y posteriormente condenados en EEUU bajo los cargos de conspiración y espionaje) y que los trata como los héroes que son sin dejarse llevar por la propaganda capitalista oficial ni por los complejos y prejuicios de la izquierda europea (por eso es tachada de maniquea por la crítica occidental).
En los primeros planos se nos explica el contexto político de la Cuba revolucionaria y, aunque califica de 'dictadura' al país caribeño, es difícil encontrar, durante toda la cinta, los clichés típicos que suelen aparecer cuando se aborda, en el cine del primer mundo, cualquier tema relacionado con la Cuba socialista.
La película nos sitúa en la Cuba de los años 90, y el contexto político de la Cuba de los años 90 es que ha caído la URSS y, aún con el bloqueo criminal que la isla sufre por parte de la mayor potencia del mundo, Cuba mantiene, no sin lucha y sacrificio, en pie su Revolución gracias en gran parte al desarrollo del turismo de sol y playa.
¿Cómo responde a esto la siempre enfadada y sobrefinanciada oposición cubana afincada en Miami (la famosa "gusanera")? Poniendo bombas en hoteles y ametralleando las playas llenas de turistas, tratando así de boicotear los escasos beneficios de la economía cubana con el fin de hacer caer al Gobierno Revolucionario.
El Servicio Secreto Cubano pone en marcha entonces una red de espionaje en la Miami anticastrista para intentar detener futuros atentados.
El reparto no sólo es de lujo sino que están todos, como poco, acertados y creíbles en sus respectivos papeles.
Cabe destacar a una impresionante Penélope Cruz (defendiéndose con el acento cubano) y a Leonardo Sbaraglia y Gabriel García Bernal, a los que siempre gusta encontrarse aunque sea en papeles pequeños.
En los primeros planos se nos explica el contexto político de la Cuba revolucionaria y, aunque califica de 'dictadura' al país caribeño, es difícil encontrar, durante toda la cinta, los clichés típicos que suelen aparecer cuando se aborda, en el cine del primer mundo, cualquier tema relacionado con la Cuba socialista.
La película nos sitúa en la Cuba de los años 90, y el contexto político de la Cuba de los años 90 es que ha caído la URSS y, aún con el bloqueo criminal que la isla sufre por parte de la mayor potencia del mundo, Cuba mantiene, no sin lucha y sacrificio, en pie su Revolución gracias en gran parte al desarrollo del turismo de sol y playa.
¿Cómo responde a esto la siempre enfadada y sobrefinanciada oposición cubana afincada en Miami (la famosa "gusanera")? Poniendo bombas en hoteles y ametralleando las playas llenas de turistas, tratando así de boicotear los escasos beneficios de la economía cubana con el fin de hacer caer al Gobierno Revolucionario.
El Servicio Secreto Cubano pone en marcha entonces una red de espionaje en la Miami anticastrista para intentar detener futuros atentados.
El reparto no sólo es de lujo sino que están todos, como poco, acertados y creíbles en sus respectivos papeles.
Cabe destacar a una impresionante Penélope Cruz (defendiéndose con el acento cubano) y a Leonardo Sbaraglia y Gabriel García Bernal, a los que siempre gusta encontrarse aunque sea en papeles pequeños.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A mencionar lo que para mí es un acierto (aunque muchos críticos de monóculo no concuerdan conmigo):
Antes de la hora de película el director hace un flashback de cuatro años que te deja el culo torcido si no sabes inicialmente de qué va la trama o qué fue La Red Avispa, ya que hace girar 180° lo que creemos de los protagonistas convirtiendo a traidores en héroes.
Antes de la hora de película el director hace un flashback de cuatro años que te deja el culo torcido si no sabes inicialmente de qué va la trama o qué fue La Red Avispa, ya que hace girar 180° lo que creemos de los protagonistas convirtiendo a traidores en héroes.

6,5
149
9
2 de mayo de 2020
2 de mayo de 2020
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valiente cinta del director israelí Yaron Zilberman que se desarrolla durante el fallido proceso de paz entre Israel y Palestina, en los años 90, capitaneado por Rabin y Arafat. Es la crónica del asesinato del Primer Ministro judío (Rabin) desde el punto de vista del asesino.
La película narra con sobriedad y sin complejos el proceso por el cual un joven judío ortodoxo se va radicalizando hasta el punto de cometer el magnicidio explicando, a la par, las enormes divisiones existentes en la sociedad israelí generadas por el proceso de paz.
El film es valiente porque apunta con mira telescópica al partido radical de extrema derecha presidido por Benjamín Netanyahu (en el poder actualmente y en la oposición durante el tiempo que narra la película), así como a los rabinos ultraortodoxos, a los que responsabiliza de la decisión del protagonista.
