Haz click aquí para copiar la URL
España España · Shangri-la. Andalucía
Críticas de Maggie Smee
<< 1 50 55 56 57 77 >>
Críticas 381
Críticas ordenadas por utilidad
8
26 de mayo de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra de Rohmer es muy alargada. Tuvimos la suerte de que el estupendo director francés, cuando falleció el 11 de enero de 2010, nos dejara un excelente legado, y era una mera cuestión de tiempo que algunos intentaran seguir sus pasos o rendirle tributo, no ya en Francia, si no en cualquier país donde su obra fuera exhibida.

En el caso presente “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos” podía resultar irritante para los “fans” del director ya que podría seguir el patrón de algunas de sus películas, pero además, todo está envuelto en una bonita selección de piezas de música clásica. Pero afortunadamente nada tiene que ver en su resultado, ya que el interesante director Emmanuel Mouret, el de por ejemplo “Lady J (Mademoiselle de Jonquières)”, logra hacer un film que puede evocar a Rohmer, pero donde todo está visto desde un prisma diferente, desde la personalidad de Mouret, está bien hecho,y se convierte en un hermoso “estudio” sobre el amor con historias cruzadas.

No hay gritos, no hay tampoco ni personajes o situaciones desesperadas. Todo está visto desde el amor más romántico y donde todo fluye con naturalidad y tampoco hay un análisis de clases o con cierta dosis corrosiva como hubiera podido hacer Agnès Jaoui, porque en el caso presente no se requiere.

Es cine que no está de moda y es un estilo que, para los que busquen sobresaltos o no pensar mucho, asiduos a relaciones más obvias, rústicas y tóxicas les pueda resultar pretenciosa o difícil de seguir, cuando en absoluto lo es, y me niego a hacer comparaciones con otros directores, sobre todo a los pertenecientes a la “Nouvelle Vague” a los que Mouret les debe mucho o con Sautet, pero es que “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos” se desarrolla en otro momento, las circunstancias que le rodean son diferentes, y la verdad, al menos yo, la he disfrutado y me quedo con ese logro.

A pesar de ser multinominada con trece candidaturas para los premios de la Academia de cine francesa, se tuvo que conformar con un galardón: el de mejor actriz secundaria para Émile Dequenne. Y es que tampoco se trata de una película muy comercial aunque sí agradecida. Cinco de sus actores del espléndido reparto fueron nominados, ya que como hemos dicho es un film coral, con un buen guion perfectamente llevado por Mouret y muy bien fotografiada, algo habitual en su cine.

Los escenarios elegidos, tanto urbanos como los parajes naturales, son muy adecuados y refuerzan esta clase de cine que se esfuerza en reavivar la esencia de los diálogos, algo cada vez más perdido, sobre todo porque los espectadores actuales no son adeptos a que los personajes exterioricen sus sentimientos con palabras. Algunos esto lo etiquetan de teatral, cuando no han pisado un teatro en su vida, ni siquiera en una función infantil.

Y sí. Se notan que son franceses y burgueses. Beben vino, escuchan música, tienen cierto nivel cultural y casas con estanterías llenas de libros, que da enorme gusto verlo. Cierto es que sé de gente que aparentemente son “cultos” porque se supone leen y están al día con lo que se edita, aunque no han tocado ni un clásico, porque son unos palurdos “snobs”, seres reprimidos y sin talento para nada. Y también hay otro sector contrario, al que esa agradable imagen les podría irritar, ya que han sido un desastre, llenos de prejuicios e ineptos para formar un hogar y además son incapaces de amar.

Por esto y por todo lo que puede transmitir, “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos” puede ser una película incomprendida, e incluso vilipendiada, pero al acabar de verla, me he dado cuenta de que hay un tipo de cine que echo de menos, que como hemos dicho, raramente se suele hacer hoy día y que nos sigue contando cosas, algunas hermosas, pero que con esta costumbre de ir frenéticos en la narración parece que se ha ido perdiendo el ritmo real para paladear las situaciones que realmente lo merecen. Y, lo siento, pero que les den morcilla a los que esto ni lo entienden ni lo comparten, ya que nunca se han atrevido, han eludido o les ha resultado imposible el vivirlas como deberían.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
4 de septiembre de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que John Huston fue uno de los grandes artistas del séptimo arte no es descubrir nada nuevo. A pesar de que conociera baches a lo largo de su carrera en la que, con éxito, también ejerció de actor, demostró ser un gran creador hasta el final, a pesar de su delicada salud, y fallecer a las pocas semanas de cumplir ochenta y un años.

