Seguramente viendo La noche de los muertos vivientes hoy en día por primera vez no se tenga, ni de lejos, la sensación que esta película debió provocar en el público en 1968. Nada de lo que el cine de terror había ofrecido hasta entonces se parecía en lo más mínimo a esta película.
La historia comienza con fuerza, y además en un cementerio. Dos hermanos acuden a poner flores en una tumba. Él bromea con la posibilidad de que alguien les ataque, y ella se enfada asustada. En ese momento aparece alguien. Y les ataca. El muere, ella huye. Y ahí comienza un acoso que durará toda la película.
Uno de los mayores aciertos de la película es la atmósfera que se crea. Malsana y agobiante. Al final tenemos varios personajes encerrados en una casa, protegiéndose de los muertos vivientes que les acosan. Pero el ambiente dentro de la casa no es más agradable que en el exterior.
La noche de los muertos vivientes ofrece terror, sustos y resulta inquietante. La secuencia en la que varios zombies devoran trozos de carne humana es impactante. Pero además de todo esto, que puede resultar obvio, la película ofrece una lectura bastante interesante acerca del comportamiento humano, y en ese sentido el final resulta demoledor.
Si con todo esto no le he dado mayor puntuación es porque hay momentos en que la pobreza de recursos narrativos es notoria, porque hay situaciones en el interior de la casa que se alargan demasiado, porque la música a veces se come a las imágenes, y porque el nivel de los actores (especialmente la protagonista) no es especialmente elevado.
En cualquier caso, y pese a sus numerosos fallos, La noche de los muertos vivientes abrió la puerta a una nueva forma de hacer cine de terror, que posteriormente se ha utilizado hasta la nausea, y lo hizo de forma cortante y directa.

Wes Anderson es un director con eso que se llama universo propio. El entiende el cine y la forma de contar historias de una determinada forma, y esta forma es única. Todas sus películas, pese a que sus historias y sus ambientes sean diferentes, tienen un estilo propio y muy similar. No hay duda de quien las ha dirigido.
Viaje a Darjeeling nos cuenta el encuentro entre tres hermanos muy distanciados, que tras la muerte de su padre deciden estrechar lazos entre ellos y con su madre, que vive aislada en un monasterio hindú. La odisea en tren que viven a través de la India para llegar a encontrarse con su madre es lo que cuenta la película.
La película habla aparentemente de temas serios, pero lo hace en un tono de comedia muy particular que es marca de la casa. Tengo que reconocer que a mi esta particular forma de afrontar sus historias me deja particularmente frío y no consigo identificarme en absoluto con sus personajes.
Afortunadamente lo que si me gusta del cine de Wes Anderson es su estilo visual, maravilloso en muchos momentos de esta película, y sus, a veces, ingeniosos gags, que encajan con mucha naturalidad dentro de la acción. También el acompañamiento musical de sus imágenes es siempre el más adecuado posible.
El trío protagonista no es que me entusiasme pero me parece que se corresponde a la perfección con lo que el director busca. La aparición final de Anjelica Huston es magnífica como suele ser habitual en ella, y el cameo de Bill Murray es realmente divertido.
El corto Hotel Chevalier que complementa, al comienzo, la película no se si es necesario, pero resulta francamente atractivo, sobre todo por la presencia de una maravillosa Natalie Portman.
No es Wes Anderson un director que me apasione, pero por lo menos siempre aporta un toque particular y curioso a la cartelera.

