Add friend
You can add a friend by entering his or her username
You can also add friends or favorite users from their profile or their reviews.
Group name
Create new group
Create new group
Edit group information
Note
Note
Note
Note
The following users:
Group actions
- Movie recommendations
- Stats
- Ratings by category
- Contact
-
Share his/her profile
Sergio Berbel rating:
10

Sergio Berbel rating:
10
6.7
4,564
Drama
The long journey of Parthenope’s life, from her birth in 1950 till today. A feminine epic, devoid of heroism but brimming with an inexorable passion for freedom, Naples, and the faces of love—all those true, pointless, and unspeakable loves. The perfect Capri summer, the lightheartedness of youth. Which ends in ambush. And then all the others—the Neapolitans, men and women, observed and loved, disillusioned and vital, their waves of ... [+]
December 27, 2024
December 27, 2024
124 of 176 users found this review helpful
Paolo Sorrentino es una de las mejores cosas que le han ocurrido nunca al cine europeo. Su filmografía ha marcado un estilo, unas formas, una temática y una concepción ideológica que ha cambiado la manera de acercarse al Séptimo Arte. Discípulo confeso de Federico Fellini, ha aventajado a su maestro de manera ostensible creando una marca perfectamente reconocible al primer vistazo a cualquiera de sus planos, lo mejor que se puede decir de un cineasta, un genio en este caso.
“Parthenope” es su obra maestra definitiva, la gran joya de su filmografía, la pieza clave de madurez de un artesano de una genialidad incuestionable. Utiliza la metáfora de la mujer más deseable del mundo para mostrarnos la sociedad napolitana en todos sus recovecos, sin olvidar ninguno por el camino. Porque esta cinta es sencillamente perfecta en forma y contenido, y es profundamente sorrentiniana en todo lo que se ve y lo que se escucha. Un film que me ha calado el alma al primer visionado y que me acompañará para siempre, como lo hará su eterna protagonista Parthenope y la interpretación eterna que de ella hace una diosa llamada Celeste Dalla Porta, a la que ya jamás olvidarás tras el visionado de este film.
El barroquismo rococó elevado al paroxismo propio de Paolo Sorrentino se despliega en este film como nunca antes, anunciado ya desde su primer plano en el que de la niebla emerge un señor grueso con un traje blanco navegando sobre un bote en el que se transporta una carroza procedente de Versalles. Desde ese momento, sabes que nada va a poder sorprenderte si te dejas acunar dentro del universo sorrentiniano. Pero no sólo mires, escucha, porque ya verás todas las citas que van a ir escupiendo sus personajes como si nada, como si no fueran lúcidas y geniales.
El cineasta italiano conforma esta cinta para homenajear a su Nápoles natal y para ello la personaliza en una ninfa, en una bellísima mujer que nace y emerge de las aguas del mar (el mar es la presencia insustituible del film) como la más bella joven jamás conocida, Parthenope, de la que ni tan siquiera su hermano puede evitar enamorarse de ella.
Pero la belleza única y mágica de esta diosa es lo de menos, porque lo que importa es su sublime inteligencia, sus ansias de cultura y su deseo de ser antropóloga para llegar algún día a poder responder a la compleja pregunta sobre qué es la antropología. El guión, firmado por el propio Paolo Sorrentino y Umberto Contarello es, sencillamente, uno de los mejores que se hayan escrito nunca, cargado de reflexiones lúcidas, frases imborrables, aforismo que marcan y un barniz nihilista y triste que se rompe en determinados momentos donde la acidez lo convierte en hilarante. Lo profundo y lo soez, lo sublime y lo chabacano, todo de la mano, como no podría ser de otra forma con Sorrentino de por medio.
Celeste Dalla Porta es reina y señora del film, aparece prácticamente en todas sus escenas, la cámara baila alrededor de su belleza desasosegante, sus primeros planos mirando fijamente a cámara nos embaucan, nos embelesan, nos enamoran, nos colman a pesar de ser frecuentes para poder saciar una sed que nunca se calma. Celeste convierte en eterna a Parthenope y hace apagarse a las maravillosas estrellas que pueblan el elenco actoral extenso de esta cinta, entre las que destaca, sin duda, la participación de Gary Oldman, quién sabe si en el mejor papel de su carrera, que nos lega algunos de los mejores diálogos del film y de nuestra vida. Insuperable esa frase en la que declina la invitación de Parthenope a pasear con él diciéndole que no va a permitir que ella malgasta un solo minuto de su juventud paseando con él. También se dice que el sexo es la tumba del deseo. Ahí es nada.
Curiosamente, mientras que el cine de Sorrentino está lleno de la sensualidad del cuerpo femenino desnudo, en este film el genio italiano decide preservar el cuerpo de su protagonista y Parthepone, a pesar de encarnar uno de los personajes más sensuales de toda la historia del cine, en ningún momento aparece desnuda ante la cámara de Sorrentino, que decide ser recatada para mostrarnos que ella es más objeto religioso que personaje carnal.