Una de sus películas más denostadas por pocos, ya que desgraciadamente no llegó a ser conocida, es “Sangre sabia”, aunque contó con apoyo de algunos críticos que apreciaron su valor.

Rodada en poco tiempo y con toda clase de limitaciones presupuestarias, pero con la libertad suficiente para que Huston hiciera con el material “su versión”, parece realizada por un joven con gran arrojo y maestría. Y es que Huston, a pesar de contar por aquel entonces cuando se rueda con setenta y dos años, (un año más cuando se termina el montaje y se presenta fuera de concurso en Cannes), realmente era eso, un creador sin edad, con muchos kilómetros a cuestas, inteligente y arriesgado, capaz de abordar cualquier género y hacer, cuando se terciaba o se lo permitían, retratos valientes, con honestos personajes marginales (porque para mí no se tratan de perdedores, si no de triunfadores con principios, vulnerables, aunque no cuenten con oropeles ni naden en la riqueza).

El proyecto sobre esta adaptación de la novela de la escritora Flannery O´Connor fue llevada acabo por quienes tenían los derechos, Benedict y Michael Fitzgerald y le llega a Huston a través de este último, Michael, convencido (con toda la razón) de que él sería la mejor opción. Huston, encantado, le impone una condición: que sea él quien busque el dinero, cosa que consigue.

Se rueda en Macon, Georgia, con un equipo reducido y contando con algunos de sus habitantes para pequeños papeles, como por ejemplo entre otros casos, el sheriff, que era el sheriff en la vida real en Macon, o la prostituta, que en la vida real ejercía esos servicios. El personaje protagonista, Hazel Motes, iba a ser interpretado por Tommy Lee Jones, pero por un problema de fechas y una excelente prueba de cásting hizo que finalmente se lo dieran a Brad Dourif, que era quien iba a interpretar a Enoch Emory, que, a su vez, lo hizo el actor Dan Shor. Estas cosas suelen pasar, sobre todo cuando se prescinden de grandes nombres y se pretende crear un film alejado de los grandes estudios.

Hazel Motes, tras salir del ejército, decide crear una iglesia sin Cristo como credo fundamental y que está en contra de la creencia de Dios. Charlatanes, falsos predicadores, hipócritas, caraduras, oportunistas y desnortados rodean al protagonista que va a dar a un pueblo perdido de la América profunda. Entre el cinismo, la crítica y a veces el humor más negro, Huston desarrolla una de sus películas más personales. Tanto es así, que por ejemplo, los productores que querían que los créditos los realizara una niña, pero al escribir el nombre del director, comete una falta de ortografía (escribe Jhon en vez de John), les hizo mucha gracia y deciden dejarlo tal cual.

El maravilloso y eternamente nominado a los “Oscars” Alex North, se encarga de la banda sonora. Tras “Vidas rebeldes” se convertía en su segunda colaboración con el director (y aún quedarían otras tres). Su fotografía, su dirección artística o su vestuario resuelven, de forma que convierten la película en un film “off” que escapa a cualquier encasillamiento tanto de época como de estilo.

El plato fuerte, dirección y un notable guion aparte, es el plantel de actores no profesionales y, por supuesto, de los profesionales, incluyendo a Huston que se reserva varias apariciones. Dourif se lleva la palma, está fabuloso, y entre otras injusticias cometidas con la película, debió aparecer entre los nominados al “Oscar”.

Nos queda, al menos para mí, una película diferente, que sigue siendo marginal, no apta para los amantes de los “blockbusters” y que durante algunos años en la década de los ochenta, ya que se estrenó en abril de 1980 en España, fue exhibida durante algún tiempo en cines de calidad y cine clubs, y que pasó de ser una “rara avis” a perseguir, a una película olvidada, para mayor vergüenza de cinéfilos y críticos que deberían reivindicarla, como hace Werner Herzog.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
28 de agosto de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez que decido escribir un comentario de una manera “forzada”. Había decidido no hacerlo en esta ocasión, ya que sería la cuarta crítica sobre un film de Zulawski, algo tan excesivo como la personalidad de su autor, pero por otro lado, tras pensarlo, quizás deseo exponer las razones de mi defensa ante un film que será propenso a que lo pateen, lo destrocen y desprecien sin piedad.

