Incluso el thriller más brillante de Hitchcock repite la misma mecánica, pero gracias a la ironía, al dilema moral y a la angustia de la trama la intriga tira hacia delante.

Stephen Fontaine y el sargento Rockwell que le tiene que llevar a la prisión de San Quintín discuten. Bromeando con la cárcel una y otra vez en cada situación. Sobre el precio de la honradez Stephen Fontaine (William Redfield) juega con el sargento Rockwell que lo acompaña (Gary Merrill). La mayor parte de la acción transcurre en un vagón de tren, sin mayor ambientación.

Se discute una y otra vez sobre el dilema moral.

Fontaine intenta sobornar al comisario para que mira a otro y que le permite huir, después de una charla donde machaconamente intenta convencerlo logra que el policía reciba el dinero. Su estrategia es que el policía lo deje escapar y para que nadie sospeche, y para que no haya dudas, acuerdan dispararle para fingir que ha sido una huida.