136 minutos gloriosos que te pellizcan el corazón y te emocionan cuando eres consciente de que han pasado y de que ya no va a haber más, que nunca vamos a saber más cosas de Parthenope, un ser ya imprescindible en nuestras vidas.
Como lo estético siempre prima y debe primar en el cine de Sorrentino, la dirección de fotografía de Daria D´Antonio no tiene precio, como no lo tiene la exquisita selección musical de Lele Marchitelli para acompañar la vida de esta musa desde su nacimiento en 1950 hasta 2023.
“Parthenope” es su obra maestra definitiva, la gran joya de su filmografía, la pieza clave de madurez de un artesano de una genialidad incuestionable. Utiliza la metáfora de la mujer más deseable del mundo para mostrarnos la sociedad napolitana en todos sus recovecos, sin olvidar ninguno por el camino. Porque esta cinta es sencillamente perfecta en forma y contenido, y es profundamente sorrentiniana en todo lo que se ve y lo que se escucha. Un film que me ha calado el alma al primer visionado y que me acompañará para siempre, como lo hará su eterna protagonista Parthenope y la interpretación eterna que de ella hace una diosa llamada Celeste Dalla Porta, a la que ya jamás olvidarás tras el visionado de este film.
El barroquismo rococó elevado al paroxismo propio de Paolo Sorrentino se despliega en este film como nunca antes, anunciado ya desde su primer plano en el que de la niebla emerge un señor grueso con un traje blanco navegando sobre un bote en el que se transporta una carroza procedente de Versalles. Desde ese momento, sabes que nada va a poder sorprenderte si te dejas acunar dentro del universo sorrentiniano. Pero no sólo mires, escucha, porque ya verás todas las citas que van a ir escupiendo sus personajes como si nada, como si no fueran lúcidas y geniales.
El cineasta italiano conforma esta cinta para homenajear a su Nápoles natal y para ello la personaliza en una ninfa, en una bellísima mujer que nace y emerge de las aguas del mar (el mar es la presencia insustituible del film) como la más bella joven jamás conocida, Parthenope, de la que ni tan siquiera su hermano puede evitar enamorarse de ella.
Pero la belleza única y mágica de esta diosa es lo de menos, porque lo que importa es su sublime inteligencia, sus ansias de cultura y su deseo de ser antropóloga para llegar algún día a poder responder a la compleja pregunta sobre qué es la antropología. El guión, firmado por el propio Paolo Sorrentino y Umberto Contarello es, sencillamente, uno de los mejores que se hayan escrito nunca, cargado de reflexiones lúcidas, frases imborrables, aforismo que marcan y un barniz nihilista y triste que se rompe en determinados momentos donde la acidez lo convierte en hilarante. Lo profundo y lo soez, lo sublime y lo chabacano, todo de la mano, como no podría ser de otra forma con Sorrentino de por medio.
Celeste Dalla Porta es reina y señora del film, aparece prácticamente en todas sus escenas, la cámara baila alrededor de su belleza desasosegante, sus primeros planos mirando fijamente a cámara nos embaucan, nos embelesan, nos enamoran, nos colman a pesar de ser frecuentes para poder saciar una sed que nunca se calma. Celeste convierte en eterna a Parthenope y hace apagarse a las maravillosas estrellas que pueblan el elenco actoral extenso de esta cinta, entre las que destaca, sin duda, la participación de Gary Oldman, quién sabe si en el mejor papel de su carrera, que nos lega algunos de los mejores diálogos del film y de nuestra vida. Insuperable esa frase en la que declina la invitación de Parthenope a pasear con él diciéndole que no va a permitir que ella malgasta un solo minuto de su juventud paseando con él. También se dice que el sexo es la tumba del deseo. Ahí es nada.
Curiosamente, mientras que el cine de Sorrentino está lleno de la sensualidad del cuerpo femenino desnudo, en este film el genio italiano decide preservar el cuerpo de su protagonista y Parthepone, a pesar de encarnar uno de los personajes más sensuales de toda la historia del cine, en ningún momento aparece desnuda ante la cámara de Sorrentino, que decide ser recatada para mostrarnos que ella es más objeto religioso que personaje carnal.
136 minutos gloriosos que te pellizcan el corazón y te emocionan cuando eres consciente de que han pasado y de que ya no va a haber más, que nunca vamos a saber más cosas de Parthenope, un ser ya imprescindible en nuestras vidas.
Como lo estético siempre prima y debe primar en el cine de Sorrentino, la dirección de fotografía de Daria D´Antonio no tiene precio, como no lo tiene la exquisita selección musical de Lele Marchitelli para acompañar la vida de esta musa desde su nacimiento en 1950 hasta 2023.