Antes de entrar en materia, agradecer la iniciativa de la plataforma de Netflix de incluir en su catálogo, cine europeo poco conocido o no estrenado en nuestras pantallas. con copias, en algunos casos, remasterizadas o muy cuidadas. Es un lujo.

El título designado para su explotación en dicha plataforma es “Amor alocado”. Mal empezamos. Podían haber elegido “Amor loco (Amour fou)”, que, aunque ya utilizada mil veces, conociendo a los franceses, daría una pista más clara de lo que va y no que da la impresión de ser una comedieta con niñatos o graciosos de turno, pero nada más lejos de la realidad. Se trata de uno de los films más difíciles de digerir de Zulawski, quizás su film dramático más chocante (de la casi totalidad de su filmografía que he podido ver) junto con su ópera “Boris Godunov”, y decir eso, es decir mucho del autor de “Lo importante es amar”, “La posesión” o “La mujer pública”, y además de tener en cuenta su lote de películas prohibidas o boicoteadas por las autoridades polacas como “El diablo” o la de “On the Silver Globe”, que para muchos espectadores también se las traen. Este “Amor alocado”, cuyo título a partir de ahora descartamos para utilizar el original “L´amour braque (El amor robado o atracado)” es la historia de un asalto a un banco pero también de un asalto amoroso, enfermizo, donde todo está pasado de rosca...

Es el primer fracaso estrepitoso de su autor, incluso en Francia, donde hacía caja y estaba bien considerado por gran parte de la crítica. Tenía todo a su favor: buen reparto masculino, una sugerente adaptación de uno de sus autores favoritos (Dostoievski) y la presentación oficial en la pantalla del cambio, como cantaría Julio Iglesias, de “niña a mujer”, de la jovial Sophie Marceau, idolatrada en Francia y que suponía su primer protagonista en un registro dramático comprometido, en manos del director que con anterioridad trabajó con Romy Schneider, Isabelle Adjani o Valérie Kaprisky y que tan óptimos resultados obtuvieron. No obtuvo tanta resonancia Marceau, y aunque queda por detrás de las mencionadas, sería injusto no darle el valor que tiene, que se convertiría en su mejor trabajo hasta ese momento, logrando el objetivo a conseguir, el cambio de imagen que necesitaba la actriz. Marceau y el director iniciaron una relación amorosa que duró dieciséis años y de la que nació Vincent, el único hijo en común de ambos y siguieron colaborando en varios proyectos juntos.

Como guinda, arropado en la producción por el mítico y maravilloso Alain Sarde, productor de más de doscientos largometrajes, muchas del cine francés y otras para el cine “indi” internacional, pero siempre con directores interesantes como Lynch, Polanski o Kusturica. ¿El motivo del fiasco? Muy posiblemente la arriesgadísima propuesta de su autor, que sin concesiones de ningún tipo, se ha tirado de cabeza a una piscina vacía, eso sí, seguido de todo el elenco, entregado en cuerpo y alma.

Habitualmente en las películas de Zulawski siempre hay un o una protagonista al borde del precipicio, en una situación límite, que da bandazos y está expuesto/a a ser pasto de depredadores, son seres casi alineados que pueden desembocar en una irremediable catarsis. En esta ocasión no se libra ni el gato: todos, absolutamente todos están faltos de un orfidal que llevarse a la boca, sumidos en un estado de crispación desatado. De hecho a ninguno le choca ni las acciones ni las reacciones de los demás. Cuando no utilizan la violencia se gritan constantemente o le dan pataletas.

En ella, de nuevo, su autor recurre a elementos escénicos que tan bien conoce pero sin dosificaciones, como había hecho previamente en anteriores trabajos o como luego llevaría a cabo hábilmente en “La note bleue”. Aquí todo es una vorágine, desde incluir el mundo del teatro en su argumento a utilizar incluso técnicas de interpretación que en cine habitualmente no se utilizan. La gran interpretación de Francis Huster es realmente difícil y un ejemplo de lo dicho: es el que más parece que haya basado su trabajo actoral en la técnica interpretativa de Meyerhold, aunque no me extrañaría que todo el equipo artístico directa o indirectamente lo haya aplicado. Para mí todos, sin excepción, hacen un buen trabajo. Ni me imagino la reacción del “gran público” al ver esto. Si con “El árbol de la vida” de Malick la gente salía bufando de la sala al poco de comenzar la proyección, hoy día, con el vandalismo que está de moda hasta en las “botellonas”, prenderían fuego a la sala.

