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Críticas de antonio lopez herraiz
Críticas 1.228
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
25 de junio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que una secuela espiritual es casi una hermana, una prolongación, una película gemela que polariza un mito terrorífico, como en 'Season of the witch', al disertar, homologando terror fantástico a miedos reales, transformándolo en un tratado sobre la paranoia, la salud mental y la esquizofrenia disfrazando de creencia convencida en su protagonista -la primera colaboración de John Amplas con el director- una lenta pero progresiva conversión a la locura del que cree haberse vuelto un auténtico vampiro. Vivir con un tío que se cree un cazador de nosferatus tampoco contribuye a que pueda preservar su cordura, sobreviviendo a una fe en la superchería y una hostilidad que te recuerdan sospechosamente a la soportada por quien padece una dependencia socialmente demonizada. Todos nos olemos que esto no va de vampirismo, ¿no?
Como algo menos de un lustro atrás, a Romero tanto le da lo que es real o no, sigue siendo capaz de mantenerte en vilo agarrado al sillón a partir de un miedo ¿irreal? que no se olvida de flirtear con el erotismo malsano y sádico, suplementado con brutalidad y obsesión entre el sonido del trueno nocturno y agorafóbicos juegos interiores de sombras y luz o blanco y negro.
No sé si 'The Addiction' (1995, Abel Ferrara) tendría la misma cadencia visual y argumental de no existir 'Martin' (1977, George A. Romero), francamente.
Un manual de cómo rodar una formidable película de horror psicológico sin necesidad de enseñar (nunca mejor dicho) los colmillos tanto como otro tipo de herramientas perforadoras.
Por cierto, que el cartel no te engañe: Tom "Savina" no es pariente lejano de ningún cantautor de Úbeda, pero si intercambias la "A" por la "I" al final serás testigo del comienzo de una hermosa amistad con el artesano de los F/X interpretando a una persona absolutamente normal y corriente (no se acostumbraría a eso) zalameando a la actriz y compañera de por vida de Romero, Christine Forrest.
¡Dile NO a la sangre! Sé un ciudadano decente.
antonio lopez herraiz
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10
24 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Platón afirmaba en torno a la amistad que un semejante es amigo de sus semejantes, y que por lo tanto, un amigo bueno es amigo de sus semejante buenos, lo que equivaldría a decir que sólo los que sean buenos se hacen amigos de los buenos, y que el malo es incapaz de mantener una amistad verdadera, ni con el hombre de bien ni con otros que sean malos como él. O como dice Bud: "te aseguro que no hay malos más malos que el bueno que se convierte en malo".
Pero Platón no se coló de polizón en el barco de un gigantón barbudo al que pagan por cruzar el océano rodeado de frascos de mermelada PUFFIN (que arrojará por la borda en cuanto se adentre en alta mar) con el loro Paquito para encontrar un botín abandonado en una Isla por los japoneses en la 2° Guerra Mundial, un refugio paradisíaco pero no deshabitado por completo. Y ojito con esa banda de metaleros corsarios primos de Rob Halford plantándole cara (para que se la partan) a los fratellis cuando intenten saquear la tribu de Pongo-Pongo (¡¡!!).
Por eso, Ben Sira sí que estaba en lo cierto "un amigo fiel es un refugio seguro, quien lo encuentra ha encontrado un tesoro", y Platón no vió venir que Alan, el apostador de caballos, y el marinero Charlie harían migas.
Tal vez porque Platón jamás se zampó un plato -perdón, una sartén- de alubias y chuletón en alta mar.
Y sí, puestos a montarnos un remake bufo de 'El último vuelo del Arca de Noé' (1980, Charles Jarrott), ¿por qué no invitar al sarao a John Fujioka para que siga sin enterarse de que acabó la guerra? ¿quién va a necesitar a Elliott Gould o a Genevieve Bujold teniendo a su lado a este par de zanguangos? Si alguna vez creíste que el sensei de Michael Dudikoff en 'American Ninja' (1985, Sam Firstenberg) te sonaba de haberlo visto haciendo el majadero en otra película, aquí obtendrás la respuesta a eso y, muy probablemente, al secreto de la felicidad.
Alubias, piratas y mermelada Puffin.
antonio lopez herraiz
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10
23 de junio de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
'The Rocky Horror Picture Show' (1975, Jim Sharman) reabría la caja de los truenos con sonido a glam-rock aportando temáticas de horror clásico al musical para fabricar instantáneas obras de culto, y si aquel hacía (o mejor dicho, sigue haciéndolo) lo propio con los mad doctors y el prometeo moderno de Shelley, De Palma se dejaba, al guión y dirigiendo, (poli)influir por una amalgama brillantemente cosida de Quasimodo, Dorian Gray y el mito de Fausto acurrucados bajo la máscara de una actualización electrizante del Fantasma de la Ópera de Gastón Leroux que lo remueve con Victor Hugo, Oscar Wilde, Goethe y la elefantiástática BSO del pequeño gran hombre orquesta Paul Williams en la misma coctelera en la que confluyen, tras el horror gráfico, el terror facial del talento soterrado por la prefabricación de una banda a partir de una imagen comercialmente viable (la de los Juicy Fruits o un recuperado Gerrit Graham recuperado para la esperpéntica causa de su director).
Delirio y esquizofrenia son la seña de identidad de la hoja de ruta vengativa de un músico caído en desgracia, Winslow Leach, al que Swan eleva al éxito y destroza según le conviene, para lo que De Palma deja a William Finley con el collar más suelto, sin las trabas de tener que graduar con sutileza una locura omitida tanto como en 'Hermanas', zambuyéndolo en cuerpo, cabeza y, sobre todo, el desfigurado rostro del divo en la sombra: en voz no, para eso estaba, también, Wiliams, además de para oficiar como villano pluriempleado. Y no me costaría creer que sus coloquios consigo mismo en la bañera estuviesen en mente para la dupla Willem Dafoe/Norman Osborn.
¿Suspiria? ¿Invasion of the body snatchers? ¿Inserts? ¿The Phantom of the Paradise? No sé si seré el único que lo piensa, pero creo que con lo que rodó en los 70 a Jessica Harper -a Sissy Spacek le tocaría esperar, trabajó en labores de vestuario- le sobraban argumentos para, a pesar de haberse desentendido a la larga de su carrera posteriormente, seguir siendo la poseedora a título crónico de un legado de culto. No le hizo falta más para volverse inmortal.
¡Te venero, canija! (es un decir, no creo que sea mucho más baja que yo).
antonio lopez herraiz
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Dragon Ball Z Kai (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2009
7,6
8.634
Animación
8
21 de junio de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la de Garlick Jr fue para ti, como para mí, tu película -es un decir, apenas duraban 50 minutos- preferida de Dragon Ball Z tal vez sea porque, como para mí, era lo más parecido a la traslación fílmica de la que, como sí sucedería con 'La Batalla de los Dioses', sería el pistoletazo de inicio a una nueva etapa en formato de cine. Y sí, tal como pensaba, el germen destrozainfancias (no digo el final porque todos lo conocen) del miniarco de Raditz funciona mejor en una pantalla gigante en el que podría haber sido el mejor largometraje de DB Z de haber sido tal.
Sabes que, comparado con lo que estaba por llegar, la del hermano biológico -que no de batallas, ése sale un ratito, ahora sí con el pelo negro- resultaba una amenaza insignificante, sabes cómo acaba la pelea, y que Piccolo -o Satanás Cor Menut Junior por estos lares- no cumple su promesa de acabar con... bueno, eso.sí. Te lo sabes absolutamente todo. La particularidad de ver en el cine los cuatro primeros episodios reseteados en modo KAI de la saga de Raditz estriba en que, a diferencia de las últimas películas, lo que estás viendo en el cine no es un revival, simplemente estás volviendo a ver un pedazo de tu adolescencia, no en vídeos de facebook, youtube o instagram reproducidos en bucle en el móvil porque no te apetece desconectarlo (te ha pasado, ¡y lo sabes!) sino disfrutándolo en una sala de cine que necesita desesperadamente cebos como éste, proporcionándote a cambio sonido envolvente y algún que otro apañito indeseable en el contenido más gráfico cambiando desangramientos por moratones.
Cuatro capítulos en 90 minutos que entonces nos dejaron con el estómago del revés y hoy sabes que supondrían un punto y a parte, el paso al siguiente nivel hasta ser practicamente un anime sobre dioses que pelean.
No diré que sea una lástima que al hermano metalero de Son Goku que nunca se salta el día de piernas en el gym no le diesen más cancha porque, aunque es cierto, lo hemos repetido tropecientas mil veces.
antonio lopez herraiz
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8
20 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva (e imperecedera) musa de Vicente Aranda se metía de nuevo en la cabeza del director, y en la de cualquier espectador que la contemple, sin más coartadas de concienciación y reivindicación LGBT -por la que seguramente hoy la habrían cosido a críticas de intrusismo o apropiación por no ser trans de verdad- que las de su relación con (ella/él) Perla Vonasek compartiendo sustancias y cama mientras Abril cura el enmustiamiento a su tío en la ficción -el actor y cineasta chilenoargentino Lautaro Murúa-, un viejo burgués y solitario, un pelín cambiacasaca -"agotado el tiempo de los ideales, llegó el de los grandes negocios"- que se autorecluye entregado a sus memorias de culebrón y enredos sentimentales en el bando nacional.
Un drama erótico de mimbres rohmerianos con la ecuación de un artista bohemio de pasado falangista: la denuncia y lectura política nunca están de más, para que no parezca solamente una peli de darle al manubrio o con la falta de poesía que Juan Marsé achacaba a las adaptaciones cinematográficas arandinas de su obra.
Para Abril el magnetismo es una cosa que le viene de fábrica y le ocurre un poco lo que a su curiosa, inocente (de mirada al menos) y perspicaz rastreadora de trenes y líbidos durmientes con la ropa interior cuando está pegándose un remojón veraniego capturada por la viva y luminosa fotografía de Jose Luis Alcaine en una ducha improvisada de patio con jardín.
"- Me pregunto si hay algo que no hagas con esas bragas.
- Y yo te respondo que aunque quisiera no puedo quitármelas, están pegadas".
Tanto Juan Marsé -autor de la novela- como su musa por entonces destemplada y risueña (como no lo estaría en otras ocasiones para Aranda) desembarcan en su filmografía para no desaparecer nunca del todo durante tres décadas.
Apunte a pie de página: 45 años han pasado y todavía no he visto a nadie que le extraiga tanta alquimia fotogénica a la mezcla "pelo mojado, fumar como una carretera" como Victoria la Grande (su estatura es lo de menos).
antonio lopez herraiz
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