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Voto de Ferdydurke:
8

Voto de Ferdydurke:
8
8.1
21,702
Intriga. Thriller. Cine negro
Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre de Alicia Huberman, un espía nazi, es condenado por traición contra los Estados Unidos. Después del juicio, Alicia da una fiesta en la que aparece un apuesto desconocido llamado Devlin. Se trata de un agente de los servicios de Inteligencia que reclama su colaboración para atrapar a Alexander Sebastian, el cerebro de los nazis en Brasil. Al principio se muestra reacia, pero finalmente ... [+]
18 de marzo de 2025
18 de marzo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La caja de música + La misión + Las llaves del reino + Matahari.
Es una película que se desdobla o abre de par en par como un libro, el planteamiento es sencillo y claro o dicotómico desde el mismo principio y después se repite hasta el delirio dramático introduciendo variantes que enriquecen (y retuercen) el simple mecanismo (o cogollo nimio) hasta el infinito y un final perfecto o casi milagroso y chistoso (de tan bueno, escueto, denso y certero) en una película que hace de la ausencia o carencia virtud y necesidad (albricias, alquimia, majestad, majestuosidad), de/con los pocos elementos con los que juega hasta conseguir o re/crear (modelo para armar) con ellos un de ajedrez tablero que se eleva hacia el cielo de la renuncia y el deseo, el caso o coso es el siguiente (juguete), el problemo, se aman, a primera vista, a tumba abierta, Desde hace mucho, desde siempre, desde el principio (de los tiempos, eternamente, como si no hubiera un mañana, ni final ni principio, eterno retorno, febril y necesariamente, nudo gordiano, contra todo/s, contra sí mismos los primeros -ella lo tiene más claro, los hombres suelen se más cobardes a todo este tinglado o engorroso feliz sufrido tembloroso afanoso fangoso respecto, se llaman, más, a andanas, se hacen los locos, como alma que lleva el diablo escapan de buenas a primeras, se abren o se las piran), pero hay dos (que se multiplican por dos y por dos y...) grandes obstáculos o impedimentos a superar, el pasado ominoso (Camino a perdición) emputecido alcohólico padre padrone (de padre y muy señor mío) que arrastra ella, pobre, Dios las quiere arrepentidas, penitentes, y el trabajo samurái (bravo) castrante limitante invasivo obsesivo compulsivo de él, que, a su vez, nos lleva de cabeza a la madre del cordero (la madre de todas las batallas), a la lucha a muerte entre los servicios de espionaje de los USA (y nos ponemos en pie, firmemente, nos cuadramos, juramos bandera, cantamos himnos y salmos, loamos, recitamos a los santos, las sagradas escrituras, como Brando en Ellos y ellas, nos la sabemos de memoria, la Biblia, de corrido o carrerilla) y/contra los nazis malosos alemanes tan brasileros, el Cristo de Corcovado o lo que salga o surja, de esa covacha de alimañas, y perversos, alevosos, traicioneros y peligrosos (El extraño, Los verdugos también mueren), están (o estaban) entre nosotros (en las sombras, agazapados, disimulados), demasiada calor es la que yo tengo, me ahogo, me arrebato, me arrebolo (me da un soponcio del susto), donde se cruzan los caminos (lo íntimo y lo público, lo privado y el oficio, eros y tanatos) y la vida (o la película) estalla en guasa o alegría, gran descalzaperros, sea, ella una ex alemana o hija de alemanes y ex amada y ahora actualmente La patriota (americana, faltaría más, me sacas de una duda, para más señas) y amada/amante doblemente, de un gringo y un enemigo, descubre tan hábilmente (armas de mujer, como pasaba con/en La huida de Peckinpah, que ella se valía o servía de su feminidad para lograr o conseguir o escapar y a él le parecía que algo olía a podrido o chamusquina no precisamente en Dinamarca, se ofendía y enfadaba, del todo no se fiaba, se escamaba, masculinidad frágil tóxica herida, los hombres también lloran aunque no lo reconozcan por las esquinas, clarísimo) el secreto mejor guardado nazi maloso del uranio (tenía que ser) no sabemos nunca bien del todo si tan enriquecido o sin embargo