Zulawski, insisto, más que nunca, se pega una de los mayores pasadas de su carrera, construyendo casi un nuevo lenguaje cinematográfico y al que el público, está renovación, este vanguardismo tan personal, jamás se lo hubiera perdonado, ni creo que lo acepte siquiera dentro de décadas, porque, desgraciadamente, vamos hacia atrás, como los cangrejos. Mientras más convencionales seamos mejor.

Antes de pasar al “spoiler” reseñar sus alardes técnicos, su vibrante montaje o sus localizaciones. Todo contribuye al ambiente sofisticado y lúgubre con el que juega su director en este film convulso, incomprendido y a veces hasta poético.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
8 de julio de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aproximadamente en un par de semanas (y esperemos que pueda ser así), concretamente el 23 de julio, Jan Troell, cumplirá 90 años. Es uno de los directores suecos más relevantes, aunque en nuestro país lo conozca un muy reducido grupo de cinéfilos, por desgracia. Maestro de cine en Malmö, rueda a la par cortometrajes y documentales para televisión. De gran bagaje cultural, él en casi todos sus trabajos se responsabiliza del montaje y sobre todo de la fotografía (que hace solo o en colaboración) y en 1966 se lanza a dirigir un largometraje de casi tres horas, “El fuego de la vida”, (cuya traducción más exacta sería “Aquí está tu vida”) un compendio de cuatro novelas del premio Nobel Eyvind Johnson, que él escribe con Bengt Forslund, su productor, y que para la exhibición fuera de Suecia decide dejar su duración en dos horas y cinco. A pesar de tamaño despropósito el film es un éxito.

En España no es hasta diciembre de 1974 y sobre todo a lo largo de 1975 cuando nos llegan, de golpe, esta película y sus grandes triunfos: “Los emigrantes” y su secuela “La nueva tierra”, dos pedazos de obras maestras, de más tres horas de duración cada una (aunque realmente se trate de un film- río de casi seis horas y media) que se convierten en las producciones más costosas del cine sueco, aún a pesar de no ser films comerciales. Su éxito es tal fuera y dentro de su país, que recibe varias nominaciones al Oscar incluyendo director, y siendo nominadas ambas producciones como mejor película del año y extranjera. En España se exhiben en circuitos restringidos sin doblar. Además rueda para el cine americano “La esposa comprada”, con su musa Liv Ullmann. Hasta un día el mismo Kubrick le llama por teléfono, encantado con su trabajo y con ganas de colaborar con la diseñadora de vestuario Ulla- Britt Söderlund. Troell en ese momento cree que se trata de una broma y le cuelga el teléfono. Finalmente Britt- Söderlund llegó a trabajar junto a Milena Canonero en “Barry Lyndon” y se llevaron, con toda justicia, el Oscar.

Pues bien, las cuatro como hemos dicho con anterioridad, nos llegan casi a la vez. Varios años más tarde rueda un encargo para el cine americano, la producción de Dino de Laurentiis, y que es una decepción en todos los sentidos, “Huracán”. Paramount espera que en España sea la película de las navidades de 1979, cosa que no ocurrió. Tras esa mediocridad, que creo que es el único lamparón de su currículum, sigue rodando entre Suecia y Dinamarca, sin que casi nos llega nada de lo que el gran autor sueco va rodando ni se comercializa lo que le hizo triunfar tampoco. De otro de sus actores fetiche, Max Von Sydow, extrae una de sus mejores interpretaciones en la notable “Hamsun”, muy poco conocida en España.

“El fuego de la vida”, al menos a mí, me ha parecido una excelente “ópera prima” que ya en su momento, fue ensalzada por sus colegas suecos Ingmar Bergman, el maestro, y Bo Widerberg.

Rodada en un impresionante blanco y negro, aunque se insertan breves momentos en color que parecen rodados en dieciséis milímetros. Nadie como él para mezclar sus constantes: la supervivencia en una naturaleza salvaje, la superación personal y humana, la lucha de clases y el encontrar un lugar para vivir honradamente, sea un mundo rural o urbano. Es cierto que la naturaleza, al igual que David Lean, es casi un personaje más en sus historias, como en este caso. Su narrativa y su manera de filmar, me han hecho llegar a la convicción de que su cine, desde esta, su primera obra, ha influido en autores como Malick, Bertolucci o incluso Tarkovski y Konchalovski.

