A cualquier cosa desagradable se le llama terror, cine de terror. Y no. No confundamos los géneros. Lo que meramente da repugnancia, o lo que meramente provoca angustia u opresión estomacal, no es terror, es otra cosa. Hay infinitas películas así catalogada, mal catalogadas. Esta es una de ella, una película horrible, pero no porque dé horror, sino porque es horriblemente desagradable.
Y la idea de fondo -la transformación de un hombre en híbrido de humano y mosca, por un experimento fallido- podría dar para un buen film, como ocurre en la versión clásica, pero aquí todo se sustancia en visualizarnos perfectamente, hasta la tortura, la imagen de un monstruo asqueroso. Un 10 al maquillador, o al diseñador, o al de los efectos especiales. Y un 0 al guionista y al director, por llevar la historia a un desarrollo y a un final tan paupérrimo. Quien diga que Cronenberg es un gran director, debe hacérselo mirar.
Sólo es salvable la pareja protagonista, especialmente Jeff Goldblum, que hace un papel impresionante en la primera parte de la película, como sabio arrollador y enloquecido.