algo ya empobrecido (bebercio terroso), pero ahí no queda la cosa o causa ni mucho menos, porque, de padre a madre (del amor hermoso) mía (esas mujeres o más bien madres hitchcockianas arpías a toda hora asolando que tanto gustan al jefe de todo esto, ni una buena, todas la mar de listas y cabronas, controladoras, y con hijos tan débiles o paupérrimos, para que luego digan gentes y ministerios, los que más saben de, nada, paparruchas, ni la o con un canuto, incompetentes, negligentes, mequetrefes, propaganda, lo que vale un peine) y tiro porque me toca que eunuca (¿desnuca?) en el altar de su feroz matriarcado a su hijo que está rodeado de demonios y fantasmas, asesinos, científicos y mamarrachos en un de hoz y coz metido hasta el corvejón tremendo gatuperio nocturno, siniestro y horroroso, con Devlin de espantapájaros, de piedra convidado, del frac cobrador, pagafantas o sujetavelas que no sabe si poner comercio, meterse a carnicero o hacerse cura (o, también, puta), si mandarlo todo a tomar por culo o irse de una vez por todas a freír espárragos con la mujer (el amor) de su vida olvidando de paso todo el alcohol y el sexo que ella trasegó (ingentes cantidades industriales de lo uno y lo otro, de cada casa lo peor, botellas y hombres al por mayor, toma, dale, dame, vale, si hasta se parecen, las diferencias son escasas) hace no tanto o mejor continuar luchando contra el mal abismal (anteponiendo el deber, siempre antes que el placer, el orden altera los factores o factos, al meter, por supuesto), matando canallas con su cañón de futuro, El elegido, pavisoso, hierático, comatoso, estoico, ataráxico, frío como el hielo y por dentro fuego, salvaje corazón de melón (cómo no, sí, Lynch fue un hijo, también, tal vez bastardito del espía inglés), y salvando América, América, como siempre, cosas verdes, de la quema,
Es una película que se desdobla o abre de par en par como un libro, el planteamiento es sencillo y claro o dicotómico desde el mismo principio y después se repite hasta el delirio dramático introduciendo variantes que enriquecen (y retuercen) el simple mecanismo (o cogollo nimio) hasta el infinito y un final perfecto o casi milagroso y chistoso (de tan bueno, escueto, denso y certero) en una película que hace de la ausencia o carencia virtud y necesidad (albricias, alquimia, majestad, majestuosidad), de/con los pocos elementos con los que juega hasta conseguir o re/crear (modelo para armar) con ellos un de ajedrez tablero que se eleva hacia el cielo de la renuncia y el deseo, el caso o coso es el siguiente (juguete), el problemo, se aman, a primera vista, a tumba abierta, Desde hace mucho, desde siempre, desde el principio (de los tiempos, eternamente, como si no hubiera un mañana, ni final ni principio, eterno retorno, febril y necesariamente, nudo gordiano, contra todo/s, contra sí mismos los primeros -ella lo tiene más claro, los hombres suelen se más cobardes a todo este tinglado o engorroso feliz sufrido tembloroso afanoso fangoso respecto, se llaman, más, a andanas, se hacen los locos, como alma que lleva el diablo escapan de buenas a primeras, se abren o se las piran), pero hay dos (que se multiplican por dos y por dos y...) grandes obstáculos o impedimentos a superar, el pasado ominoso (Camino a perdición) emputecido alcohólico padre padrone (de padre y muy señor mío) que arrastra ella, pobre, Dios las quiere arrepentidas, penitentes, y el trabajo samurái (bravo) castrante limitante invasivo obsesivo compulsivo de él, que, a su vez, nos lleva de cabeza a la madre del cordero (la madre de todas las batallas), a la lucha a muerte entre los servicios de espionaje de los USA (y nos ponemos en pie, firmemente, nos cuadramos, juramos bandera, cantamos himnos y salmos, loamos, recitamos a los santos, las sagradas escrituras, como Brando en Ellos y ellas, nos la sabemos de memoria, la Biblia, de corrido o carrerilla) y/contra los nazis malosos alemanes tan brasileros, el Cristo de Corcovado o lo que salga o surja, de esa covacha de alimañas, y perversos, alevosos, traicioneros y peligrosos (El extraño, Los verdugos también mueren), están (o estaban) entre nosotros (en las sombras, agazapados, disimulados), demasiada calor es la que yo tengo, me ahogo, me arrebato, me arrebolo (me da un soponcio del susto), donde se cruzan los caminos (lo íntimo y lo público, lo privado y el oficio, eros y tanatos) y la vida (o la película) estalla en guasa o alegría, gran descalzaperros, sea, ella una ex alemana o hija de alemanes y ex amada y ahora actualmente La patriota (americana, faltaría más, me sacas de una duda, para más señas) y amada/amante doblemente, de un gringo y un enemigo, descubre tan hábilmente (armas de mujer, como pasaba con/en La huida de Peckinpah, que ella se valía o servía de su feminidad para lograr o conseguir o escapar y a él le parecía que algo olía a podrido o chamusquina no precisamente en Dinamarca, se ofendía y enfadaba, del todo no se fiaba, se escamaba, masculinidad frágil tóxica herida, los hombres también lloran aunque no lo reconozcan por las esquinas, clarísimo) el secreto mejor guardado nazi maloso del uranio (tenía que ser) no sabemos nunca bien del todo si tan enriquecido o sin embargo algo ya empobrecido (bebercio terroso), pero ahí no queda la cosa o causa ni mucho menos, porque, de padre a madre (del amor hermoso) mía (esas mujeres o más bien madres hitchcockianas arpías a toda hora asolando que tanto gustan al jefe de todo esto, ni una buena, todas la mar de listas y cabronas, controladoras, y con hijos tan débiles o paupérrimos, para que luego digan gentes y ministerios, los que más saben de, nada, paparruchas, ni la o con un canuto, incompetentes, negligentes, mequetrefes, propaganda, lo que vale un peine) y tiro porque me toca que eunuca (¿desnuca?) en el altar de su feroz matriarcado a su hijo que está rodeado de demonios y fantasmas, asesinos, científicos y mamarrachos en un de hoz y coz metido hasta el corvejón tremendo gatuperio nocturno, siniestro y horroroso, con Devlin de espantapájaros, de piedra convidado, del frac cobrador, pagafantas o sujetavelas que no sabe si poner comercio, meterse a carnicero o hacerse cura (o, también, puta), si mandarlo todo a tomar por culo o irse de una vez por todas a freír espárragos con la mujer (el amor) de su vida olvidando de paso todo el alcohol y el sexo que ella trasegó (ingentes cantidades industriales de lo uno y lo otro, de cada casa lo peor, botellas y hombres al por mayor, toma, dale, dame, vale, si hasta se parecen, las diferencias son escasas) hace no tanto o mejor continuar luchando contra el mal abismal (anteponiendo el deber, siempre antes que el placer, el orden altera los factores o factos, al meter, por supuesto), matando canallas con su cañón de futuro, El elegido, pavisoso, hierático, comatoso, estoico, ataráxico, frío como el hielo y por dentro fuego, salvaje corazón de melón (cómo no, sí, Lynch fue un hijo, también, tal vez bastardito del espía inglés), y salvando América, América, como siempre, cosas verdes, de la quema,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
todos tienen sus razones, pero unos más que otros, y todos están inmersos en un jaleo de cojones, en todo caso o coso tu nombre envenena mis sueños, nena, sigue, que lo estás haciendo muy bien, muy bien, o no, huye mejor conmigo disparada (escopeteada) que yo te rescato del pecado nefando, de tanta malicia, milicia, que te asalta o rodea.
Intriga, pasión, profesión, paternidad, la maternal, nocturnidad, atrocidad, culpas, redenciones, relaciones, crímenes, monstruosidades, Mengeles, Los niños del Brasil y hasta Carretera (y manta) perdida mediante, y finalmente, obvio, triunfo de lo más bueno (al cine nos referimos, con tan poco tanto), o de cómo hacer o lograr un pequeño milagro o (todo por un) sueño con un material tan cuchufletero, de derribo, pulp, psicotrónico, pueril cafetero calenturiento, gracias al arte de birlibirloque del maestro armero tito Alfredo que como Curro Romero, unas veces puerta grande y otras salimos con el rabo entre las piernas, nos la pegamos, pidiendo la hora, quizás en camilla, pero esta vez sí, gloria entre las flores, esplendor en la hierba, zamba, cariño y mermelada, gozada.