En “El fuego de la vida” cuenta el despertar a la vida de Olof Persson a lo largo de un par de años durante la I Guerra mundial, alternando trabajos diferentes entornos casi contrapuestos. El joven, maravillosamente interpretado por Eddie Axberg, deja su casa para ayudar económicamente y enfrentarse a la búsqueda personal y laboral. El guion está perfectamente estructurado, con personajes perfectamente descritos y Axberg está apoyado por actores de peso que se prestaron para apariciones secundarias como Max Von Sydow, Per Oscarsson o Gunnar Björnstrand. Me llama también la atención Ulla Sjöblom en el papel de Olivia, donde hay planos que nos recuerda a Shirley MacLaine.

No hay premura en ningún momento y la nieve da frío, la lluvia se siente, la madera huele a madera, las manos duelen... no hay nada impostado y todo transcurre, no solo con mucha verdad, sino con conocimiento de lo que se va contando. Demasiados logros para lo que es una primera película de largometraje.

Preciosa y aleccionadora película. Un tipo de cine que ya no se estila, tanto en su forma de narrar como lo que cuenta. Tenemos que dar gracias las nuevas generaciones lo mucho que nos han ayudado nuestros antepasados para tener un presente más cómodo. No digo que resuelto, pero no tan duro de labrar como era en otra época pasada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
1 de julio de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de los años se han creado muchas películas en torno a la adolescencia desde diferentes países. El tema siempre ha sido (y será) interesante explorarlo, dando diferentes puntos de vista y, aunque los tiempos han ido cambiando, hay ciertas constantes que siempre serán las mismas.

En este caso ha sido Francia la que nos manda, con dos años de retraso, “Aurora (Jamais contente)”, dirigida por Emilie Deleuze, directora en apariencia de cine de autor que en esta ocasión aceptó el encargo de llevar a la pantalla la obra de Marie Desplechin, en cuyo guión también ha colaborado con la directora.

La película se realiza el mismo año, por ejemplo, en que se estrena la notable “The Diary of a Teenage Girl”, de Marielle Heller, superior a “Aurora (Jamais contente)” en todos los aspectos. Porque el film de Emilie Deleuze tiene agujeros negro que no logra sortear.

De entrada, la película está realizada sin tener un punto de vista inteligente detrás de la cámara. Los hechos se suceden sin más, no ya sin apasionar al espectador, sino sin interesar demasiado, teniendo un ritmo que se mantiene a trancas y a barrancas. Incluso se desaprovechan ciertas circunstancias que se nos cuentan, pudiendo haber dado pie a servir como crítica social o incluso meramente como situaciones cómicas. Pero no. Todo va por el camino de la corrección académica pero sin apostar originalidad o frescura.

Al menos en mi caso, y esto sí puede ser subjetivo, detrás de todos los personajes, veo a un adulto hablando, incluyendo el personaje de Aurora, con el que además me falta empatía. Y no es porque Aurora esté siempre encabronada, sino es que no se dan detalles de lo más importante: su visión, su mundo. Por ejemplo, recordamos un personaje que igual ha servido de inspiración al de Aurora, el maravilloso personaje de Lolita Cassard de la inteligente “Como una imagen”, de Agnès Jaoui, donde sí nos daban una serie de claves bastante claras y que nos hacían comprender ese destacable personaje. Y aunque los actores están bien, sobre todo Léna Magnien en el difícil rol de Aurora, no nos termina por enganchar ninguno, quizás por ser otro de los fallos, el no haber rematado sus personajes.

Sus temas musicales amenizan parcialmente la narración, y sobre todo el final posiblemente sea cortado, como es ya una tradición en estas películas con créditos que incluyen alguna canción cuando son emitidas en abierto. Y quizás ese “divertimento”, con esos créditos coloristas con el que se esfuerzan al final, sea lo que le ha faltado a lo largo de toda la proyección, humor y color, ya que corrosión parece ser que era una vía descartada.

Nada nuevo nos depara este film a los adultos. En cambio al público adolescente que ande perdido o sea un poco corto de mente, quizás le pueda dar alas a ser más contestones o más capullos de la cuenta. Pero bueno, no vamos a buscar tres pies al gato, y al fin y al cabo se trata de un film más con el que pasar el tiempo. Poco más.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 50 55 56 57 77 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow