Quizás si 'Fallen leaves' fuera la ópera prima de Kaurismäki supondría una obra interesante y fiel reflejo de un extracto social al que se le impide constantemente ser feliz. No culpo a aquellos espectadores que suponga su primera toma con el director y, ergo, queden sorprendidos ante la cotidianeidad que desprenden sus escenas. No obstante, para un servidor y otros muchos individuos que ya han visto otras de sus cintas, esta nueva producción no deja de parecer una tomadura de pelo, y más si encima recibe tanto elogio académico.

Es comprensible que un artista a lo largo de su trayectoria mantenga un estilo autónomo que le diferencie. Sin embargo, usar esa plantilla, como en este caso, para plagiar aquella historia que ha repetido en incontables ocasiones, es cínico. Respeto que el director quiera narrar una trama en la actualidad pero con estética de otras épocas. Sin embargo, ya que va a seguir el mismo patrón por enésima vez, un mínimo hubiera sido que la actualizara al 2023. Y no, no vale usar una radio destartalada que no para de repetir que hay una guerra en Ucrania.
Para más inri, o más bien efecto colateral, la copia sale mil veces menos carismática que sus originales. Por poner dos ejemplos rápidos, no posee la angustia e ironía trágica de 'La chica de la fábrica de cerillas', ni tampoco la pasión romántica de 'Contraté a un asesino a sueldo'. 'Fallen leaves' es, sencillamente, un producto tedioso aunque ni dure 80 minutos, sin gracia, con un guion que flojea constantemente y unos personajes irreales. Además, teniendo presente el prestigio de su creador, es chistoso el tan pobre uso de los recursos narrativos (¿en serio un plano de una persona fumando y atrás un cartel que lo prohíbe?).

Se salvan las referencias cinéfilas, que una trama de perdedores que luchan por el placer siempre da momentos dramáticamente ingeniosos, y la licencia en modo de guiño. Más allá de eso, hay Kaurismäkis mil veces más memorables.