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Voto de Edu:
3

Voto de Edu:
3
6.0
1,135
Comedia. Drama
Leo (Paco León) es un tipo soltero y mujeriego que vive al día en una pequeñísima población de playa en una isla Canaria. Su placentera existencia se ve trastornada cuando llega de Bilbao una de sus antiguas aventuras, Julia (Silvia Alonso), que deja en sus brazos a una bebé de pocos meses asegurando que es su hija, y desaparece abandonando a los dos. Incapaz de cuidar de la bebé y decidido a devolverla a su madre, Leo viaja a Bilbao, ... [+]
23 de abril de 2025
23 de abril de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debido a que mi crítica tiene que ver con el desenlace, tengo que poner todo en spoiler, incluido el título real de esta crítica...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Título: "Otra de Love Story"
Cuando vi Love Story, la película que lanzó a Ryan O'Neal, fue hace muchas décadas, aún así dicha película ya se había estrenado hacía su tiempo, y sabía que había sido un éxito, pero cuando la ves, no te esperas ese desenlace y es cuando entiendes que el éxito viene precisamente por dejar al espectador Ko con algo que no te esperas y te deja semejante mal cuerpo.
Hay películas que se convierten en clásicos no por lo que cuentan, sino por cómo te rematan el alma.
Siempre me ha llamado la atención que si ese final inesperado es lo que catapultó su fama. No es que fuera una obra maestra emocional, es que te sacudía sin pedir permiso.
El cine es, por supuesto, un asunto de gustos. Hay quien se deleita con sustos de infarto y casas encantadas, mientras otros se derriten con dramas que huelen a cebolla recién picada. Pero reconozcámoslo: los giros trágicos de última hora, cuando se usan como si fueran polvos mágicos de guion flojo, son un recurso fácil. Es como matar al personaje que cae bien porque “eso dará impacto”, o peor, revivirlo en la secuela con una excusa más pobre que la de “todo era un sueño de Resines”. En fin, la emoción por decreto no siempre cuela.
La niña, eso sí, está estupenda. No hace nada extraordinario, pero cumple su papel de niña como si viniera con certificado de autenticidad. Y eso le salva algo la papeleta a la película, al menos para no tirarla directamente al contenedor de reciclaje emocional.
Hace gracia también ver que en cualquier peli española reciente, deben poner ciertos blanqueamientros como ya se veía en Ocho apellidos marroquís
Cuando vi Love Story, la película que lanzó a Ryan O'Neal, fue hace muchas décadas, aún así dicha película ya se había estrenado hacía su tiempo, y sabía que había sido un éxito, pero cuando la ves, no te esperas ese desenlace y es cuando entiendes que el éxito viene precisamente por dejar al espectador Ko con algo que no te esperas y te deja semejante mal cuerpo.
Hay películas que se convierten en clásicos no por lo que cuentan, sino por cómo te rematan el alma.
Siempre me ha llamado la atención que si ese final inesperado es lo que catapultó su fama. No es que fuera una obra maestra emocional, es que te sacudía sin pedir permiso.
El cine es, por supuesto, un asunto de gustos. Hay quien se deleita con sustos de infarto y casas encantadas, mientras otros se derriten con dramas que huelen a cebolla recién picada. Pero reconozcámoslo: los giros trágicos de última hora, cuando se usan como si fueran polvos mágicos de guion flojo, son un recurso fácil. Es como matar al personaje que cae bien porque “eso dará impacto”, o peor, revivirlo en la secuela con una excusa más pobre que la de “todo era un sueño de Resines”. En fin, la emoción por decreto no siempre cuela.
La niña, eso sí, está estupenda. No hace nada extraordinario, pero cumple su papel de niña como si viniera con certificado de autenticidad. Y eso le salva algo la papeleta a la película, al menos para no tirarla directamente al contenedor de reciclaje emocional.
Hace gracia también ver que en cualquier peli española reciente, deben poner ciertos blanqueamientros como ya se veía en Ocho apellidos marroquís