Se puede decir cualquier cosa de este film. Sí que entretiene, mal o bien, pero entretiene. Es cómica y es ridícula y todo lo que se quiera decir. Todo vale.

Hay cosas por las que uno se puede guiar para llegar a una conclusión. Si te gustan las expediciones con personajes variados que andan tras la pista de un tesoro, en este caso un diamante valiosísimo, aquí tienes un caso.

Van por la selva. Está la chica guapa, el listo y los secundarios necesarios. Destacaremos al joven de ricitos que va con la gorila que habla. Uno de los porteadores dice que son marido y mujer y acierta el pleno. No se dejan ni un momento, todo el rato haciéndose caricias y preocupados el uno por el otro como buen matrimonio que son. Ella, la gorila, es más joven que él, el ricitos, aunque no lo parezca. Sí es verdad que la pobre tiene cara de mono, es muy velluda y es del tipo tordo: patas cortas y culo gordo. También tiene las piernas torcidas como los vaqueros del far West; pero a él le gusta que es lo importante. El amor es ciego, para algunos.

La historia de la mona es muy sencilla: tras una infancia difícil logran implantarla un aparato por la que puede hablar y comunicarse con los seres humanos. El artilugio utiliza un sistema de grabaciones pero lo bueno es que la mona desarrolla la inteligencia para expresarse mentalmente. De esta forma el artilugio, de la marca Gaes, recoge los impulsos neuróticos del cerebro del gorila hembra y traduce dichos impulsos por las palabras más adecuadas a su significado y así la mona deja de ser irracional, como el resto de los animales. O sea, que los monos cuando hacen uh, uh, uh... no están hablando, sólo hablan cuando se les entiende. No me había dado cuenta del detalle.

Sigo sin desvelar gran cosa.