La maison en petits cubesCortometrajeAnimación

Un cortometraje, sobre todo un cortometraje de dibujos, es para pasárselo bien, no para dedicar doce minutitos de tu tiempo a rezar a Dios. «Mírate esto», dice aquel que te manda el enlace por Whatsapp, «le ha gustado a todo el mundo, es muy emotivo, solo doce minutitos de tu tiempo, no más». Si yo voy a ver algo es porque me interesa, no porque le ha gustado a todo el mundo, error mío haber venido a ver esto por una recomendación. Pero es una recomendación como el que te manda un chiste por Whatsapp o uno de esos vídeos lerdos de superación personal de Whatsapp, o sea, no es, para mí, esto un cortometraje para disfrutar, sino una frase de sobrecito de azúcar presentada en forma de cortometraje. Y ese es el problema, que es una frase de sobrecito de azúcar, pero además una frase de sobrecito de azúcar deprimente. Todos sabemos que a todos nos va a llegar el aislamiento social de viejos, en mi caso me llegó mucho antes, y por eso te puedo decir que es una soberana ridiculez el cómo presentan ese momento en este cortometraje, como algo reflexivo y como una oportunidad para congraciarte de la vida «supuestamente feliz» que has vivido. Está mal presentado, tú no repasas en esa situación mentalmente los momentos agradables y enriquecedores que has vivido, lo que haces en realidad en esa situación es lamentarte por los momentos que no pudiste vivir, ya sea por miedo o por fracaso. Así que, ya, de antemano, el mensaje del cortometraje está mal. No es la guinda del pastel de la vida, por lo tanto, ese momento que te toca vivir, pues has perdido tu juventud y la oportunidad de gustarle a las personas. Si ya lo dije, lo dije en su momento cuál era el mejor corto de dibujos de la historia, y es el de "Susie, el pequeño cupé azul". En ese corto, el personaje, cuando su vida está en ruinas y a punto de extinguirse, está desesperanzado, no solo triste, añorando el amor, pero ¡aquí no está desesperanzado! ¡Está engañándoos a todos con su expresividad de que la vida fue un tesoro, hasta aquí hemos llegado! Pero ¿y la parte mala de la vida, esa no la sacas? El corto de Susie lo sacaba todo.

Y como digo esto es como un vídeo sobrecito de azúcar, para empezar, si eres como yo, te aburres, no le prestas la suficiente atención y, si no has leído la sinopsis, no sabes de lo que va.

Metáfora de una vida llena de recuerdos, nuestro pasado se encuentra bajo nuestros pies, lleno de buenos momentos… El presente es un continuo reponerse y construir hacia arriba, pues lo contrario es caer en la desidia y rutina. La escena es simple, poco agraciado el prota (da algo de mal fario), el conjunto es triste desde el inicio, y no agrada, no suelta la ubre fílmica un regustillo a placer.

Si tuviera que compararlo con un libro lo haría con "El Principito" de Saint-Exupéry. Ambos derrochan humanidad, imaginación y sensibilidad, y además son incansables.
La película tiene tres ingredientes:
Una música de piano, hermosa,tranquila, monótona,..., que induce al sosiego y a la contemplación.
Un dibujo expresionista, elegante, preciso e imaginativo.
Una metáfora hermosa sobre la naturaleza de los seres humanos.
El director ha tenido el acierto de combinar estos tres elementos en las proporciones adecuadas para conseguir un maravilloso cóctel.

La historia trata de lo que somos, que no son más que nuestros recuerdos. De la necesidad de aferrarse a ellos porque una vez que los perdamos dejamos de ser nosotros mismos.
Así, empieza en la habitación con las paredes llenas de retratos de sus familiares.
La pipa, que se le escapa por la trampilla de su vida pasada, representa sus recuerdos. Y se niega en redondo a cambiarla por otras aunque sean mejores y más modernas. ¡Quiere su pipa, y el traje para bucear, para ir por sus recuerdos!.
Y bucea... y ve la cama en la que, con amor cuidó a su mujer, enferma y moribunda; y el sillón alrededor del cual está la familia feliz, mujer, hija, yerno, nieto; y el día de la pedida de matrimonio de su hija; y la mesa en la que daba de comer a su hija cuando era niña; y la cuna con los juegos infantiles; y el noviazgo con su mujer y su danza, entrelazadas las manos, feliz alrededor del gran árbol; ...y recoge la abandonada copa del suelo, la de su mujer; y vuelve la vista hacia arriba, hacia la casa que está emergida en la superficie, hacia su vida; y sube, a su casar, retorna a su habitación llena de retratos.
Pero ya no está solo, nada más lejos de la realidad, y prepara la cena con dos copas, la de su mujer y la suya, y vierte el vino y brindan felices por tener aún recuerdos...

Para terminar, como todo el CINE con mayúsculas, se puede ver una y otra vez; y siempre es diferente a la anterior. ¡Lo que es el CINE!.