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Voto de Furybundscope:
9

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9
6.4
92,122
Drama
Año 30 de nuestra era. En la provincia romana de Judea, un misterioso carpintero llamado Jesús de Nazareth comienza a anunciar la llegada del "reino de Dios" y se rodea de un grupo de humildes pescadores: los Apóstoles. Durante siglos, el pueblo judío había esperado la llegada del Mesías - personaje providencial que liberaría su sagrada patria e instauraría un nuevo orden basado en la justicia-. Las enseñanzas de Jesús atraen a una gran ... [+]
3 de abril de 2007
3 de abril de 2007
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sacrificio de Jesús en carne viva. ¿Gore? Sí: como la crucifixión, no es un espectáculo de consumo y palomitas. ¿Gratuita? Cada latigazo se te clava en la piel, pero para arrancarte un pecado: así se entiende la purga del Mesías. ¿Antisemita? ¡Por favor! Cristo era judío y la película no añade ni una coma a lo que dice el Nuevo Testamento en ese sentido. Reciben los sumos sacerdotes, los romanos y los apóstoles, parábola del cristiano acomodaticio ante la hostilidad del mundo.
Es verdad que, visto los prodigios visuales de Gibson y de sus asistentes de planificación y fotografía, a uno le queda la sensación de que una versión menos cruda, más humanista que sobrehumana, hubiera encontrado mayor recepción. Pero el contraste entre los flash-backs (un lujazo de quilates, por su lirismo y su sentido) y el martirio resulta sobrecogedor, tremendo, brutal.
Todas las secuencias del Diablo y aquellas donde se advierte la figura de Dios están resueltas de forma impactate y emergen como un redescubrimiento visual del Calvario, y eso no era fácil. Y las interpretaciones resultan soberbias, apoyadas por el uso del latín y el arameo.
En resumen: no es un film bonito, ni digno de catequesis, ni apto para cardiacos. Supone una urgente invitación a la huida del fanatismo (vistas están las consecuencias del poder en malas manos) y a la reflexión personal, por medio de toda una patada en la boca del estómago. Ahora bien, si eso es lo que molesta, entonces puede entenderse el descrédito con que muchos han tratado a esta película.
Es verdad que, visto los prodigios visuales de Gibson y de sus asistentes de planificación y fotografía, a uno le queda la sensación de que una versión menos cruda, más humanista que sobrehumana, hubiera encontrado mayor recepción. Pero el contraste entre los flash-backs (un lujazo de quilates, por su lirismo y su sentido) y el martirio resulta sobrecogedor, tremendo, brutal.
Todas las secuencias del Diablo y aquellas donde se advierte la figura de Dios están resueltas de forma impactate y emergen como un redescubrimiento visual del Calvario, y eso no era fácil. Y las interpretaciones resultan soberbias, apoyadas por el uso del latín y el arameo.
En resumen: no es un film bonito, ni digno de catequesis, ni apto para cardiacos. Supone una urgente invitación a la huida del fanatismo (vistas están las consecuencias del poder en malas manos) y a la reflexión personal, por medio de toda una patada en la boca del estómago. Ahora bien, si eso es lo que molesta, entonces puede entenderse el descrédito con que muchos han tratado a esta película.