Y es que se nos deja claro desde el principio con el título: ¿Qué o quién incitó al joven a dar el paso de usar las armas para asesinar al Presidente, dinamitando así un proceso histórico de paz? ¿La familia? ¿Los amigos? ¿Los profesores de la universidad? ¿Los líderes religiosos? ¿La misma sociedad israelí cada vez más fanatizada? ¿Todo al mismo tiempo?
El director intercala con éxito en la ficción imágenes reales de archivo que, además de aportar datos para los que no conocemos en profundidad el conflicto, generan una atmósfera de veracidad que se palpa en cada escena. A esto ayuda y mucho la incontestable interpretación del protagonista, Yehuda Nahari.
Así pues, por la historia que cuenta, por cómo la cuenta, por el punto de vista que elige el director, por las interpretaciones o por el lugar de origen de la cinta puede que estemos ante una obra maestra.
La película narra con sobriedad y sin complejos el proceso por el cual un joven judío ortodoxo se va radicalizando hasta el punto de cometer el magnicidio explicando, a la par, las enormes divisiones existentes en la sociedad israelí generadas por el proceso de paz.
El film es valiente porque apunta con mira telescópica al partido radical de extrema derecha presidido por Benjamín Netanyahu (en el poder actualmente y en la oposición durante el tiempo que narra la película), así como a los rabinos ultraortodoxos, a los que responsabiliza de la decisión del protagonista.
Y es que se nos deja claro desde el principio con el título: ¿Qué o quién incitó al joven a dar el paso de usar las armas para asesinar al Presidente, dinamitando así un proceso histórico de paz? ¿La familia? ¿Los amigos? ¿Los profesores de la universidad? ¿Los líderes religiosos? ¿La misma sociedad israelí cada vez más fanatizada? ¿Todo al mismo tiempo?
El director intercala con éxito en la ficción imágenes reales de archivo que, además de aportar datos para los que no conocemos en profundidad el conflicto, generan una atmósfera de veracidad que se palpa en cada escena. A esto ayuda y mucho la incontestable interpretación del protagonista, Yehuda Nahari.
Así pues, por la historia que cuenta, por cómo la cuenta, por el punto de vista que elige el director, por las interpretaciones o por el lugar de origen de la cinta puede que estemos ante una obra maestra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una de las pocas pegas que le pondría es que la historia finalice justo con el magnicidio, cuando habría sido interesante ver el día después: las reacciones de sus familiares y amigos cercanos, de la comunidad judía en general y de los rabinos ultraortodoxos en particular.
12 de mayo de 2020
12 de mayo de 2020
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísima ópera prima del director francés Jean-Claude Flamand, que trata la problemática del colonialismo en Francia en los años 60/70.
El director, en una cinta sencilla pero filmada con pulso, nos acerca a la realidad de un joven antillano que, al llegar a Francia, descubre que no es el paraíso que le había prometido el propio país. Decepcionado y sin recursos, vaga con su hija pequeña por los suburbios de París. Hasta que todo cambia cuando ingresa en un grupo de atracadores también de Las Antillas.
La diferencia entre estos atracadores y otros es que los de este filme están ideologizados en contra de la colonización francesa y a favor de la Revolución en Las Antillas: "Estas acciones son la forma de mostrar nuestra ira".
Película que, en su mezcla de géneros, nunca llega a desdibujarse. Racismo, atracos, política anticolonial, drama social y carcelario... y todo en menos de hora y media. Cualquier otro director con más ego y experiencia hubiera hecho un tostón pretencioso de más de dos horas. Gran capacidad de síntesis la del novato director francés.
El director, en una cinta sencilla pero filmada con pulso, nos acerca a la realidad de un joven antillano que, al llegar a Francia, descubre que no es el paraíso que le había prometido el propio país. Decepcionado y sin recursos, vaga con su hija pequeña por los suburbios de París. Hasta que todo cambia cuando ingresa en un grupo de atracadores también de Las Antillas.
La diferencia entre estos atracadores y otros es que los de este filme están ideologizados en contra de la colonización francesa y a favor de la Revolución en Las Antillas: "Estas acciones son la forma de mostrar nuestra ira".
Película que, en su mezcla de géneros, nunca llega a desdibujarse. Racismo, atracos, política anticolonial, drama social y carcelario... y todo en menos de hora y media. Cualquier otro director con más ego y experiencia hubiera hecho un tostón pretencioso de más de dos horas. Gran capacidad de síntesis la del novato director francés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Grandes momentos/enseñanzas que nos deja la película:
-La pelea de un oprimido contra otro (antillanos vs argelinos) de la que tanto beneficio saca el opresor (Francia).
