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Servadac rating:
8
7.5
3,159
Drama. Romance
The story of Ingmar Bergman's parents. In 1909, poor theology student Henrik Bergman falls in love with Anna Åkerbloom, the daughter of a rich family in Uppsala. After their wedding Henrik becomes a priest in the north of Sweden. After a few years Anna can't stand living in the rural county with the uncouth people. She returns to Uppsala, Henrik stays in the north.
Language of the review:
- es
July 16, 2008
95 of 113 users found this review helpful
El cine se entreteje misteriosamente con los hilos que gobiernan nuestras vidas.
Yo tenía una novia y nuestra relación estaba agonizando. Fuimos a ver una película de José Luis Cuerda: La marrana. Con semejante título la cosa no podía acabar bien. Al salir del cine, dimos por concluida, para siempre, nuestra afinidad. Y cada uno por su lado.
===
Al cabo de unos meses, me presentaron a la madre de mis hijos. Quedamos para ver Las mejores intenciones, de Bille August, discípulo de Bergman.
Ingmar Bergman no quiso rodar la vida de sus propios padres. Redactó el guión y se hizo a un lado. Con gesto sobrio –la procesión iba por dentro– cedió la dirección a Bille August. El alumno supo merecer la confianza del maestro.
Minicine o microcine o cine infinitesimal. Butacas rojas y sala diminuta. Ahí estábamos los dos mirando la pantalla, mirándonos al bies, como si la proyección se hiciera en varios planos: interno y exterior. Mientras los padres de Ingmar Bergman se despellejaban, yo buscaba alguna frase de película que me ayudara a declararme.
- ¿Quieres pasar el resto de tus días a mi lado?
- No.
Después de tanto tiempo, aún seguimos juntos.
===
O sea que acabé con La marrana... y comencé con Las mejores intenciones.
Yo tenía una novia y nuestra relación estaba agonizando. Fuimos a ver una película de José Luis Cuerda: La marrana. Con semejante título la cosa no podía acabar bien. Al salir del cine, dimos por concluida, para siempre, nuestra afinidad. Y cada uno por su lado.
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Al cabo de unos meses, me presentaron a la madre de mis hijos. Quedamos para ver Las mejores intenciones, de Bille August, discípulo de Bergman.
Ingmar Bergman no quiso rodar la vida de sus propios padres. Redactó el guión y se hizo a un lado. Con gesto sobrio –la procesión iba por dentro– cedió la dirección a Bille August. El alumno supo merecer la confianza del maestro.
Minicine o microcine o cine infinitesimal. Butacas rojas y sala diminuta. Ahí estábamos los dos mirando la pantalla, mirándonos al bies, como si la proyección se hiciera en varios planos: interno y exterior. Mientras los padres de Ingmar Bergman se despellejaban, yo buscaba alguna frase de película que me ayudara a declararme.
- ¿Quieres pasar el resto de tus días a mi lado?
- No.
Después de tanto tiempo, aún seguimos juntos.
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O sea que acabé con La marrana... y comencé con Las mejores intenciones.