El mago. Ratonera.
Veo que nadie (como es habitual, costumbre, rutina, inercia, pereza) lo ha entendido y que tendré que ser yo (una vez más, para variar) el encargado, el escogido, el elegido (¡el encogido, escocido?), de realizar o acometer la ingrata tarea de tener que explicarla (por adelantado, de nada), de, como siempre, poner los puntos sobre las íes, dar clase o lección, la nota discordante, y llamar a las cosas por su nombre, al pan pan, ese dios, aportar la sabiduría o inteligencia que tanto, desgraciadamente, escasean, se echan en falta, características o aptitudes que a mí, por otra parte, tan casualmente, me definen o resumen y adornan, se enseñorean en/de mis carnes morenas o prietas, en todo caso excelsas, comestibles, las tengo por bandera, de identidad señas.
Película, si no directamente pornográfica, ¿eufemismo?, que también, sexual que habla de un problema (o bendición, para gustos los colores, según se vea, no adelantemos acontecimientos) que, no por raro o único, azul unicornio, es menos importante o decisivo, se da entre la población masculina y que viene a ser tal que así (no nos andemos con tapujos y disimulos, con melindres y farfulla o tiquismiquis, no nos la cojamos, nunca mejor dicho, con papel de fumar, al vino vino, al grano, Baco, seamos claros, del pánico crítico método), vamos, que tienen la mala suerte o fortuna de haber nacido en el cuerpo equivocado, es decir, que donde debería estar la boca o cavidad bucal reside, sin embargo, el miembro viril, el susodicho, y, tal vez, seguramente al revés también (imaginad el juego de posibilidades que eso supone u ofrece, los dedos huéspedes, los ojos chiribitas, el culo pepsicola), aclara, como creo que decían o comentaban que le sucedía u ocurría a la pobre (el clítoris en la boca, habría que juntarlos, Dios los cría, afinidades electivas, y genéticas, lo que Salamanca presta, fenómenos de la naturaleza, monstruos asociados, el hambre con las ganas de comer) Linda Lovelace (como se ve, discriminación ninguna, Dios no es sexista, no hace distingos, parte y reparte a diestra y siniestra, no le importa, se la sopla, que gire la noria), cosas veredes, Eduardo Casanova partiendo la pana, Pieles, bueno, pues esto pasa, tanto, todo, y provoca, lógicamente, que cada vez que el interfecto o elemento besa (sea, introduce su virilidad en salva sea la parte contratante, donde no se debe, de ahí viene la expresión una polla como una olla, no la metas, espera, no te precipotes) a una mujer, o varias, lazos estrecha, arrima cebolleta o corteja, se le produce o sucede, a no tardar, visto y no visto, rayo y trueno, a esta, un orgasmo intenso inmediato (tan fuerte, la presión, el teorema de arquímedes, al que se cita expresamente no por nada, cuestión de desplazamientos y volúmenes, la saliva y lo que entra, lo que sale o mueve o desplaza), que caen desmayadas, pierden el conocimiento, el sentido, es lo que tiene, el oremus, se desbaratan las pobres, santas inocentes, no saben dónde, ni qué, se meten, han, y hemos, sido engañadas, seducidas y abandonadas, a su puta suerte, vergüenza, in medias res, de hecho, obviamente, no hace falta haber ido a Oxoford para verlo, solo hay que fijarse un poco, no son de piedra (jaja el satisfyer de mierda, donde esté la carne que se quite el merme), tienen sentimientos y emociones, empatía, solidaridad, por lo que la película acaba siendo una sucesión, inmersión, infinita de estos (polvos y lodos) adornada con la broma (tan seria, no me hace ninguna, maldita sea la, gracia) de, para mayor recochineo retintín regodeo malsano o enfermizo, representada siempre o casi con las siguientes apropiadas, para el caso que nos ocupa, palabras, perfectas para la ocasión, se visten de largo (Cayo), que la pintan calva, sí, "Otra vez" (que viene a significar quiero mas, sin parar, dame veneno del bueno o muero), por favor, te lo pido o ruego yo, pero, por supuesto, estábamos en los años cincuenta y la censura franquista estaba que lo tiraba, no paraba en barras, hacía su agosto en Jólivud, viento en popa a toda vela, en su prime, tierra de promisión y buena esperanza, por lo que tenían que disimular (por eso lo del exotismo igualmente, si no de qué, llevar o situar lo más lejos posible la degradación pavorosa clamorosa para que pareciera que no nos afecta, el truco del almendruco), con no sé qué putas mierdas exactamente de o sobre piratas, islas, barcos, cañones, británicos y bucaneros (no me pregunten qué cojones cuentan o allí pasa porque no tengo la más pajolera idea, ¿qué tarugo o diezmado ser se fijaría en eso teniendo en cuenta lo otro?, en fin, corramos un estúpido velo).
Y además de claramente material o materialista, a más a más, es, también, una obra política porque nos muestra con todo lujo de detalle cómo la verdadera feminista (no puede estar más guapa especialmente en el plano inspirado del espejo la cabrona) pierde el avío y el sino, los pulsos, cuando cata, por fin, esa buena nueva, un verdadero macho como dios manda, Maureen O'Hara, maja, la fierecilla domada, y, lo mismito, Oriente y Occidente, alianza de civilizaciones, siempre, son pura entelequia, chirigota, si hablamos con alguna propiedad en todo lo tocante a la verdad si se cruza de por medio el folgar o follar, todo es empezar, dichosa (La) princesita, palomita rendida, con su Alí Babá, la baba y la rebaba, el babero puesto, que no (se) resiste, se pierde, este deseo furor uterino no compara, solo goza, no conoce clases ni edades, riquezas o certezas, credos o religiones, razas o castas, derriba fronteras, puede con todo, exacto.