-La necesidad de confiar en los tuyos cuando te juegas tanto (solo uno de los antillanos se retira a tiempo de los atracos, sin dejarse llevar por la codicia, por falta de confianza en sus compañeros)
-El educador negro para meter en el redil colonial a los negros en prisión.
-Cuba como referencia revolucionaria para los antillanos.
-La pelea de un oprimido contra otro (antillanos vs argelinos) de la que tanto beneficio saca el opresor (Francia).
-La necesidad de confiar en los tuyos cuando te juegas tanto (solo uno de los antillanos se retira a tiempo de los atracos, sin dejarse llevar por la codicia, por falta de confianza en sus compañeros)
-El educador negro para meter en el redil colonial a los negros en prisión.
-Cuba como referencia revolucionaria para los antillanos.
6
20 de octubre de 2020
20 de octubre de 2020
52 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo lo que ha sido, para mí, lo mejor y lo peor de la miniserie. Pero vamos, os adelanto ya que la pataleta del sindicato policial Jusapol no tiene sentido, que hay que ser tremendamente facha para sentirse ofendido por lo que se ve en pantalla.
Lo mejor de la serie:
- La capacidad del director para tenernos continuamente en tensión.
- Lo profundidad de cada uno de los personajes.
- El ejercicio de estilo de Sorogoyen es notorio y es, además, su punto fuerte.
- A priori, la elección de un tema interesantísimo, importante, jugoso y que obliga al director a ensuciarse las botas de barro.
- Las interpretaciones de los actores son sobresalientes, del primero al último.
Lo peor de la serie va en zona spoiler.
Lo mejor de la serie:
- La capacidad del director para tenernos continuamente en tensión.
- Lo profundidad de cada uno de los personajes.
- El ejercicio de estilo de Sorogoyen es notorio y es, además, su punto fuerte.
- A priori, la elección de un tema interesantísimo, importante, jugoso y que obliga al director a ensuciarse las botas de barro.
- Las interpretaciones de los actores son sobresalientes, del primero al último.
Lo peor de la serie va en zona spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- No esperes ver a un grupo de antidisturbios viviendo su día a día laboral como tal. No se critica la función o existencia misma del cuerpo de antidisturbios. No se reflexiona sobre su función estructural para con el sistema capitalista.
Lo que se nos va contar es un caso aislado. Una sucesión de "errores" humanos y cómo este grupo de antidisturbios se enfrenta a las posibles consecuencias.
Pero ésto sólo dura dos capítulos. La cosa va a peor.
- La serie no va sobre los antidisturbios, sino que éstos son el detonante de la trama. Son el reclamo publicitario.
- Hay tantas referencias y/u homenajes a otras series como The Wire o House of Cards que, por momentos, Antidisturbios parece directamente una parodia (¿qué motivo tiene, si no es referenciar a House of Cards, el polvo sin sentido argumental alguno que echa la protagonista de Asuntos Internos con uno de los antidisturbios?)
-Los antidisturbios son sólo la excusa que Sorogoyen utiliza como cebo para convertir la serie en un drama judicial que nunca llega a suceder (pues se nos omite el tan esperado juicio) porque también es una excusa para llevarse la trama a las cloacas -el personaje de Revilla es, obviamente, Villarejo- que es de lo que va la serie.
Vamos, que la serie debería llamarse 'Cloacas' no 'Antidisturbios'.
- Los antidisturbios que describe Sorogoyen están totalmente desideologizados y no expresan ni el más mínimo comentario político entre ellos.
- Se obvia narrar la más que conocida y probada relación entre la policía y los grupos de extrema derecha (da a entender que los antidisturbios tienen en su punto de mira a fascistas y a antifascistas por igual). Que le pregunten a los periodistas Miquel Ramos o Jordi Borras por esta cuestión.
- La única relación de los antidisturbios con la droga es de forma individual y recreativa, nada de "doparse" para aporrear sin descanso (como realmente sucede).
- Aún apareciendo en pantalla, se da muy poca importancia a la relación entre la policía y los medios de comunicación (filtraciones, relaciones de conveniencia mediático-policiales, redes sociales, etc).
- Las diferentes tramas de los personajes se cierran sin explicar cómo éstos han llegado ahí -otra vez el director supedita el guión de su serie para homenajear a The Wire en un final prácticamente calcado al de la serie de Simon-.
