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España España · Málaga
Voto de Kaori:
6
Acción Tercera entrega de las andanzas del controvertido y duro policía de San Francisco, Harry Callahan, de nuevo interpretado por Clint Eastwood. Esta vez, se enfrenta a un grupo de sádicos terroristas que se hacen llamar 'Acción Revolucionaria del Pueblo' y que tratan de dominar la ciudad. Callahan y su nueva ayudante, Kate Moore, deberán rescatar al alcalde, a quien los terroristas han secuestrado. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y tanto, hombre, y tanto. Si algo caracteriza a nuestro Harry Callahan es eso: la clase. Porque hay muchas formas de ser un poli y establecer la justicia en el Cine, pero estoy por decir que ninguno hace las cosas con tanta elegancia y distinción. No voy a entrar de nuevo en la personalidad de Harry, porque creo que ya he escrito sobre ello con la suficiente claridad, así que lo único que os queda es que volváis a ver las tres primeras pelis de la saga a ver si os estaréis o no de cómo es el verdadero Callahan.

«Harry, el ejecutor» rebaja el nivel respecto a las anteriores por culpa de un guión que no se sabe muy bien en qué consiste. Unos terroristas hippies, que siempre son los malos en estos casos, harán un robo de unas armas peligrosísimas con fines desconocidos para los espectadores. Algo nos cuentan, pero muy desbrozado. Por suerte, nos queda el siempre arrebatador Harry para alegrarnos, y él sí, el día, o al menos la hora y media que dura la película.

Esta vez en compañía, la novedad de las novedades, de una chica inspectora. ¿Qué piensa Callahan de las mujeres policía? Arduo debate que hoy está desfasado pero que en su momento causó polémica. Callahan, que es un caballero más bien conservador, no ve con buenos ojos que una dama arriesgue el pellejo y acabe tiroteada por unos impresentables, y máxime si esto se hace por intereses políticos y feministas y no por unas verdaderas capacidades prácticas. La inexperta Kate Moore, en falda y con tacones, aprenderá de Harry cómo hacer el trabajo en las calles y, de paso, se convertirá en su acérrima admiradora, como no podía ser de otro modo. Al final, es posible que Callahan siga sin estar de acuerdo con la cuota de mujeres impuesta, pero sí creo que comprenda que el arriesgar la vida por defender a los demás es una decisión intransferible de cada hombre y de cada mujer.

A pesar de su aparente apatía, contiene sus buenos momentos, ayudados, claro, por la presencia del gran Clint Eastwood. Me gusta, qué le voy a hacer.
Kaori
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