Resulta curioso ver a estas alturas del siglo XXI una película protagonizada por Kevin Costner, William Hurt y Demi Moore. Es como si no hubieran pasado casi veinte años desde que este trío triunfaba en los cines. Pero si, han pasado esos veinte, y salvo contadas excepciones, ahora se tienen que conformar con acompañar a las estrellas del momento, o bien hacer películas del montón, como esta.
El planteamiento de Mr. Brooks es original. Cuenta la historia de un hombre que mata por adicción. El no quiere hacerlo, sabe que está mal, pero no puede evitarlo. Desgraciadamente este planteamiento no mantiene el nivel durante el desarrollo de la historia. Hubiera sido más interesante centrarse en el personaje central, y desarrollar una historia más compleja a su alrededor, que es lo que prometía el comienzo. Pero al final nos pasamos media película atendiendo los problemas de policía que interpreta Demi Moore, y la otra media siguiendo a un cuarto personaje que se entromete en la historia y que no ayuda a hacerla más interesante.
Además, y sin que esto sirva de precedente, el trabajo de William Hurt solo perjudica el desarrollo de su personaje, algo así como la conciencia malévola del protagonista, ya que el actor parece no tomárselo en serio. O es que tal vez ahí está la gracia de la película y el que no se ha enterado he sido yo.
Tampoco el director acierta con una puesta en escena más propia de algunos policíacos de los años ochenta, con una secuencia de tiroteo en la que está involucrada Demi Moore rodada de forma bastante lamentable.
Así que al final solo nos queda pensar en lo que podía haber sido y no fue. Y si no le doy menor puntuación es precisamente por esto mismo, por que la idea me parece bastante interesante y se apuntan algunos detalles, que no por mal desarrollados pierden su atractivo.

Se acaba de ver Exodus en el Festival de San Sebastian y la acogida de la mayor parte de la crítica no ha podido ser peor. Desde luego no es ninguna obra maestra pero algo de interés si que tiene.
La idea de partida es cuando menos sorprendente, y podría dar lugar a una cinta entre el misterio y la ciencia ficción. Se investiga una posible conspiración de las mujeres para matar a todos los hombres del planeta. Con esta idea se está vendiendo la película, y yo creo que esto es algo secundario en la historia. Yo veo más bien la historia de tres personajes que se encuentran solos, aunque dos de ellos sean pareja. Esa sensación de soledad que rodea a los personajes creo que está muy bien reflejada y es lo que mas me interesa de la historia.
Si es verdad que la investigación sobre esa supuesta conspiración tiene su importancia en la historia pero eso ya está mucho menos logrado, hasta llevarnos a unos minutos finales tan delirantes como divertidos.
La película comienza con una secuencia sorprendente, y durante buena parte de la historia no sabemos como ubicarla. Es precisamente cuando el protagonista explica esa situación cuando la película alcanza su mejor momento.
La puesta en escena es estilizada y sencilla, un mérito del director, pero el ritmo, desgraciadamente, es lento hasta la exasperación en muchos momentos, lo que le resta buena parte del moderado interés que podía haber tenido.
Y los que la han descalificado alegremente como una modernez infumable, pues creo que no han visto la misma película que yo, porque aunque sea profundamente imperfecta creo que mantiene un estilo bastante clásico y moderado.

No sabía muy bien como enfocar el comentario sobre esta película. Podía centrarme el lo previsible de la historia, en la previsible puesta en escena siempre buscando la forma más fácil de satisfacer al espectador, en el típico final para soltar alguna lagrimita de más. O podía centrarme en Martina Gedeck, en Sergio Castellito y en el derroche de humanidad y calidez del que los dos hacen gala.
Como hoy tengo el día sensible creo que la presencia de los dos protagonistas se va a imponer a lo previsible y facilón del relato, y es que cada escena que tienen juntos es un placer. Son los mejores momentos de la película, tiernos, sensibles, muy muy bonitos (no me creo lo que estoy escribiendo!!).
En cualquier caso, ya he dicho alguna vez que Martina Gedeck es una de las mejores cosas que le pude pasar a una película alemana, o de donde sea.
Y aunque la historia de la niña me interesa menos, hay que decir que es un acierto la presencia de la joven actriz que evita hacer un personaje cursi y sensiblero. Menos interesante es la presencia del actor Ulrich Thomsen, con un personaje metido con calzador en la historia.