- Cualquier antidisturbios que vea los seis capítulos, y que tenga dos mínimos dedos de frente, sacará de la serie las dos siguientes reflexiones:
1* Que el problema principal es la falta de medios (para poder desahuciar y apalizar a manifestantes de forma más efectiva).
2* Que son seres humanos con un trabajo como cualquier otro y que ellos son simples mandaos. Que todo se dirime arriba. Que no tienen responsabilidad alguna en un desahucio. Es más, pasan de criminales a víctimas ("se vieron obligados a tomar decisiones bajo demasiada presión").
En la miniserie importa más la forma del estilo que el contenido en sí. Las reflexiones que suscita son pretenciosamente paternalistas en vez de profundas y revolucionarias.
Y es que ni España es EE.UU., ni Antidisturbios es The Wire, ni Rodrigo Sorogoyen es David Simon.
Lo que se nos va contar es un caso aislado. Una sucesión de "errores" humanos y cómo este grupo de antidisturbios se enfrenta a las posibles consecuencias.
Pero ésto sólo dura dos capítulos. La cosa va a peor.
- La serie no va sobre los antidisturbios, sino que éstos son el detonante de la trama. Son el reclamo publicitario.
- Hay tantas referencias y/u homenajes a otras series como The Wire o House of Cards que, por momentos, Antidisturbios parece directamente una parodia (¿qué motivo tiene, si no es referenciar a House of Cards, el polvo sin sentido argumental alguno que echa la protagonista de Asuntos Internos con uno de los antidisturbios?)
-Los antidisturbios son sólo la excusa que Sorogoyen utiliza como cebo para convertir la serie en un drama judicial que nunca llega a suceder (pues se nos omite el tan esperado juicio) porque también es una excusa para llevarse la trama a las cloacas -el personaje de Revilla es, obviamente, Villarejo- que es de lo que va la serie.
Vamos, que la serie debería llamarse 'Cloacas' no 'Antidisturbios'.
- Los antidisturbios que describe Sorogoyen están totalmente desideologizados y no expresan ni el más mínimo comentario político entre ellos.
- Se obvia narrar la más que conocida y probada relación entre la policía y los grupos de extrema derecha (da a entender que los antidisturbios tienen en su punto de mira a fascistas y a antifascistas por igual). Que le pregunten a los periodistas Miquel Ramos o Jordi Borras por esta cuestión.
- La única relación de los antidisturbios con la droga es de forma individual y recreativa, nada de "doparse" para aporrear sin descanso (como realmente sucede).
- Aún apareciendo en pantalla, se da muy poca importancia a la relación entre la policía y los medios de comunicación (filtraciones, relaciones de conveniencia mediático-policiales, redes sociales, etc).
- Las diferentes tramas de los personajes se cierran sin explicar cómo éstos han llegado ahí -otra vez el director supedita el guión de su serie para homenajear a The Wire en un final prácticamente calcado al de la serie de Simon-.
- Cualquier antidisturbios que vea los seis capítulos, y que tenga dos mínimos dedos de frente, sacará de la serie las dos siguientes reflexiones:
1* Que el problema principal es la falta de medios (para poder desahuciar y apalizar a manifestantes de forma más efectiva).
2* Que son seres humanos con un trabajo como cualquier otro y que ellos son simples mandaos. Que todo se dirime arriba. Que no tienen responsabilidad alguna en un desahucio. Es más, pasan de criminales a víctimas ("se vieron obligados a tomar decisiones bajo demasiada presión").
En la miniserie importa más la forma del estilo que el contenido en sí. Las reflexiones que suscita son pretenciosamente paternalistas en vez de profundas y revolucionarias.
Y es que ni España es EE.UU., ni Antidisturbios es The Wire, ni Rodrigo Sorogoyen es David Simon.
Miniserie

7,9
22.957
3
20 de noviembre de 2020
20 de noviembre de 2020
63 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminada la miniserie "Patria", voy a dedicarle unos párrafos regateando el enaltecimiento al terrorismo (que nunca se sabe lo que pueden interpretar los jueces). Como pasa con "Antidisturbios", hay que ser tremendamente facha para sentirse ofendido por lo que ves en pantalla:
La serie no es imparcial ni de lejos. Los personajes están atravesados por la moralidad propagandística a la que estamos acostumbrados al tratar el conflicto vasco. Todos los personajes abertzales están completamente desdibujados, infantilizados hasta el absurdo al plantear sus argumentos.
Mientras, la víctima de ETA de la que se nos habla aparece construido como un auténtico ser de luz.
La presencia de la Guardia Civil en la Euskadi de los 80 que se nos plantea es meramente anecdótica. En ningún momento se nos muestra el lugar extremadamente militarizado que era aquél en aquella época.
De todos los objetivos de ETA (policías, guardias civiles, políticos, empresarios, militares...) se ha elegido narrarnos la historia de un patrón del sector de los transportes.
Lo que le permite a la historia 2 cosas:
- Omitir la oposición armada contra ETA. Dejar fuera del foco protagónico a la Policía Nacional o a la Guardia Civil en sus funciones legales y alegales puestas en práctica en Euskadi.
- Embutir de ideología neoliberal cada escena en la que nos toca empatizar con un pobre empresario al que no vemos ni una sola vez relacionándose en su entorno de trabajo (no sabemos cómo trata a los empleados, si cumple con el convenio, etc).
Las torturas sufridas por el komando detenido a manos de la Guardia Civil son flojitas (insultos, alguna colleja y una vez 'la bolsa') y se nos despachan bastante rápido sin una gota de sangre.
El objetivo de la historia es, claramente, el de la reconciliación de las dos partes del conflicto, pero realmente sólo se nos presenta como víctimas a los de una parte. Los de siempre.
La parte buena de estos productos (con temática del conflicto vasco o de antidisturbios, por ejemplo) es que se está abriendo la puerta a futuros proyectos que se adentren en estos temas de una forma más revolucionaria.
Para terminar me gustaría recomendar otras obras que tratan este tema de forma algo más ecuánime:
Documentales:
- Euskadi fuera de estado
- Euskal Herria: una historia de lucha y resistencia.
(Ambos en YouTube)
Películas:
- Operación Ogro
- El viaje de Arian
- Santuario
(Las 3 en VK)
Miniserie:
- El padre de Caín (2 episodios)
(En Prime)
Y para el que quiera saber cómo era el funcionamiento habitual de la Guardia Civil en Euskal Herria:
- Lasa eta Zabala
(disponible en GNULA)
Todo lo demás que quería escribir sobre esta miniserie ya lo ha escrito el usuario de FilmAffinity Devilman, en su crítica titulada "Mucho ruido y pocas nueces".
La serie no es imparcial ni de lejos. Los personajes están atravesados por la moralidad propagandística a la que estamos acostumbrados al tratar el conflicto vasco. Todos los personajes abertzales están completamente desdibujados, infantilizados hasta el absurdo al plantear sus argumentos.
Mientras, la víctima de ETA de la que se nos habla aparece construido como un auténtico ser de luz.
La presencia de la Guardia Civil en la Euskadi de los 80 que se nos plantea es meramente anecdótica. En ningún momento se nos muestra el lugar extremadamente militarizado que era aquél en aquella época.
De todos los objetivos de ETA (policías, guardias civiles, políticos, empresarios, militares...) se ha elegido narrarnos la historia de un patrón del sector de los transportes.
Lo que le permite a la historia 2 cosas:
- Omitir la oposición armada contra ETA. Dejar fuera del foco protagónico a la Policía Nacional o a la Guardia Civil en sus funciones legales y alegales puestas en práctica en Euskadi.
- Embutir de ideología neoliberal cada escena en la que nos toca empatizar con un pobre empresario al que no vemos ni una sola vez relacionándose en su entorno de trabajo (no sabemos cómo trata a los empleados, si cumple con el convenio, etc).
Las torturas sufridas por el komando detenido a manos de la Guardia Civil son flojitas (insultos, alguna colleja y una vez 'la bolsa') y se nos despachan bastante rápido sin una gota de sangre.
El objetivo de la historia es, claramente, el de la reconciliación de las dos partes del conflicto, pero realmente sólo se nos presenta como víctimas a los de una parte. Los de siempre.
La parte buena de estos productos (con temática del conflicto vasco o de antidisturbios, por ejemplo) es que se está abriendo la puerta a futuros proyectos que se adentren en estos temas de una forma más revolucionaria.
Para terminar me gustaría recomendar otras obras que tratan este tema de forma algo más ecuánime:
Documentales:
- Euskadi fuera de estado
- Euskal Herria: una historia de lucha y resistencia.
(Ambos en YouTube)
Películas:
- Operación Ogro
- El viaje de Arian
- Santuario
(Las 3 en VK)
Miniserie:
- El padre de Caín (2 episodios)
(En Prime)
Y para el que quiera saber cómo era el funcionamiento habitual de la Guardia Civil en Euskal Herria:
- Lasa eta Zabala
(disponible en GNULA)
Todo lo demás que quería escribir sobre esta miniserie ya lo ha escrito el usuario de FilmAffinity Devilman, en su crítica titulada "Mucho ruido y pocas nueces".
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