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Voto de peregrino:
9
5.7
226
Drama
Zambrano es un delincuente juvenil que sólo anhela integrarse al equipo de fútbol americano conocido como "Los Perros de Santa Marta". Tal ilusión termina involucrándole con el crimen organizado bajo el auspicio de la autoridad, pues "Los Perros" son también "La 4ª Compañía", un escuadrón de internos que controla los vicios y privilegios de la cárcel en provecho de los directivos, y que asola la ciudad con el robo de coches y asaltos ... [+]
28 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es un error mecanográfico, “Durazno” es el apellido con el que los directores de La cuarta compañía, Amir Galván y Vanessa Arreola, intentan cubrir la identidad por todos conocida del infame ex jefe de Policía y Tránsito Arturo Durazo Moreno, durante el sexenio de José López Portillo (1976-1982).
Tan dura de ver es la película como dura fue la realidad en la que se sustenta. Esta denuncia cinematográfica se centra en las actividades criminales del equipo de fútbol americano Los Perros, formado por reos y auspiciado por las autoridades de la prisión de Santa Marta Acatitla. A ellos les prometían la reducción de su sentencia a cambio de los triunfos deportivos, pero al mismo tiempo los utilizaban para el robo de automóviles nuevos ¡que se guardaban en las mismas instalaciones de Santa Marta!
Delincuencia y deporte
“Árbol que crece torcido jamás su rama endereza”, es el refrán que les venía a la pandilla de Los Perros como anillo al dedo, pues extorsionaban, robaban, violaban, torturaban y mataban a quienes interfirieran con sus actividades delictivas dentro de la prisión misma, donde formaban una autoridad de terror interno a la que llamaban La cuarta compañía, operando impunemente con sus propias reglas de terror y honor.
De cara a los medios mostraban ser la prueba viva del éxito de los programas de reinserción social, de los que tan fieros se mostraba el gobierno federal. Alguno logró escapar, pero a los que lo intentaban y pillaban, les castigaban en el terrible apando (sustantivo derivado del verbo apandar, que según el Diccionario de la Lengua Española, define: 1. tr. coloq. Pillar, atrapar, guardar algo con ánimo de apropiárselo) y que en la cinta muestra como una mazmorra mínima, oscura e insalubre para castigar a los rebeldes.
El hilo conductor de la trama es el personaje de Zambrano (Adrián Ladrón), un raterillo experto en abrir y robar coches. Copio un trozo de la sinopsis a manera de conclusión: “Zambrano se da cuenta de que en la cárcel todo tiene un precio, la sopa, la celda y la vida. Esta cinta grabada dentro de la correccional con reos reales, refleja en pantalla grande la corrupción del gobierno y la poca esperanza de una reintegración social en estos lugares”.
Tan dura de ver es la película como dura fue la realidad en la que se sustenta. Esta denuncia cinematográfica se centra en las actividades criminales del equipo de fútbol americano Los Perros, formado por reos y auspiciado por las autoridades de la prisión de Santa Marta Acatitla. A ellos les prometían la reducción de su sentencia a cambio de los triunfos deportivos, pero al mismo tiempo los utilizaban para el robo de automóviles nuevos ¡que se guardaban en las mismas instalaciones de Santa Marta!
Delincuencia y deporte
“Árbol que crece torcido jamás su rama endereza”, es el refrán que les venía a la pandilla de Los Perros como anillo al dedo, pues extorsionaban, robaban, violaban, torturaban y mataban a quienes interfirieran con sus actividades delictivas dentro de la prisión misma, donde formaban una autoridad de terror interno a la que llamaban La cuarta compañía, operando impunemente con sus propias reglas de terror y honor.
De cara a los medios mostraban ser la prueba viva del éxito de los programas de reinserción social, de los que tan fieros se mostraba el gobierno federal. Alguno logró escapar, pero a los que lo intentaban y pillaban, les castigaban en el terrible apando (sustantivo derivado del verbo apandar, que según el Diccionario de la Lengua Española, define: 1. tr. coloq. Pillar, atrapar, guardar algo con ánimo de apropiárselo) y que en la cinta muestra como una mazmorra mínima, oscura e insalubre para castigar a los rebeldes.
El hilo conductor de la trama es el personaje de Zambrano (Adrián Ladrón), un raterillo experto en abrir y robar coches. Copio un trozo de la sinopsis a manera de conclusión: “Zambrano se da cuenta de que en la cárcel todo tiene un precio, la sopa, la celda y la vida. Esta cinta grabada dentro de la correccional con reos reales, refleja en pantalla grande la corrupción del gobierno y la poca esperanza de una reintegración social en estos lugares”.