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Voto de Pablo Veiga :
2

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4.7
207
Terror
Sigue a Wendy Darling en su intento de rescatar a su hermano Michael de "las garras del malvado Peter Pan". Por el camino conoce a Campanilla, que en esta retorcida versión del cuento se verá tomando heroína, convencida de que es polvo de hadas. La famosa historia de Peter Pan reinventada como un film de terror por Jagged Edge Productions, productora de "Winnie the Pooh: Blood and Honey".
21 de abril de 2025
21 de abril de 2025
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La premisa suena a borrachera creativa, Wendy, con cara de no haber dormido en años, regresa a Nunca Jamás para salvar a su hermano de un Peter Pan convertido en psicópata con complexión de influencer fitness ¿Y Campanilla? Aquí no brilla, es una adicta al polvo de hadas, léase heroína, que vuela como una mosca en una lámpara. El resto es un collage de tripas, hachas y diálogos que parecen traducidos por el traductor de Google.
El guion no tiene vergüenza ni ambición, nada escena es un pretexto para salpicar la pantalla con más gore que coherencia. ¿Por qué Peter es malo ahora? ¿Qué le pasó a los Niños Perdidos? Da igual, la película avanza tropezando entre jump scares y momentos que quieren ser irónicos pero acaban siendo patéticos, hasta un slasher necesita un mínimo de lógica, y aquí ni eso.
Scott Chambers dirige como si le hubieran apostado que no podría imitar a Rob Zombie y hubiera perdido. Quiere que Nunca Jamás sea tenebroso, pero sus planos oscuros solo logran que te preguntes si se fue la luz en el set, la atmósfera es tan siniestra como un pasillo de hospital vacío, y el ritmo oscila entre aburrido y frenético.
El elenco actúa como si les hubieran pagado en cheques sin fondos. La Wendy de turno se limita a correr, gritar y poco más. Peter Pan, por su parte, interpreta al villano con la sutileza de un payaso en un funeral, dientes apretados, risita histérica y cero carisma.
Pero el premio a lo más surrealista se lo lleva Campanilla, entre espasmos, alucinaciones y un traje que parece hecho con restos de una fiesta rave, su actuación es tan trágica como cómica. No ayuda que el guion la reduzca a un chiste sobre drogas que envejeció mal en los 90.
El apartado visual es muy pobre, la dirección artística no logra construir un Nunca Jamás reconocible ni atmosférico, y los efectos especiales, especialmente en el apartado gore, se ven claramente limitados por un presupuesto escaso. El maquillaje y las prótesis son irregulares y, en ocasiones, directamente ridículos.
La fotografía no aprovecha el potencial fantástico del universo original, y la música pasa desapercibida, sin generar ni tensión ni identidad.
Es una reinterpretación fallida, que parte de una idea provocadora pero no consigue construir nada sólido a partir de ella. Con un guion torpe, dirección sin personalidad y una ejecución técnica floja, se queda en un ejercicio de shock vacío, que no es ni lo suficientemente divertido como para ser serie B autoconsciente, ni lo bastante sólido como para funcionar como película de terror.
Para fans del terror trash más extremo o curioso, puede tener cierto valor anecdótico, para el resto, es una experiencia prescindible.
El guion no tiene vergüenza ni ambición, nada escena es un pretexto para salpicar la pantalla con más gore que coherencia. ¿Por qué Peter es malo ahora? ¿Qué le pasó a los Niños Perdidos? Da igual, la película avanza tropezando entre jump scares y momentos que quieren ser irónicos pero acaban siendo patéticos, hasta un slasher necesita un mínimo de lógica, y aquí ni eso.
Scott Chambers dirige como si le hubieran apostado que no podría imitar a Rob Zombie y hubiera perdido. Quiere que Nunca Jamás sea tenebroso, pero sus planos oscuros solo logran que te preguntes si se fue la luz en el set, la atmósfera es tan siniestra como un pasillo de hospital vacío, y el ritmo oscila entre aburrido y frenético.
El elenco actúa como si les hubieran pagado en cheques sin fondos. La Wendy de turno se limita a correr, gritar y poco más. Peter Pan, por su parte, interpreta al villano con la sutileza de un payaso en un funeral, dientes apretados, risita histérica y cero carisma.
Pero el premio a lo más surrealista se lo lleva Campanilla, entre espasmos, alucinaciones y un traje que parece hecho con restos de una fiesta rave, su actuación es tan trágica como cómica. No ayuda que el guion la reduzca a un chiste sobre drogas que envejeció mal en los 90.
El apartado visual es muy pobre, la dirección artística no logra construir un Nunca Jamás reconocible ni atmosférico, y los efectos especiales, especialmente en el apartado gore, se ven claramente limitados por un presupuesto escaso. El maquillaje y las prótesis son irregulares y, en ocasiones, directamente ridículos.
La fotografía no aprovecha el potencial fantástico del universo original, y la música pasa desapercibida, sin generar ni tensión ni identidad.
Es una reinterpretación fallida, que parte de una idea provocadora pero no consigue construir nada sólido a partir de ella. Con un guion torpe, dirección sin personalidad y una ejecución técnica floja, se queda en un ejercicio de shock vacío, que no es ni lo suficientemente divertido como para ser serie B autoconsciente, ni lo bastante sólido como para funcionar como película de terror.
Para fans del terror trash más extremo o curioso, puede tener cierto valor anecdótico, para el resto, es una experiencia prescindible.