O despicable. Como lo prefieran ustedes. Se veía venir, Pierre Coffin y Chris Renaud habían encontrado una gallina de los huevos de oro con Gru, el clásico supervillano de cómic a quien la vida le cambiaba porque uno de sus aborrecibles planes terminaba con él adoptando a tres huérfanos. Y es que pocas cosas gustan más en este género que el antihéroe obligado a luchar contra su naturaleza.

Como segunda parte, se trata de un producto bien llevado y manufacturado, no existe ninguna alteración grave de la esencia de los personajes. Incluso la trama romántica de Gru está bien llevada y los magníficos dobladores ayudan a que todo parezca fresco y divertido.

Los minions confirman aquí todo su potencial para el género infantil, como una especie de adorables Pitufos que, sin embargo, servirían al Gargamel de turno con una torpeza plagada de las mejores intenciones. No tiene nada de extraño la popularidad de estas criaturas amarillas.

La trama se lleva bien, muy ligera y con un formidable antagonista de acento mexicano para poder competir contra el redimido Gru.

No se trata de ninguna obra maestra de la animación, no obstante, en su falta de pretensiones y tono desenfadado logra mantenernos en la butaca con pleno interés y una grata sonrisa cómplice.