Ella está guapísima (de infarto, sereno, reclinatorio, nos hincamos de hinojos, se lo debemos, la sacamos a hombros, en palmitas, en capilla), y él igual (espectacular), el otro es un actor maravilloso, Claudio, y el gordo construye un bello trampantojo, logra una hazaña, en Flandes pone una (un as de) pica/s, La kermesse heroica.
Se cierra la puerta y las pirañas vivo se lo comen al jefe mientras la madre llora, patalea, y ellos, los amantes, desaparecen para siempre sin dejar huella o rastro, sueñe, leñe, cierre, se funden (en negro, back to black), se esfuman como si nunca hubieran existido, qué (maldita sea la/su) suerte.
Película ascética, exacta, sucinta, precisa, encadenada a lo etéreo eterno a la par que a lo efímero suspiro, a una realidad alucinada delicuescente delirante calma de puro racional aquilatada cartesiana matemática, tiene el ritmo justo (el popular más sofisticado gusto) y alterna (se mezclan con frenesí minimalista el espíritu y la carne, la ciencia y la metafísica) con elegancia los aspectos sentimentales dialogantes brillantes con los más elementales suspenses materiales minerales evidentes.
Es una absoluta genialidad lucidez que se resuelva tan rápido la duda de si la pillarán o no, que no se anden con chiquitas, y cómo reaccionan la madre (la abuela fuma) y el hijo (deshecho) ante el conocimiento, la información es poder (o mejor, ya puestos, no saber), la primera se hace cargo con entereza tras pedir el segundo sopitas y venirse abajo lastimosamente, tan patético como hermoso y clínico y divertido, todo, (el) ello.
Intriga, pasión, profesión, paternidad, la maternal, nocturnidad, atrocidad, culpas, redenciones, relaciones, crímenes, monstruosidades, Mengeles, Los niños del Brasil y hasta Carretera (y manta) perdida mediante, y finalmente, obvio, triunfo de lo más bueno (al cine nos referimos, con tan poco tanto), o de cómo hacer o lograr un pequeño milagro o (todo por un) sueño con un material tan cuchufletero, de derribo, pulp, psicotrónico, pueril cafetero calenturiento, gracias al arte de birlibirloque del maestro armero tito Alfredo que como Curro Romero, unas veces puerta grande y otras salimos con el rabo entre las piernas, nos la pegamos, pidiendo la hora, quizás en camilla, pero esta vez sí, gloria entre las flores, esplendor en la hierba, zamba, cariño y mermelada, gozada.
Ella está guapísima (de infarto, sereno, reclinatorio, nos hincamos de hinojos, se lo debemos, la sacamos a hombros, en palmitas, en capilla), y él igual (espectacular), el otro es un actor maravilloso, Claudio, y el gordo construye un bello trampantojo, logra una hazaña, en Flandes pone una (un as de) pica/s, La kermesse heroica.
Se cierra la puerta y las pirañas vivo se lo comen al jefe mientras la madre llora, patalea, y ellos, los amantes, desaparecen para siempre sin dejar huella o rastro, sueñe, leñe, cierre, se funden (en negro, back to black), se esfuman como si nunca hubieran existido, qué (maldita sea la/su) suerte.
Película ascética, exacta, sucinta, precisa, encadenada a lo etéreo eterno a la par que a lo efímero suspiro, a una realidad alucinada delicuescente delirante calma de puro racional aquilatada cartesiana matemática, tiene el ritmo justo (el popular más sofisticado gusto) y alterna (se mezclan con frenesí minimalista el espíritu y la carne, la ciencia y la metafísica) con elegancia los aspectos sentimentales dialogantes brillantes con los más elementales suspenses materiales minerales evidentes.
Es una absoluta genialidad lucidez que se resuelva tan rápido la duda de si la pillarán o no, que no se anden con chiquitas, y cómo reaccionan la madre (la abuela fuma) y el hijo (deshecho) ante el conocimiento, la información es poder (o mejor, ya puestos, no saber), la primera se hace cargo con entereza tras pedir el segundo sopitas y venirse abajo lastimosamente, tan patético como hermoso y clínico y divertido, todo, (el) ello.