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Aventuras. Drama
Antigua Roma, bajo el reinado de los emperadores Augusto y Tiberio (s. I d.C.). Judá Ben-Hur (Charlton Heston), hijo de una familia noble de Jerusalén, y Mesala (Stephen Boyd), tribuno romano que dirige los ejércitos de ocupación, son dos antiguos amigos, pero un accidente involuntario los convierte en enemigos irreconciliables: Ben-Hur es acusado de atentar contra la vida del nuevo gobernador romano, y Mesala lo encarcela a él y a su ... [+]
22 de octubre de 2011
22 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la Judea Gobernada por el Imperio Romano, Judá Ben Hur (Charlton Heston), un aristócrata local, es condenado a ser remero en las galeras, luego de ser acusado injustamente de atentar contra la vida del nuevo gobernador de la zona. Ben Hur busca mantenerse vivo para concretar la venganza contra su antiguo amigo, el tribuno Mesala (Stephen Boyd), que fue quien realizó la acusación, y también para encontrar a su madre y hermana que fueron sometidas a prisión.
William Wyler ("La Princesa que quería vivir" de 1954) adapta la novela del mismo nombre, escrita por el general de la guerra civil estadounidense Lewis Wallace, que ya había sido llevada al cine por Fred Niblo en 1925. Wyler dirige cuidadosamente un remake con vida propia, que combina de forma armoniosa interpretaciones, fotografía y música, en una película que no plantea complicaciones, para un dilema complejo.
Heston interpreta a un Ben Hur apaleado de espíritu, que mientras salva ileso de diversas peripecias, es cegado por una profecía auto cumplida, que lo aleja de sus sentimientos. Judá está dolido y parece no encontrar sentido, para seguir existiendo; lo mantiene con vida su sed de revancha, que cree, lo acercará a su familia.
Miklós Rózsa, que ganó el Oscar por la música de esta película, crea una sinfonía clásica y armoniosa, que hila la historia entre el dolor y el júbilo, logrando llevar al espectador por la contradictoria Roma imperial, caracterizando la tensión constante de este drama épico.
Esta obra fílmica no es un mensaje religioso, el escéptico Wallace no lo pensó así, es un viaje a través de la antigüedad, con intrigas, venganzas, romances, y con el sueño de los oprimidos, que aunque sean príncipes, siempre estarán sometidos por las dificultades de la vida.
William Wyler ("La Princesa que quería vivir" de 1954) adapta la novela del mismo nombre, escrita por el general de la guerra civil estadounidense Lewis Wallace, que ya había sido llevada al cine por Fred Niblo en 1925. Wyler dirige cuidadosamente un remake con vida propia, que combina de forma armoniosa interpretaciones, fotografía y música, en una película que no plantea complicaciones, para un dilema complejo.
Heston interpreta a un Ben Hur apaleado de espíritu, que mientras salva ileso de diversas peripecias, es cegado por una profecía auto cumplida, que lo aleja de sus sentimientos. Judá está dolido y parece no encontrar sentido, para seguir existiendo; lo mantiene con vida su sed de revancha, que cree, lo acercará a su familia.
Miklós Rózsa, que ganó el Oscar por la música de esta película, crea una sinfonía clásica y armoniosa, que hila la historia entre el dolor y el júbilo, logrando llevar al espectador por la contradictoria Roma imperial, caracterizando la tensión constante de este drama épico.
Esta obra fílmica no es un mensaje religioso, el escéptico Wallace no lo pensó así, es un viaje a través de la antigüedad, con intrigas, venganzas, romances, y con el sueño de los oprimidos, que aunque sean príncipes, siempre estarán sometidos por las dificultades de la vida.