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6

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7.3
32,649
Serie de TV. Animación. Infantil
Serie de TV (1978). 26 episodios, sobre la historia de la humanidad. Fue creada por Albert Barillé en los estudios Procidis y difundida por la cadena France 3. También participaron en la realización de esta serie las televisiones públicas y empresas de Alemania, Bélgica, Canadá, España, Israel, Italia, Japón, Noruega, Países Bajos, Suecia y Suiza. (Información extraída de Wikipedia). (FILMAFFINITY)
27 de marzo de 2025
27 de marzo de 2025
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Es loable el esfuerzo de esta serie animada de la tevé francesa (con colaboración de varias emisoras europeas) de intentar hacer un resumen de la Historia de la Humanidad en 26 capítulos, para que la gente menuda se acerque a sus grandes hechos y tenga un panorama cronológico ordenado.
Una idea ambiciosa y original que no se ha repetido.
Entre sus virtudes se cuentan que sabe utilizar recursos válidos y originales: una animación sencilla y simpática, un reloj que sirve de orientador temporal, personajes que se repiten a lo largo de los capítulos y que van encarnando a personas de la época representada, un relato ameno y accesible, y una música simpática y muy acorde al ritmo del relato.
(Cabe destacar que la versión española tiene una cortina de entrada notablemente superior a la original)
Pero encuentra tropiezos en la presentación de los hechos, y no es un dato menor: hay caprichosos silencios y omisiones (el Imperio Romano, reducido a Julio César, que no forma parte de él; la figura de Cristo, esbozada fugazmente; algunas valiosas culturas antiguas, ni siquiera nombradas); se detiene capítulos enteros haciendo detalladas biografías de personas (Mahoma, Leonardo, Marco Polo, Francis Drake) cuando con otros más singulares están nombrados al pasar.
Y también peca de una marcada mirada iluminista francesa, francocéntrica podríamos decir, en dónde Francia y los franceses parecerían ser el motor de la Historia. Mira con cierto desdén varios momentos de la Historia, reduciendo a miradas reduccionistas y socarronas complejas etapas, olvidando el contexto y la mentalidad de la época. Así, solo por dar un ejemplo, el valor socio político cultural de la Cristiandad está reducido a la caricatura de malos eclesiásticos, codiciosos, autoritarios y salvajes; la tarea de España en América y en su Siglo de Oro es arbitraria e injusta, poniendo el acento en abusos y avidez económica y no en la tarea civilizatoria de aquellos pueblos nativos, que son vistos como buenos y cultos; ni en su pléyade de artistas y santos que engalanó a la Humanidad, y que a diferencia del Renacimiento italiano, están nombrados fugazmente al final, y que no explican como tal época sangrienta produjo almas tan refinadas… También toma partido y define como ‘buenos’ o ‘malos’ a algunos sectores de situaciones históricas donde no está tan evidente esa división.
Se repite en estos casos las más básicas reglas de las leyendas negras, rebajando larguísimas etapas de avances culturales a una mirada oscura y siniestra, mechada con un exagerado orgullo francés. Así, en el largo Medioevo, lleno de grandes sabios y santos, solo es valorada Santa Juana de Arco, por ser la heroína francesa; o Leonardo es rescatado por Francia cuando los malos mecenas episcopales lo abandonan. Y en otras ocasiones, para explicar enfrentamientos, los personajes buenos, simpáticos y listos están en uno de los bandos, y en los otros los malos, opresores y torpes, sin entenderse porque unos eran justos y los otros injustos (entre muchos ejemplos, las revueltas de Países Bajos contra la España de Felipe II). Es una mirada sesgada y demasiado ideológica que debería haberse evitado.
El enfoque general es muy occidental europeo, y pasa de largo culturas y civilizaciones enteras: India, China, Japón, las naciones hispanoamericanas…
Y el final, el último capítulo, aunque trata de evitarlo en los últimos dos minutos, es francamente pesimista, mostrando un apocalipsis inevitable. Esto es sorprendente en una serie infantil, que debería animar a los niños, adultos del mañana (que a la sazon somos nosotros), en bocetar ideas y ánimos para revertir un presente, en esos años, llenos de guerra, peligros atómicos, contaminación y pueblos con hambre.
Con todo, el saldo de la serie es levemente positivo, porque el esfuerzo, la originalidad y su humor en contar la Historia de la Humanidad es mayor que cierto sesgo ideológico evitable y recortes algo caprichosos de las distintas épocas y culturas, que serían sus asteriscos.
Nota: 6 (seis)
Una idea ambiciosa y original que no se ha repetido.
Entre sus virtudes se cuentan que sabe utilizar recursos válidos y originales: una animación sencilla y simpática, un reloj que sirve de orientador temporal, personajes que se repiten a lo largo de los capítulos y que van encarnando a personas de la época representada, un relato ameno y accesible, y una música simpática y muy acorde al ritmo del relato.
(Cabe destacar que la versión española tiene una cortina de entrada notablemente superior a la original)
Pero encuentra tropiezos en la presentación de los hechos, y no es un dato menor: hay caprichosos silencios y omisiones (el Imperio Romano, reducido a Julio César, que no forma parte de él; la figura de Cristo, esbozada fugazmente; algunas valiosas culturas antiguas, ni siquiera nombradas); se detiene capítulos enteros haciendo detalladas biografías de personas (Mahoma, Leonardo, Marco Polo, Francis Drake) cuando con otros más singulares están nombrados al pasar.
Y también peca de una marcada mirada iluminista francesa, francocéntrica podríamos decir, en dónde Francia y los franceses parecerían ser el motor de la Historia. Mira con cierto desdén varios momentos de la Historia, reduciendo a miradas reduccionistas y socarronas complejas etapas, olvidando el contexto y la mentalidad de la época. Así, solo por dar un ejemplo, el valor socio político cultural de la Cristiandad está reducido a la caricatura de malos eclesiásticos, codiciosos, autoritarios y salvajes; la tarea de España en América y en su Siglo de Oro es arbitraria e injusta, poniendo el acento en abusos y avidez económica y no en la tarea civilizatoria de aquellos pueblos nativos, que son vistos como buenos y cultos; ni en su pléyade de artistas y santos que engalanó a la Humanidad, y que a diferencia del Renacimiento italiano, están nombrados fugazmente al final, y que no explican como tal época sangrienta produjo almas tan refinadas… También toma partido y define como ‘buenos’ o ‘malos’ a algunos sectores de situaciones históricas donde no está tan evidente esa división.
Se repite en estos casos las más básicas reglas de las leyendas negras, rebajando larguísimas etapas de avances culturales a una mirada oscura y siniestra, mechada con un exagerado orgullo francés. Así, en el largo Medioevo, lleno de grandes sabios y santos, solo es valorada Santa Juana de Arco, por ser la heroína francesa; o Leonardo es rescatado por Francia cuando los malos mecenas episcopales lo abandonan. Y en otras ocasiones, para explicar enfrentamientos, los personajes buenos, simpáticos y listos están en uno de los bandos, y en los otros los malos, opresores y torpes, sin entenderse porque unos eran justos y los otros injustos (entre muchos ejemplos, las revueltas de Países Bajos contra la España de Felipe II). Es una mirada sesgada y demasiado ideológica que debería haberse evitado.
El enfoque general es muy occidental europeo, y pasa de largo culturas y civilizaciones enteras: India, China, Japón, las naciones hispanoamericanas…
Y el final, el último capítulo, aunque trata de evitarlo en los últimos dos minutos, es francamente pesimista, mostrando un apocalipsis inevitable. Esto es sorprendente en una serie infantil, que debería animar a los niños, adultos del mañana (que a la sazon somos nosotros), en bocetar ideas y ánimos para revertir un presente, en esos años, llenos de guerra, peligros atómicos, contaminación y pueblos con hambre.
Con todo, el saldo de la serie es levemente positivo, porque el esfuerzo, la originalidad y su humor en contar la Historia de la Humanidad es mayor que cierto sesgo ideológico evitable y recortes algo caprichosos de las distintas épocas y culturas, que serían sus asteriscos.
Nota: 6 (seis)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
hay un odio visceral a la España Católica de los Austrias, con unas descalificaciones y acusaciones tremendas que no se perciben en ningún otro momento de la serie, salvo en Genghis Khan.
Es decir, el líder mongol y Felipe II serían los personajes más atroces de la humanidad, secundados de cerca por Stalin y Hitler.
Curioso liderazgo el de Felipe, ¿verdad?
Es decir, el líder mongol y Felipe II serían los personajes más atroces de la humanidad, secundados de cerca por Stalin y Hitler.
Curioso liderazgo el de Felipe, ¿verdad?