Ed acaba de enviudar y da también por perdida la vida de su hija Michelle, de cinco años. Ya lo arruinaron los tratamientos que necesitó su mujer, aquejada de una enfermedad rara del sistema circulatorio (Wagnerer Disease). Ahora la niña necesita un trasplante de hígado. Pero Ed no cuenta con ahorros suficientes para financiar las hospitalizaciones ni obtener medicamentos, mientras esperan la aparición de un órgano compatible. Se hace necesario un milagro: la aparición de la providencial Sharon, una peluquera alcohólica torturada por sus propios traumas, que toma la decisión de sanar su conducta adictiva entregándose a una lucha inagotable y obsesiva con objeto de obtener recursos para salvar la vida de la niña.

La cinta se deja ver: es entretenida, bien ambientada, con interpretaciones aceptables y momentos emocionantes. Sabe mantener la tensión dramática hasta el final. En conjunto me parece apreciable, especialmente porque reivindica valores no muy de moda como la sobriedad frente al despiporre, el amor activista frente al romance empalagoso, y la entrega a los demás frente a las astucias para depredar al prójimo; también es interesante la idea de que los auténticos ángeles son personas de carne y hueso que se entregan a los demás para así sentirse mejor con ellas mismas.

Saludos, Deneb

Es nauseabundo el final. Si tanto hay que salvar a la niña, ¿por qué en lugar de quitar nieve con la palita un día no contribuís anualmente con vuestros impuestos a un sistema nacional de salud pública hipócritas? Si para trasladar a un enfermo que lo necesita dependemos de la caridad de los pudientes que tengan a bien ceder sus aviones y helicópteros mal vamos.